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Sandra Lorenzano

23/05/2021 - 12:03 am

Cartas sonoras para cuerpos celestes

Pienso también en los hijos dolorosa o salvajemente cantados por Javier Sicilia, Esther Seligson o Chantal Maillard.

Cartel Del Proyecto cartas Sonoras Para Cuerpos Celestes
podemos Escuchar Estos Mensajes íntimos Tan íntimos Como El Mejor De Los Poemas Y Podemos Abrazar a Esos Seres Dolientes Y Dolernos Con Ellas Y Ellos Con dolernos Acompañarlos Foto Facebook Radio Uaem

Para Ani Wegier, para Marisel Lloberas, para Ricardito Chelén, para Jorge Chernicoff, para Gaby Gutiérrez, para lxs queridxs Reyna, para las niñas Azuela, para Chicca, para Maria Bonaria y Battista, para abrazarles y decirles que estas cartas de la pandemia son también y sobre todo para ustedes

“Cartas sonoras para cuerpos celestes”. Una amiga dice esa frase como al pasar. ¿Qué dijiste?, le pregunto. “Que hay un proyecto que se llama ‘Cartas sonoras para cuerpos celestes’…”. Mientras me explica de qué se trata yo me pierdo otra vez en las palabras.

A veces me pasa.

Perderme en las palabras, digo.

¿Qué son esas cartas? ¿De quiénes? ¿Para quiénes? La realidad que descubro es más alucinada y conmovedora de lo que imaginaba.

Lo planteo de otra manera: ¿ustedes hablan con los muertos? ¿Les preguntan cosas, les cuentan, los cuestionan, les reclaman, les dicen frases cariñosas? O sea: ¿hablan con sus muertos queridos? O quizás habría que peguntar, ¿hay alguien que no hable con sus muertos?

Tal vez no sea otro el tema de la literatura. De manera directa o indirecta pareciera que allí siempre hablamos con los muertos: de Jorge Manrique a Rulfo y Sabines; de Quevedo a Rosario Castellanos y Vicente Quirarte. Casi por azar -y porque quería escribir algo para el 10 de mayo- tengo en mi mesa de noche tres libros de poetas argentinas: Graciela Safranchik y su Kadish, Gisela Heffes y Cocodrilos en la noche, Tamara Kamenszain y El eco de mi madre, (“No puedo narrar. / ¿Qué pretérito me serviría / si mi madre ya no me teje más?). El padre o la madre ausentes se hacen presentes en la escritura.

No hubo un solo día en que la luz / no dejara en su frente un trance / un hechizo una señal de que era en él / donde la claridad había elegido / abrirse al que quisiera verla. / La claridad del día / en su lúcida extensión sin un reproche. / La de la noche en su espesura sin cascajo… / No hubo un solo día / en que la luz no lo eligiera… escribe Francisco Segovia sobre Tomás.

Pienso también en los hijos dolorosa o salvajemente cantados por Javier Sicilia, Esther Seligson o Chantal Maillard.

Se escribe para dejar de ser seres incompletos, aún sabiendo que es imposible lograrlo. Para recuperar el rastro de quienes ya no están. Para recuperar su hálito, su huella, su voz. Para reclamarles por no habernos enseñado a vivir con su ausencia. Mi madre estuvo toda la vida conmigo y nunca me dejó pensar que yo podría estar sin ella, dice Diamela Eltit.

Y ahí aparecen las “Cartas sonoras para cuerpos celestes”, un título que me conmueve profundamente. Nunca logro descifrar por qué ciertas palabras, ciertas frases me conmueven al grado de querer tatuármelas o pintarlas en alguna pared de la ciudad o aunque sea de mi casa (en la adolescencia las escribía en papelitos prolijamente recortados que iba clavando en la puerta del placard). Hoy, cuando encuentro frases que me sacuden con esta fuerza casi mítica, las leo y releo, y alguna vez escribo estas notas que comparto con ustedes. Pienso que por eso no soy buena crítica literaria; porque no puedo descifrar, ni analizar, ni explicar, lo único que puedo y quiero es compartir mi conmoción.

Y ahí aparecen, decía, estas “Cartas…” que son parte de un proyecto sonoro creado por los actores y directores de escena Isabel Toledo y Aristeo Mora, en el marco de la Cátedra Bergman de Cine y Teatro que depende de la Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM.[1] Los propios creadores lo cuentan así:

“En medio de la pandemia, frente al dolor y el silencio, nos atraviesa la imposibilidad de realizar un ritual colectivo tras la muerte de quienes nos dejan. ¿Cómo hacer de cada ausencia individual una experiencia compartida cuando no podemos encontrarnos en el mismo espacio? ¿Tocarnos, llorar en compañía? Este proyecto une nuestras voces en un relato de duelo colectivo. El espacio sideral será el destinatario de un conjunto de cartas que familiares de personas fallecidas en los últimos meses, depositaron en un buzón telefónico. Radiodifusoras a lo largo del país transmitirán los adioses y, con la ayuda de embajadoras y embajadores que desde sus azoteas dirigirán las ondas a las estrellas, las cartas irán en busca de sus destinatarios”. [2]

Podemos escuchar estos mensajes íntimos, tan íntimos como el mejor de los poemas, y podemos abrazar a esos seres dolientes, y dolernos con ellas y ellos, con-dolernos, acompañarlos. ¿No es eso acaso lo que hacemos también con los poetas?

Cada carta es una declaración de amor, de cariño, de agradecimiento, de tristeza, de reclamo a la vida y a la COVID. Todo al mismo tiempo. Son también un espacio de catarsis y de encuentro. Hay quien canta, quien llora, quien sólo pone música, quien recuerda escenas compartidas, quien habla de una gatita que maúlla, de una lluvia que acompaña… Cuánta necesidad tenemos de sumar nuestro desasosiego al de otros. Pongo mi corazón sobre esta mesa, / transido, desatado, hondo de pena, escribió Piedad Bonnett. Una voz muy joven dice: “sólo quiero que sepas que te amo y que te extraño”. Y resume todos los modos de amar y de extrañar. Resume todos los duelos.

Algo de profundamente sagrado hay en el espacio virtual así creado; como en un antiguo ritual de sanación, somos conscientes de nuestra esencial soledad y a la vez de que, desde allí, desde esa sima cósmica, podemos reunirnos, en un instante mágico, con la luz de otras soledades. Finalmente, ¿qué otra cosa somos sino polvo de estrellas en busca de esa luz?

[1] Le agradezco enormemente a Mariana Gándara, Coordinadora de la Cátedra Bergman y querida amiga, que me haya hablado por primera vez de este proyecto.

[2] El proyecto “Cartas sonoras para cuerpos celestes” se encuentra alojado en http://culturaunam.mx/elaleph/salas-aleph/cartas-sonoras-cuerpos-celestes/

La edición 2021 se puede escuchar en las siguientes estaciones de radio: https://www.catedrabergman.unam.mx/wp-content/uploads/2021/05/Estaciones-de-radio_Cartas-sonoras-para-cuerpos-celestes_2021.pdf

Sandra Lorenzano
Es "argen-mex" por destino y convicción (nació en Buenos Aires, pero vive en México desde 1976). Narradora, poeta y ensayista, su novela más reciente es "El día que no fue" (Alfaguara). Investigadora de la UNAM, se desempeña allí como Directora de Cultura y Comunicación de la Coordinación para la Igualdad de Género. Presidenta de la Asamblea Consultiva del Conapred (Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación).
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