David Ordaz Bulos
16/05/2021 - 12:01 am
Memoria, micropolítica y psicodrama
Habría que ver cómo se apropia o agencia cada grupo de acuerdo a lo que desea, de acuerdo a la especificidad de su historia y al inconsciente social histórico que lo atraviesa. La multiplicación dramática
Habría que ver cómo se apropia o agencia cada grupo de acuerdo a lo que desea,
de acuerdo a la especificidad de su historia y al inconsciente social histórico que lo atraviesa.
La multiplicación dramática
Eduardo Pavlovsky
El espacio público es juego
El pasado 21 de abril, el artista colombiano Iván Argote decidió jugar con la ficción urbana parisina. Él y otros sujetos se disfrazaron de burócratas y trabajadores de limpieza del ayuntamiento de esa ciudad, para figurar como los personajes de un solemne acto protocolario en la Place Vauban, cerca de la Torre Eiffel. En esa plaza está la estatua de Joseph Simone Galliani, un militar que escribió la Política de las razas, un manual para destruir y dominar las comunidades de las colonias.
La estatua es un monigote que porta una gorra en la cabeza, un bigote alargado en el rostro, un abrigo que cubre todo el cuerpo y calza botas altas. La figura está montada sobre cuatro mujeres semidesnudas de rasgos africanos de pie con los brazos levantados y representan a los continentes conquistados por el ideólogo del colonialismo francés de finales del siglo XIX.
Un video transmitido en la revista Regards mostraba el acto protocolario con los falsos funcionarios alrededor de la estatua, envuelta con las cuerdas que los falsos trabajadores ponían para desmontarla. La policía pasó varias veces por el lugar pero no notó nada raro, en la parca normalidad de cualquier acto burocrático. Enseguida, una grúa de color rojo aparecía en el fondo de la escena, extendiendo su brazo lista para maniobrar el retiro de la estatua que solamente ocurrió en el video, como efecto de ciencia ficción y pronto se viralizó en redes sociales provocando todo tipo de reacciones a favor y en contra. Muchos llegaron hasta la plaza para corroborar si la estatua seguía o no ahí. Al cabo de unas horas, la alcaldesa Anne Hidalgo, hija de exiliados españoles, emitió un comunicado para garantizar que el monumento seguía intacto.
Iván Argote habló del diálogo que buscaba provocar con el performance, pensado como lo que debería ocurrir con esa estatua en un tiempo no muy lejano. Afirmó que “es momento de que renovemos nuestros íconos, los modifiquemos, les demos nuevas lecturas. Que celebremos cosas distintas a ese mundo de señores bigotudos y poderosos. Que modifiquemos la idea ingenua de guardar eternamente imágenes fijas de un pasado incomprendido. Que generemos espacios acogedores, vivos, no momificados. Al fin de cuentas, el espacio público es público y es juego”.
La declaración de Argote es un llamado a activar la memoria, a no verla como algo rezagado, exclusivo de cronistas oficiales; sino como una fuente de potencia para la creación colectiva. La memoria atraviesa los límites más cercanos de nuestra individualidad hasta los bordes más lejanos de los territorios que habitamos. La memoria no solamente es algo del intelecto, también es algo afectivo y como la intuición, viene del saber del cuerpo y de comprender que la vida está conectada con el todo.
La memoria activa
Activar la memoria resuena con el Manifiesto Emergente del 13° Congreso Iberoamericano de Psicodrama que tuvo como lema Tomar lugar, y fue celebrado del 5 al 8 de mayo del presente año, desde la sede virtual en Montevideo dadas las circunstancias pandémicas. Dicho Manifiesto Emergente enuncia los actos de violencia institucional en Colombia y las resonancias con los intentos de dictaduras del pasado y del presente. Llama a la acción ––que es la principal herramienta de los psicodramatistas–– para luchar contra los muros, la represión y la ocupación.
En ese congreso participé con un taller sobre redes y micropolítica, en el que aprendí que el conocimiento es turbulento; pues cual portero que casi atajó un penalti pero el balón se le escapó de las manos para clavarse en las redes de la portería, el tiempo del taller y el manejo virtual del grupo se me salieron de control. La lección aprendida tiene que ver con la determinación frente al grupo que es lo mismo que frente a la vida. El enfoque de la micropolítica bajo el cual diseñé el taller lo tomé de la filósofa brasileña Suely Rolnik, quien dice que las luchas sociales no solamente tienen que estar centradas en las asimetrías del poder y las desigualdades económicas, sino que también tienen que centrarse en lo más cercano, como el deseo, los malestares y los afectos que nos atraviesan y que están conectadas a las formas de despojo de la fuerza vital que amenazan a los seres humanos y no humanos habitantes de la biosfera.
La micropolítica, en ese sentido, es una lucha por abrir nuevos territorios de existencia en conexión con todos los flujos vitales para afirmar la vida. Es un trabajo colectivo donde “no basta con resistir macropolíticamente al actual régimen, urge obrar para reapropiarse de la fuerza de creación y cooperación, es decir, actuar micropolíticamente”.
El psicodrama, que acaba de cumplir 100 años, conecta con la micropolítica como un dispositivo ético, clínico, estético y político. Fue creado por Jacob Levy Moreno, un inmigrante rumano que a finales del siglo XIX llegó a Viena con una familia judía pobre y lo definió como “un método para sondear a fondo la verdad del alma humana” que nos ayuda a “ser los protagonistas de nuestras propias vidas”.
Hay una resonancia entre el juego de Iván Argote con la estatua de Galliani y el psicodrama, que abre las posibilidades para desmontar, desde la espontaneidad, a los personajes que nos habitan todos los días y vienen configurados por nuestras historias personales, familiares y colectivas. Y, como explicó Carmen de los Santos en la entrevista La Imaginación es la Transformación, en el psicodrama “no hay un guión previsto, se trabaja con las cosas que nos pasan” desde cinco instrumentos básicos: la dirección, el o la protagonista, los yoes auxiliares, el auditorio y el escenario.
Los encuentros grupales pueden ser la semilla de la reapropiación colectiva de la potencia en común, que necesita paciencia para incubarse en redes de creación y colaboración. No se trata aquí de romantizar lo colaborativo, sino entenderlo como un campo de cruce entre las verdades, sistemas de creencias e intereses de los otros. Y, a pesar de que en cualquier momento puede venirse abajo, abre las posibilidades para construir lo común, conectar nuevos mundos y territorios.
David Ordaz Bulos
@David_Orb
Referencias:
– Jacob Levy Moreno. (1967). Las bases de la psicoterapia. Buenos Aires : Hormé.
– Suely Rolnik. (2018). Esferas de la insurrección. Apuntes para descolonizar el inconsciente. Sao Paulo: Tinta Limón Ediciones.
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