Francisco Ortiz Pinchetti
19/03/2021 - 12:04 am
Un año después: memorias de la pandemia
Tengo la sensación de haber sido constante y repetidamente engañado por un Gobierno que ha sido incapaz de dar una respuesta coherente, oportuna y realista ante la contingencia sanitaria.
Se ha prolongado tanto esta infame cuarentena obligada por la pandemia que ya vemos distantes, como hechos del pasado, episodios vividos de hace doce meses para acá. Paradójicamente, el encierro no detuvo nuestro reloj a pesar de que nos obligó a suspender tantas y tantas actividades. Por el contrario, ha intensificado nuestra sensación de que muchas cosas han sucedido desde el inicio de esta pesadilla que no termina.
Este jueves 18 de marzo se cumplió un año de la primera muerte por COVID-19 registrada en nuestro país. Hoy suman 196 mil las defunciones oficialmente reconocidas, aunque el número real pudiera ser tres o cuatro veces superior, según diversas estimaciones.
O sea, a partir solo del registro oficial, cuando menos un promedio de 536 mexicanos muertos cada día.
Cada día.
Y aunque afortunadamente y a pesar de todo no he caído en el desánimo, tengo la sensación de haber sido constante y repetidamente engañado por un Gobierno que ha sido incapaz de dar una respuesta coherente, oportuna y realista ante la contingencia sanitaria… y menos tal vez frente a sus consecuencias económicas, que han venido a agravar la crisis que ya se venía agudizando antes de la llegada de coronavirus a nuestro país.
Nos parecen datos de la historia los inicios de la contingencia, como aquella tranquilizadora declaración de Hugo López-Gatell del 4 de febrero del año pasado, de que la virulencia y los riesgos de la COVID-19, que apenas empezaba a extenderse por el mundo desde China, era mucho menor que la influenza que azotó a nuestro país en 2009-2010.
Luego vino aquel panegírico a los “detente”, las estampitas del Sagrado Corazón de Jesús que según el Presidente dijo, mientras mostraba desde el púlpito de Palacio Nacional las que lleva en su cartera, protegerían a los mexicanos de esta y cualquier otra calamidad.
Borrosa ya está la imagen capturada en video el 23 de marzo de 2020 en la que Andrés Manuel disfruta un desayuno pueblerino e invita a los mexicanos a abrazarse y convivir, a “llevar a la familia a las fondas y restaurantes” y disfrutar la vida, mientras el coronavirus ya se extendía por el país.
Y la lejanísima y timorata promulgación de un decreto que establecía la contingencia sanitaria por la COVID-19 presentado con gran boato por el Presidente y sus ministros y publicado el 30 de marzo en el Diario Oficial de la Federación, que finalmente resultó insuficiente e inoperante.
Meros recuerdos difusos son hoy los reiterados y mentirosos anuncios de Andrés Manuel sobre la “doma” de la pandemia, el “aplanamiento de la curva” o los “ya vamos de salida”, mientras el número de contagios y fallecimientos subía y subía y subía hasta llegar a donde está, o aquella afirmación presidencial de que la pandemia “nos viene como anillo al dedo” para afianzar el propósito de la transformación que quiere concretar en el país, el 2 de abril.
Y su terca negativa al uso del cubrebocas, a pesar de la opinión de especialistas de todo el mundo, incluidos científicos mexicanos de la talla de nuestro Nobel de Química Mario Molina, fallecido apenas el pasado 7 de octubre.
Claro que no se nos pueden olvidar los vaticinios hechos por el doctor López-Gatell el 4 de junio, cuando estimó que el número de víctimas del coronavirus en México sería de unas seis mil personas e hizo aquella célebre advertencia de que un “escenario catastrófico” sería que murieran 60 mil mexicanos… cifra que se alcanzó apenas seis meses después, el 18 de agosto. Hoy el “escenario catastrófico” del exrockstar se ha multiplicado por tres. Y sigue.
Y las contradicciones e inconsistencia en torno al dichoso Semáforo epidémico, la discrepancia de datos sobre contagios y fallecimientos entre los gobiernos estatales y el Federal y los jaloneos por la declaración de los colores pandémicos en las diversas entidades.
¿Se acuerdan del “misión cumplida” del Canciller Marcelo Ebrard Casaubón el 12 de diciembre pasado? A partir de esa afirmación, los reiterados anuncios sobre la compra masiva de vacunas, contratos que por cierto se han ocultado por considerse “secretos”, han resultado igualmente falsos.
La última hasta ahora fue del director de Promoción de la Salud de la Secretaría de Salud, Ricardo Cortés Alcalá, quien dijo muy seguro el 25 de febrero que para mayo habrán llegado 106 millones de dosis (sic), “suficientes para vacunar a todos los mexicanos mayores de 16 años”.
Qué decir, por cierto, de la misteriosa selección de las entidades, municipios y alcaldías para la aplicación de vacunas a adultos mayores. En Ciudad de México, por ejemplo, ahora resulta que esa selección se ha hecho no con los criterios recomendados por el Grupo Técnico Asesor de Vacuna COVID-19, sino en función del número total de adultos mayores en cada alcaldía, pero ¡de menos a más!
De ser así, me consuelo, ya merito me toca. Válgame.
POR LA LIBRE-TA
DIFERENCIAS. En 1989, el líder petrolero Joaquín Hernández Galicia, La Quina, se enfrentó al Presidente Carlos Salinas de Gortari. Fue encarcelado nueve años. En 2019, el líder petrolero Carlos Romero Deschamps se prestó para que Andrés Manuel López Obrador simulara una “democratización” sindical en México y renunció formalmente a la dirigencia del STPRM. Siguió, sin embargo, como trabajador activo ¡en vacaciones! durante dos años más. Hace tres días se retiró con absoluta impunidad, millonario, jubilado, y con prestaciones vitalicias, pago de gasolina, bonos, despensa, aguinaldo… Sí, han cambiado los tiempos.
@fopinchetti
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