Daniela Mabel Sánchez Curiel, de 20 años de edad, desapareció luego de que terminó una relación con su exnovio Christian «N», quien la violentaba. Fue el 11 de marzo 2015. Laura Curiel Armenta, su madre, emprendió desde entonces una intensa búsqueda, pero hasta la fecha sigue sin hallar pistas de su hija.
Ciudad de México, 14 de marzo (SinEmbargo).- Daniela Mabel Sánchez Curiel cumplió el pasado 11 de marzo seis años de haber desaparecido. Desde entonces, su madre, Laura Curiel, conmemora cada año esa fecha de la única manera en la que ha encontrado aliento: buscándola.
Dani, como le dice su madre de cariño, fue vista por última vez en Tlalnepantla, en el Estado de México. En ese momento tenía 20 años. Laura está convencida de que la desaparecieron y al principal sospechoso que señala es a Christian “N”, expareja de Dani y padre de su hijo, quien ejerció violencia contra ella. Esto la motivó a acabar con su relación, justo un día antes de que se perdiera su rastro.
Sin embargo, las autoridades mexiquenses no atendieron la sospecha de la madre cuando reportó la desaparición y el caso fue tratado como una simple ausencia. Laura destacó que incluso todavía padece de la indolencia del Estado.
“Ya son seis años de la desaparición de Dani y hasta la fecha seguimos trabajando e insistiendo para que las autoridades del Estado de México hagan un poquito de caso con relación a su expediente”, expresó Laura Curiel en entrevista con SinEmbargo.
La revictimización, criminalización y la falta de avances concretos en la investigación, son algunos de los aspectos que ha padecido Laura desde el primer día en que no volvió a saber de su hija.
Al menos seis diferentes agentes del Ministerio Público son los que han estado a cargo de la carpeta de investigación, la cual, apenas hace unos meses tomó un nuevo rumbo gracias al trabajo y acompañamiento que Laura logró por parte de una organización civil.
No obstante, esto no ha impedido que la madre de Dani haya sufrido violencia institucional, además de amenazas e intimidaciones que la han orillado a un desplazamiento forzado.
CONTEXTO DE VIOLENCIA
Laura recuerda y cita con claridad las palabras del policía que la atendió cuando reportó la desaparición de su hija y clamó por ayuda para su búsqueda inmediata: “Señora seguramente anda por ahí escondida. ‘Démosle unos días. Usted no se preocupe, ella está joven, en unos días va a parecer’”.
Daniela ya se había separado del papá de su hijo por episodios de violencia, sin embargo, en marzo de 2015 ella regresó y se mudó con él. Laura comentó su hija tomó esa decisión por motivos de logística y fácil traslado a un nuevo empleo, pero que su estancia con Christian sólo sería por unos días. “Ella se regresó con él porque desafortunadamente su trabajo le quedaba cerca de donde vivía la familia del muchacho”, recordó.
Alrededor de 20 días después, Daniela llamó a su mamá para decirle que estaba preocupada porque su expareja se había enojado y se salió de la casa con su hijo. El hombre, le explicó Daniela a su madre, reaccionó de esa manera cuando ella le advirtió que ya se iba a ir de la casa la siguiente semana.
Madre e hija se mensajearon hasta que Christian llegó con el pequeño. Laura quedó de llamar a Daniela al día siguiente. “Ella me conoce y sabe que si yo quedé que le iba a marcar, le iba a llamar”. Ese 11 de marzo, “le marqué y le marqué, y nada. Le marco, le llamo y le llamo, y desde entonces hasta ahora nada”, comentó.
A pesar de que Laura explicó a las autoridades que temía por la integridad de su hija porque ella sufría violencia por parte de su expareja y de que insistió que jamás se ausentaría por su propia voluntad, pues era madre de un pequeño de entonces tres años, la policía no prestó atención al contexto y levantó la denuncia de hechos como un simple extravío.
A la familia de Dani le dijeron que tenía que esperar al menos 48 horas para interponer el reporte de desaparición. La mujer no pudo esperar tanto tiempo, y a las 24 horas acudió a las autoridades, pero para su sorpresa no quisieron levantarle la denuncia y le dijeron que el hombre, la expareja, había quedado como denunciante. Ese fue el inicio de un largo calvario, relató la madre de la víctima.
Laura no entendía porque ella no era la denunciante y le daban prioridad a él, pero aun así declaró, pues su prioridad era que buscaran a su hija. “Cuando terminé la denuncia tenía la esperanza de que esta institución encontrara a mi hija, pero te encuentras topes, barreras, muros”, recordó.
Las autoridades no hacían nada por buscar o investigar el paradero de Dani, a pesar que su madre iba a diario a pedir avances.
Por recomendación de amigos, Laura acudió a la entonces Procuraduría General de la República (PGR) —hoy Fiscalía General de la República (FGR)— donde le levantaron la denuncia y ahí sí quedó ella como denunciante. En la PGR se lograron algunas diligencias, como obtener la sabana de llamadas del teléfono de Daniela, la cual, arrojó como último punto de ubicación la casa donde vivía con su expareja.
Curiel Armenta ha exigido por años que la expareja de Daniela sea investigado, pero las autoridades hacen caso omiso, según denunció. Recordó que durante los primeros meses de la desaparición, ella incluso recibía mensajes del exnovio de Daniela. Los textos eran de burla o intimidatorios. Uno de los mensajes decía “el muerto al pozo y el vivo al pozo”, recordó Laura.
La madre llevó los mensajes y sus sospechas ante las autoridades, pero no se hizo nada al respecto. Además, en al menos dos ocasiones falsos ministeriales acudieron a su casa y a su trabajo diciendo que se la llevarían. Cuando externó a las autoridades el acoso y las amenazas, le respondieron que esas conductas no estaban tipificadas como un delito a seguir, sin embargo, tampoco le informaron sobre mecanismos de protección a víctimas.
Laura dejó su hogar. Tomó a su nieto, el hijo de Daniela, y a su hija mayor, quien también fue acosada, y tuvo que desplazarse.
LA PANDEMIA RETRASA EL CASO
Aunque Laura se convirtió en una activista y ha obtenido visibilidad, reconoce que aún batalla y es revictimizada por las autoridades, quienes incluso la han llamado “loca”.
“En una ocasión una Ministerio Público de Toluca, durante una reunión con gente de la PGR, les dijo a los agentes federales que me cuidaran mucho porque yo estaba muy mal, pero mientras decía eso, tenía su dedo índice haciendo círculos y apuntando a su cien”, narró.
Y añadió: “incluso ha habido ministerios públicos que me han criminalizado. Uno de las ministerios que me tocó me dijo que iba abrir una línea de investigación sobre mí. Yo le dije que estaba bien, pero que si iba hacer eso también indagara las otras líneas de investigación que yo estaba pidiendo”.
A la fecha, y tras la lucha y exigencia de Laura, se logró que una de las líneas de investigación incluyera al exnovio de Daniela como sospechoso, sin embargo, la ahora activista destacó que la carpeta de investigación en la Fiscalía del Estado de México sigue con muchas irregularidades, y omisiones.
La pandemia de la COVID-19 ha retrasado el poco trabajo que se hacía y ha complicado más los procesos para las familiares de personas desaparecidas.
“La crisis por la pandemia ha limitado muchas cosas, de pronto nuestro MP ya está enfermo y a esperar toda la cuarentena, o a veces que tu MP está sobrecargado y rolando turnos en la Fiscalía porque otro MP del lugar ya se contagió, entonces ha sido un caos”, dijo.
Laura, quien también trata visibilizar el fenómeno que ocurre en el Estado de México, explica que por motivo de la COVID-19 incluso ella misma se ha tenido que limitar un poco en su trabajo. “Me tengo que cuidar por mi nieto y porque quiero seguir buscándola. Si algo me pasa ¿Quién va a seguir buscándola?”, lamentó.
La madre y activista destaca que las herramientas digitales, como conferencias y reuniones por Zoom le han ayudado a seguir con algunas acciones de búsqueda desde su casa, sin embargo, destaca que falta mucho trabajo, más empatía y labor por realizar para la búsqueda de mujeres desaparecidos en el Estado de México.