Los resultados destacan la importancia de los entornos de la vida temprana en la configuración del funcionamiento y el desarrollo del cerebro infantil.
Madrid, 11 de marzo (Europa Press).- El tipo y la cantidad de exposición al lenguaje de un bebé se relacionan con su función cerebral, según una nueva investigación publicada en la revista de la Sociedad de Neurociencia Americana JNeurosci, que ha comprobado que si el bebé se turna con su cuidador en una «conversación» se favorece la activación sincronizada en las áreas del lenguaje.
Los bebés aprenden su lengua materna interactuando con sus cuidadores. En lugar de simplemente escuchar las palabras de un adulto, turnarse en una «conversación» predice las habilidades lingüísticas futuras de un bebé. Pero no está claro cómo la exposición al lenguaje da forma a los circuitos cerebrales.
Las redes de lenguaje del cerebro pueden desarrollarse en dos etapas: una red de procesamiento auditivo de abajo hacia arriba comienza a desarrollarse en la gestación y una red de arriba hacia abajo para procesar sintaxis y semántica más complejas se desarrolla en la primera infancia.
Los investigadores documentaron la exposición al lenguaje en el hogar de bebés de cinco a ocho meses y utilizó fMRI para medir la actividad de su red de lenguaje en reposo mientras dormían en el escáner. Las regiones en cada una de las dos subredes de idiomas se activaron juntas, lo que indica una actividad coordinada.
La participación en un mayor número de turnos de conversación en casa se asoció con una conectividad más débil en la subred ascendente. Las conexiones cerebrales pueden debilitarse y fortalecerse a medida que se refinan a lo largo del desarrollo. Las investigaciones futuras pueden revelar cómo la conectividad más débil relacionada con más conversaciones influye en el desarrollo del lenguaje infantil.
Independientemente, los resultados destacan la importancia de los entornos de la vida temprana en la configuración del funcionamiento y el desarrollo del cerebro infantil, y la necesidad de apoyar a los cuidadores para que proporcionen entornos enriquecedores.