Mundo

Tres días después de la operación, la receptora tuvo fiebre; su presión arterial bajó y su respiración se volvió dificultosa. Las radiografías mostraron signos de infección pulmonar.

Estados Unidos, 22 febrero (EFE).- Médicos señalan que una mujer en Michigan desarrolló la COVID-19 y murió el otoño pasado, dos meses después de recibir un trasplante doble de pulmón de un donante que portaba el coronavirus que causa la enfermedad, a pesar de que no mostró signos de la enfermedad y que inicialmente dio negativo.

Autoridades de la Escuela de Medicina de la Universidad de Michigan sugirieron que podría ser el primer caso comprobado en el país de COVID en el que el virus se transmitió a través de un trasplante de órganos. Un cirujano que manipuló los pulmones del donante también se infectó y se enfermó, pero luego se recuperó.

El incidente parece ser aislado, el único caso confirmado entre casi 40 mil trasplantes realizados en 2020. Pero ha generado el pedido de que se hagan pruebas más exhaustivas a los donantes, con muestras tomadas de las profundidades de los pulmones, así como de la nariz y la garganta, dijo el doctor Daniel Kaul, director del servicio de trasplantes de enfermedades infecciosas de Michigan Medicine.

“No hubiéramos usado los pulmones si hubiéramos tenido una prueba de la COVID positiva“, dijo Kaul, coautor de un informe sobre el caso en el American Journal of Transplantation.

El virus se transmitió cuando los pulmones de una mujer de la zona centrooeste del país, que murió después de sufrir una lesión cerebral grave en un accidente automovilístico, fueron implantados en una mujer con enfermedad pulmonar obstructiva crónica en el Hospital Universitario de Ann Arbor.

Las muestras de nariz y garganta recolectadas de forma rutinaria tanto de donantes como de receptores de órganos habían dado negativo para SARS-CoV-2, el virus que causa la COVID-19.

“Todos los exámenes que normalmente hacemos y podemos hacer, los hicimos”, dijo Kaul.

Sin embargo, tres días después de la operación, la receptora tuvo fiebre; su presión arterial bajó y su respiración se volvió dificultosa. Las radiografías mostraron signos de infección pulmonar.

A medida que su condición empeoraba, la paciente desarrolló un shock séptico y problemas de función cardíaca. Los médicos decidieron realizar la prueba para SARS-CoV-2, dijo Kaul. Las muestras de sus nuevos pulmones dieron positivo.

Sospechando el origen de la infección, los médicos regresaron a las muestras de la donante. Una prueba molecular de un hisopo de la nariz y la garganta de la donante, tomada 48 horas después de extraer los pulmones, resultó negativa para SARS-Cov-2. La familia de la donante les dijo a los médicos que no tenía antecedentes de viajes recientes o síntomas de la COVID-19, y que no había tenido una exposición conocida a nadie con la enfermedad.

Pero los médicos habían conservado una muestra de líquido tomada de lo más profundo de los pulmones de la donante. Cuando analizaron ese líquido, resultó positivo para el virus. Cuatro días después del trasplante, el cirujano que manipuló los pulmones y realizó la cirugía también dio positivo.

El examen genético reveló que la donante había infectado a la receptora del trasplante y al cirujano. Otros diez miembros del equipo de trasplantes dieron negativo para el virus.

La salud de la receptora del trasplante se deterioró rápidamente y desarrolló una falla orgánica multisistémica. Los médicos probaron tratamientos conocidos para la COVID-19, incluido remdesivir, un medicamento recientemente aprobado, y plasma sanguíneo convaleciente de personas previamente infectadas.

Finalmente, tuvo respiración extracorpórea con la opción conocido como ECMO, un último recurso para mantener viva a una persona, sin éxito. Fue desconectada y falleció, 61 días después del trasplante. Kaul calificó al incidente como “un caso trágico”.

Si bien el caso de Michigan marca el primer incidente confirmado en los Estados Unidos de transmisión a través de un trasplante, se sospecha de otros.

Un informe reciente de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) revisó ocho posibles casos de lo que se conoce como infección derivada de donantes que ocurrieron la primavera pasada, pero concluyó que la fuente más probable de transmisión del virus en esos casos estaba en la comunidad o en el entorno de atención médica.

Antes de este incidente, no estaba claro si el coronavirus que causa la COVID-19 podría transmitirse a través de trasplantes de órganos sólidos, aunque es algo que está bien documentado con otros virus respiratorios. La transmisión por donantes de la gripe pandémica H1N1 de 2009 se ha detectado casi exclusivamente en receptores de trasplantes de pulmón, apuntó Kaul.

Si bien no es sorprendente que el SARS-CoV-2 pueda transmitirse a través de los pulmones infectados, no se sabe todavía si otros órganos afectados por la COVID-19 (corazones, hígados y riñones) también puedan transmitir el virus.

“Parece que para los donantes que no son de pulmón puede ser muy difícil transmitir la COVID, incluso si el donante tiene la COVID“, dijo Kaul.

Los donantes de órganos han sido analizados de forma rutinaria para SARS-CoV-2 durante la pandemia, aunque no es un requisito de la Organ Procurement and Transplantation Network (OPTN), que supervisa los trasplantes en todo el país. Pero el caso de Michigan subraya la necesidad de pruebas más extensas antes del trasplante, especialmente en áreas con altas tasas de transmisión de la COVID-19, dijo Kaul.

Cuando se trata de pulmones, eso significa asegurarse de analizar muestras del tracto respiratorio inferior del donante, así como de la nariz y la garganta. Obtener y analizar estas muestras de donantes puede ser difícil de realizar en una urgencia. También existe el riesgo de introducir una infección en los pulmones donados, explicó Kaul.

Debido a que no se utilizaron otros órganos además de los pulmones, el caso de Michigan no brinda información sobre los protocolos de prueba para otros órganos.

En general, las transmisiones virales de los donantes de órganos a los receptores siguen siendo raras y ocurren en menos del 1 por cieto de los receptores de trasplantes, según muestran investigaciones. Los riesgos médicos que enfrentan los pacientes enfermos que rechazan un órgano de un donante son generalmente mucho más altos, dijo el doctor David Klassen, director médico de United Network for Organ Sharing, el contratista federal que administra la OPTN.

“Los riesgos de frenar los trasplantes son catastróficos”, dijo. “No creo que los pacientes deban tener miedo al proceso de trasplante”.