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De acuerdo con una investigación, la fatiga es el síntoma más frecuente entre quienes se han recuperado de la COVID-19, sin embargo, existen varias secuelas que continúan por largo tiempo, tanto físicas como psicológicas.

México, 17 feb (EFE).- Todas las noches, Alicia Carrera lucha contra el insomnio y por el día con un ruido en el oído y dolores en diferentes partes del cuerpo. Ella es una de los tantos pacientes que se contagiaron de coronavirus y hoy enfrentan un complicado desafío: las secuelas que deja la enfermedad.

En diciembre pasado, Alicia fue diagnosticada con COVID-19 y, aunque sus síntomas fueron leves, aún padece los estragos que dejó el coronavirus en su cuerpo.

«Nada ha sido grave o inaguantable, más bien leve pero presente. Digamos que al día de hoy no he logrado sentirme al 100 por ciento todavía», relató Alicia, quien se dedica a escribir libros de arte y vive en la Ciudad de México.

Contó que cuando tuvo la COVID le dio una sintomatología leve y, como mayoría de las personas, perdió el olfato y el gusto, tuvo algo de fiebre y padeció ardor en la piel y piquetes (dolor) en las articulaciones.

Detalle de las manos de Miguel, un paciente que tuvo COVID-19 y presenta secuelas musculares tras ser dado de alta en meses pasados. Foto: Mario Guzmán, EEF

Pero fue unos 10 días después de recibir su alta médica que comenzó a tener dolores en el pecho como si le «estuvieran ajustando un corsé» o si llevara «un corpiño apretado», además, dejó de dormir bien y sentía mucho cansancio, pero esos síntomas desaparecieron a finales de enero.

Sin embargo, todavía hoy padece insomnio, ruido en el oído y dolores en la rodilla y pierna izquierda.

MÁS DE 55 SECUELAS

De acuerdo con un estudio de investigadores independientes con expertos de varios países, la COVID-19 puede dejar hasta 55 secuelas y al menos cinco síntomas persistentes como la fatiga, dolor de cabeza, trastorno de atención, caída del cabello y disnea.

«Encontramos que hasta 80 por ciento de los pacientes tenían al menos un síntoma hasta 10 meses después de haber padecido la COVID-19», dijo este miércoles a Efe la doctora Talia Wegman-Ostrosky, coautora del estudio.

En el estudio, basado en más de 18 mil publicaciones de análisis médicos, se estimó la prevalencia de 55 efectos a largo plazo en 47 mil 910 pacientes.

Según la investigación, la fatiga es el síntoma más predominante después de que una persona se recuperó de la COVID-19, ya que estuvo presente en 58 por ciento de los casos.

De acuerdo con las autoridades de salud en México, de los 2 millones de personas que se han contagiado por coronavirus al menos tres cuartas partes se han recuperado de la enfermedad. Foto: Mario Guzmán, EFE

Le siguen el dolor de cabeza con 44 por ciento, trastorno de atención con 27 por ciento, la caída del cabello con 25 por ciento, y la disnea (ahogo o dificultad para respirar) con 24 por ciento.

Aunque pareciera que todavía es demasiado pronto para determinar cómo será la recuperación completa de estos pacientes, Wegman-Ostrosky aseguró que esto implica un gran reto para los sistemas de salud.

«Aunque la mayoría son problemas cardíacos, respiratorios, neumológicos, también están las afectaciones psiquiátricas como depresión, ansiedad y por eso es importante pensar en la prevención y la atención de estas secuelas», manifestó.

Señaló que algunos de los pacientes que estuvieron conectados a respiradores reportan dificultades para tragar o hablar alto, una consecuencia normalmente temporal de las lesiones o la inflamación que provoca el tubo respiratorio que pasa por las cuerdas vocales.

De acuerdo con las autoridades de salud en México, de los 2 millones de personas que se han contagiado por coronavirus al menos tres cuartas partes se han recuperado de la enfermedad, pero se desconoce cuántos viven con secuelas.

En el país hay también más de 175 mil muertos por la enfermedad, siendo la tercera nación del mundo por número de decesos después de Estados Unidos y Brasil.

Según la investigación, la fatiga es el síntoma más predominante después de que una persona se recuperó de la COVID-19, ya que estuvo presente en 58 por ciento de los casos. Foto: Ng Han Guan, AP

AFECTACIONES PESE A ENFERMEDAD LEVE

Carlos Rojas es un mexicano que vive en Montreal, Canadá, desde hace varios años. En junio pasado contrajo la COVID-19, sospecha que fue debido a su trabajo directo con migrantes que llegan a ese país y a los que ayuda a conseguir atención en salud.

«No tuve una enfermedad grave porque la carga viral fue muy baja», reconoció. Sin embargo, todavía tiene secuelas.

Afirmó que aún siente cansancio, sufre pérdida de cabello y cada vez que baja su sistema inmune se resfría «y te sientes peor, sientes todos los síntomas (del coronavirus)».

Del mismo modo, aseguró que tiene problemas de respiración por lo que no puede hablar muy fuerte sin sentir que se ahoga.

Reconoció que aunque estas secuelas no han modificado mucho su forma de vida, cada tarde debe tomar una siesta para minimizar su cansancio.

Carlos, quien es representante del Consejo Migrante en Montreal, dijo que ahora está a la espera de la vacuna contra la COVID-19, la cual, por su grupo de edad, le tocaría entre julio y agosto.

Sin embargo, reconoció que mientras deberá seguir lidiando con los estragos que dejó la enfermedad en su cuerpo y cuidándose, pues sabe que haberla padecido no significa que no pueda volver a contagiarse.

Wegman-Ostrosky consideró que es urgente comenzar a hablar de llevar a cabo un tratamiento poscoronavirus que abarque diversas áreas de atención debido a estas secuelas. Foto: Mark Schiefelbein, AP

«La gente debe estar consciente de que va a tener secuelas tras la COVID y por ello, debe ponderar cuidarse», manifestó.

TRATAMIENTO INTERDISCIPLINARIO

Wegman-Ostrosky consideró que es urgente comenzar a hablar de llevar a cabo un tratamiento poscoronavirus que abarque diversas áreas de atención debido a estas secuelas.

«Creo que la principal conclusión aquí es que la atención posterior a la COVID-19 es compleja», aseguró.

Señaló que se debe tratar a personas que tienen problemas cognitivos, problemas físicos, problemas pulmonares, problemas cardíacos, problemas renales e incluso traumas.

Exaltó que se debe voltear a ver a todos aquellos pacientes que vivieron la enfermedad en casa y que hoy, a la sombra de los sistemas de salud, luchan día a día con los estragos que dejó el coronavirus en sus cuerpos y mentes.

«Necesitamos darle la misma importancia a las secuelas físicas como a las emocionales e invertir fondos para su investigación y para dar apoyo de calidad a quien lo necesite», concluyó Alicia, todavía con secuelas.