Jorge Javier Romero Vadillo

14/01/2021 - 12:04 am

Autonomías

. Para el Presidente y su corte el triunfo electoral no fue la expresión de un ánimo social acotado en el tiempo, sino la concesión de un mandato para hacer tabla rasa del pasado e instaurar un nuevo orden basado en la soberanía indivisible del hombre providencial.

López Obrador concibe al Estado como monopolio y a la soberanía como indivisible. Foto: Andrea Murcia, Cuartoscuro.

Desde el principio de su Gobierno, López Obrador dejó clara su animadversión por los organismos constitucionales autónomos que fueron surgiendo durante las últimas dos décadas como parte del desarrollo institucional de la pluralidad democrática. Su concepción de la democracia como la expresión de la voluntad general que encarna en la personalidad del líder es incompatible con la idea liberal de desconcentración del poder, de la rendición de cuentas y de la existencia de contrapesos que eviten el poder omnímodo.

A dos años de Gobierno, ha quedado claro que el Presidente de la República entiende la democracia de manera muy parecida a las versiones vulgarizadas del pensamiento de Rousseau a las que tanto criticó en su tiempo Benjamin Constant por ser propicia al surgimiento de la tiranía de la mayoría. Para él cualquier límite institucional a su poder no es otra cosa que un obstáculo a vencer.

Esta visión del poder es compartida por buena parte del círculo más cercano al Presidente: cada vez que las huestes de propagandistas oficiosos del Gobierno salen a apalear opositores con el argumento de los 30 millones de votos se evidencia la idea predominante en buena parte de la coalición gubernamental de que la mayoría electoral obtenida en 2018 les ha conferido el derecho de aplastar a las minorías, de denostarlas noche y día y negarles cualquier legitimidad democrática. En un debate radial en el que participé cuando se cumplía un año de la victoria de López Obrador, uno de los intelectuales –es un decir– del Gobierno, ahora famoso por cobrar sumas sustanciosas por sus andanadas propagandísticas en la televisión pública, me espetó que ellos habían ganado la hegemonía a través del voto.

¿Qué quería decir el arrogante jilguerillo con ese aserto de aires gramnscianos? Pues algo así como que habían concretado la toma del poder, no con el asalto violento al Palacio de Invierno sino gracias a un aluvión de votos que los legitimaba de una vez y para siempre. La elección de López Obrador habría sido el momento del nacimiento de una nueva hegemonía de una vez y para siempre. Para el Presidente y su corte el triunfo electoral no fue la expresión de un ánimo social acotado en el tiempo, sino la concesión de un mandato para hacer tabla rasa del pasado e instaurar un nuevo orden basado en la soberanía indivisible del hombre providencial.

Hay detrás de estas concepciones una mala digestión de las teorías políticas que se enseñaban en las universidades públicas mexicanas en los años setenta del siglo pasado, cuando López Obrador estudió la carrera. Entonces todo aquello que tuviera que ver con división de poderes, límites al poder del Ejecutivo o democracia representativa y pluralista era visto como expresiones de la democracia burguesa, una forma de simulación que evitaba la instauración de la auténtica democracia, la que implicaba una toma del poder por el pueblo. En su versión más leninista, la auténtica democracia no podía ser otra que la dictadura del proletariado, ese gobierno de la mayoría cuyo objetivo sería eliminar a todos los enemigos del cambio verdadero. No dejo de oír ecos de esa lógica discursiva en las peroratas matinales del Presidente y en los alegatos de muchos de sus validos.

En esa concepción del poder, cualquier organismo que limite la voluntad transformadora del gran líder no puede ser más que ilegítimo, pues seguro responde a los intereses de los enemigos del pueblo. Cualquier contrapeso es entendido como un obstáculo para la realización de la voluntad transformadora. López Obrador concibe al Estado como monopolio y a la soberanía como indivisible. Por eso no puede aceptar que la democracia constitucional implica entender al Estado como un espacio de construcción de coaliciones, donde las diversas expresiones de una sociedad plural negocian y pactan reglas del juego y políticas públicas.

De ahí que López Obrador vea a los organismos constitucionales autónomos como aberraciones que menguan la capacidad soberana del gobernante. No entiende la relevancia de su carácter técnico especializado, de sus sistemas de profesionalización y de los mecanismos de nombramiento de sus órganos de dirección, que implican la formación de coaliciones políticas más amplias que las determinadas por una mayoría electoral. Si la oposición es ilegítima porque representa los intereses de los enemigos del pueblo, si esta está moralmente derrotada, como repiten sus corifeos, entonces cualquier proceso que requiera de su consenso debe ser desterrado.

Cada vez que escucho la cantinela lopezobradorista que concibe a su Gobierno como un hito histórico a la altura de las grades transformaciones enaltecidas por la historia caricaturesca de las estampitas de papelería, me da la impresión de que se basa en la idea de que este Gobierno no se puede agotar en seis años. López Obrador habla como si sus políticas no estuvieran necesariamente acotadas por la temporalidad de su mandato, como si sus acciones tuvieran la capacidad de trascender a su sexenio. De ahí que quiera construir un Estado a la medida de su enorme voluntad de poder, sin límites, sin restricciones técnicas, sin engorrosos procesos de transparencia, sin fastidiosas licitaciones. La grandeza de su visión no pude estar limitada por esas trivialidades burocráticas. Nada de especialistas que le traten de mostrar una realidad diferente a la de la visión que guía su misión. Necesita todo el poder para concretar su grandeza histórica.

Me temo, sin embargo, que vive un delirio. No veo en su coalición la fortaleza necesaria para la trascendencia y confío en la fuerte institucionalización de la no reelección presidencial como límite a sus aspiraciones de concentración del poder. La grandilocuente cuarta transformación acabará por ser uno más de los eslóganes sexenales que quedarán en el olvido cuando su promotor abandone la Presidencia, incluso si logra decidir su sucesión. Sin embargo, en el camino habrá hecho una terrible labor de demolición que dejará meros escombros y, cuando mucho, alguna estructura contrahecha.

Jorge Javier Romero Vadillo

Politólogo. Profesor – investigador del departamento de Política y Cultura de la UAM Xochimilco.

https://dev.sinembargo.mx/author/javierromero/

8 comentarios "Autonomías"

  1. Si pides contrapesos, ahi están los gobernadores y alcaldes de la oposición. Tambien los diputados y senadores de oposición. El legislativo también lo es. SI HAY OPOSICIÖN. Pero dá lástima. Para que quieres más oposición? Pídele a la oposición MÁS CALIDAD!

    1. Soy chairo y ? Que quede claro ; aquí , en México , y por el bien del pueblo , se aplicarán las medidas necesarias , aunque sean antidemocráticas. Si tenemos que recargarnos en la izquierda , iremos más allá que la izquierda castrista. Y de una vez : no dudaremos en apoyar la reelección de nuestro líder por 12 años más , cueste lo que cueste, les guste o no les guste . Al diablo con la democracia liberal , que tanto daño le ha hecho a México ¡¡

  2. Leo demasiadas hipérboles en su columna de hoy señor profesor, y que no se compadecen de lo que los ciudadanos confirmamos prácticamente a diario: el uso ilegítimo y fraudulento de los recursos destinados a aquellas instituciones. Aquí una de sus frases hinchadas y mendaces: «Para él [AMLO] cualquier límite institucional a su poder no es otra cosa que un obstáculo a vencer.» ¡Falsa reducción al absurdo! Sobre todo cuando es imposible negar que el esfuerzo regenerador de la 4T proviene de la CONSTATACIÓN de que muchas de esas instituciones NO están cumpliendo a cabalidad con su función, y más bien han servido de cotos de poder y de opacidad y, como en el caso del INE, manejan presupuestos y sueldos para sus altos funcionarios que SON INCOMPATIBLES con una MAYORÍA EMPOBRECIDA y que FUE NULIFICADA por décadas de la arena política nacional, impidiéndole de este modo incidir y corregir aquellas desviaciones NOCIVAS para un régimen democrático «stricto sensu» y, destacadamente, para GARANTIZAR LA EFICACIA de los propios órganos constitucionales autónomos. ¿O las mayorías no tienen nada que decir acerca de la PROBIDAD O NO PROBIDAD de esos órganos y sus representantes? Qué conveniente resulta para su aumentativa argumentación, señor profesor, no mencionar que el primer acto del INAI fue solapar a los grandes evasores de impuestos, las POBRECITAS MINORÍAS TAN GOLPEADAS que ideaban y financiaban fraudes electorales con EL ÚNICO PROPÓSITO de que Gobiernos con eslóganes sexenales, indignos incluso de las estampitas de papelería, continuaran manteniendo sus INMORALES PRIVILEGIOS, confiriéndole así su espantable sello de origen a un organismo que tradicionalmente ha entregado RESULTADOS muy inferiores a lo que de él se esperaría, dados los millonarios recursos asignados. Ahora aprendan a jugar con las reglas que son para todos, como se los sugirió Pablo Gómez en el Congreso. ¿O van a seguir quejándose porque el popular «dietólogo del presupuesto» les limita el consumo de ALIMENTOS TÓXICOS para que después NO tengamos que pagar entre todos por su rehabilitación?

    1. Tengo un primo con problemas de obesidad, y cuando se siente culpable y deprimido por ella, se compra una caja con 24 donas surtidas, suculentas si son sopeadas en un buen champurrado, asegura él. De esta manera se alegra el tiempo que tarda en dar cuenta de sus amigas. Tres minutos después del agasajo, ya se le encuentra otra vez angustiado pues no es pendejo y se da cuenta del daño. ¿Hay que decir que lo mismo les ocurre a los organismos autónomos constitucionales «sobrealimentados», ineficientes y a fin de cuentas demasiado caros para unas arcas «republicanas» que se precien de ser tales? Los ahorros de la 4T recortando gastos superfluos en los niveles más altos son un logro indudable alcanzado en tan solo dos años, y sin embargo los medios adeptos a la «oposición» lo ningunean. Van a tener que reconocer en algún momento sus excesos, cuando se les demuestre que se puede seguir ahorrando sin perjudicar sus funciones básicas. Y lo mismo les sucederá a las avecillas canoras de la «oposición» que comentan la nota y defienden con más o menos vergüenza torera aquella condición de obesidad mórbida de los «honorables» organismos constitucionales autónomos en toda clase de foros, medios y formatos, y que intentan convencernos de que conservando su rica y abundante dieta en privilegios y partidas, que incluyen la renta de campos de golf (ah, las doradas mieles de la autonomía), van a cumplir mejor las funciones para las que fueron creados con patriótica convicción (Recordar a Mr. Fox inaugurando el INAI y luciendo una elegante verónica en medio de la plaza fifí y «democrática-liberal» que le aplaudió a rabiar). La metáfora gastronómica que sugiero no pretende insultar u ofender a ningún fanático de las sabrosas donas o a personas con problemas de peso en general, sólo intenta ilustrar gráficamente un círculo vicioso, ya muy estudiado en México, y que encuentra su ruta de escape imaginaria en el mismo factor tóxico que las mantiene enfermas. ¿Y por qué están enfermas las instituciones? Porque a las mayorías, que son quienes las pagan con su esforzado trabajo, no les sirven de un caraxo pues LAS DICHOSAS MINORÍAS que las defienden mantienen con ellas, no una relación virtuosa e incluyente sino estrictamente PARASITARIA. Esto es lo que el maestro Romero Vadillo nos escamotea en su análisis tan sesgado. Saludos

  3. Con todo respeto, pero de ejemplo el INE.- Basta observar la delincuencia y criminalidad sin límite desbordada en Nuestra Nación seriamente consumida en sangre y llamas. Los únicos que autorizan al servicio público ha sido el INE, al ridículo estilo «haiga sido cómo haiga sido». Muchos inombrables: espurio borolas-margara zavala, los moreno valle, alfaro, riki-rikin-kanallin, mari-kiko kortes, alito-moreno, borges, javidu, cabeza de vaca, etc. Han ingresado al servicio público por lorenzo cordova RACISTA enquistado en el INE. La institución es fallida gracias a él.

  4. ¿y que han hecho los organismos autonomos por el pueblo ? ¿a poco profeco te resuleva ago o conducef o e ine que voltea para el otro lado cuando el pri y el pan rebasan gasstos de campaña , no s cuestan un dineral y a los mexicanos de a pie no nos benefician en nada, ahh pero eso si, se creen superiores a cualquiera porque ganan esos supersueldos, pues que vayan a ganarselos con sus amos

  5. criticas y criticas y no comparas nuestros organoos autonomos con notros paises para dejarnos claros que si funcionan

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