Doreide, Karla y Salma forman parte de los 15 mil voluntarios mexicanos de la vacuna CanSino Biologics, una de las tres que se aplicarán en México el próximo año. En entrevista para SinEmbargo, las tres mujeres narran cómo fue el proceso que siguieron y aunque hasta dentro de un año (diciembre 2021) sabrán si la dosis que recibieron fue la vacuna contra la COVID o un placebo, ellas están felices de formar parte de este estudio que, en caso de que funcione, ayudará a salvar millones de vidas.
Ciudad de México, 20 de diciembre (SinEmbargo).– «Si tienes 18 años o más participa como voluntario en los estudios de vacunas COVID-19», decía la convocatoria en redes. Con miedo, pero sin dudarlo, Doreide, una abogada originaria de Veracruz; Salma, licenciada en Artes Visuales, y Karla, profesora en una universidad de la Ciudad de México, decidieron ser parte de los 15 mil voluntarios mexicanos de la vacuna CanSino Biologics, uno de los tres laboratorios con los que el Gobierno federal ya firmó contratos de compra.
«Si yo puedo y estoy en la posibilidad de hacerlo lo voy a hacer, de algo va a servir para la humanidad», dijo en entrevista Karla Villar, de 44 años. «Si eso ayuda a salvar vidas, pues adelante, no hay que ser egoístas, porque en esta pandemia hay desde el egoísta que no se pone cubrebocas porque dice que lo ahoga, hasta el que aún sintiéndose mal no le importa y va a meterse a una oficina», coincidió Doreide Berenice Durán Rodríguez, de 30 años.
Salma en Morelia (Michoacán) y Doreide y Karla en la Ciudad de México participaron en un estudio doble ciego, por lo que no sabrán hasta dentro de un año si las dosis que les aplicaron fue de la vacuna contra la COVID de CanSino Biologics o un placebo.
México firmó el pasado 9 de diciembre un contrato de compra para adquirir 35 millones de dosis de vacunas de la farmacéutica china CanSino Biologics. Los otros dos contratos firmados son con AstraZeneca (77.4 millones de dosis) y la estadounidense Pfizer y su socio BioNTech (34.4 millones de dosis). Otras dos (Moderna y Novavax) también estarían disponibles porque forman parte del portafolio de COVAX y CEPI, y con tres más (Janssen, CureVac y Sinovac) se analizan ofertas comerciales. Además, el Fondo de Inversión Directa de Rusia (RFPI, por sus siglas en ruso) y la empresa farmacéutica Landsteiner Scientific anunciaron el 9 de septiembre la firma de un acuerdo para proporcionar a México 32 millones de dosis de la vacuna Sputnik V.
También hay 19 proyectos mexicanos contra la COVID, entre vacunas y tratamientos, que el Gobierno impulsa a través de la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AMEXCID).
SinEmbargo entrevistó a tres voluntarias de la vacuna CanSino Biologics quienes recibieron las dosis en los últimos 15 días, dos en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, ubicado en la Ciudad de México, y otra más en la organización AINPAD en Morelia (Michoacán). A continuación se reproducen los testimonios de cada una.
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–Doreide Berenice Durán Rodríguez, de 30 años, abogada originaria de Veracruz.
Doreide se enteró de la convocatoria de CanSino Biologics a través de la cuenta de Twitter del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán y aplicó para la convocatoria. Fue hasta el día 3 de diciembre cuando recibió un correo en el que le confirmaron que había sido aceptada.
«Me llegó un correo electrónico en el cual me decían que había sido seleccionada y me pedían que me presentara el día miércoles 9 a las 2 de la tarde en el Instituto Zubirán. Me pedían llevar una identificación oficial y cubrebocas», contó Doreide.
Al llegar al Instituto, Doreide se unió al grupo de 15 personas y recibió una plática por parte del médico responsable del estudio. «Nos explicó en qué iba a consistir el ensayo clínico, primero dijo que era totalmente voluntario, que en cualquier momento nos podíamos retirar y que era una sola dosis la que nos iban a aplicar, no es como otras vacunas que son dos. Nos dijo que a algunos les tocaría el placebo y a otros la vacuna». A las mujeres además se les practicó una prueba de orina para descartar un embarazo.
Una vez inyectada la dosis, a Doreide, una abogada de 30 años que radica en la Ciudad de México, se le asignó un número con el cual se identificaría a partir de ese momento y hasta que se complete el año del estudio. La semana del 6 al 12 de diciembre comenzó el primer monitoreo, que en su caso se realizó vía telefónica. La próxima cita presencial será al finalizar el estudio, en diciembre de 2021.
«Una vez que nos vacunaron nos dieron un carnet por parte del Zubirán, ya con el número de folio. Nos dijeron: ‘En este momento ya no los vamos a llamar por su nombre, sino por el número de folio porque ustedes ya están registrados en la base de datos general y ni ustedes ni nosotros vamos a saber a quiénes se les puso placebo o a quiénes vacuna», contó Doreide.
«No me dolió para nada», dijo. «Yo le pedí a la chica verlo, nos dijeron que no fotografías y desde que entras a consultas te dicen que a partir de ahí no se usan teléfonos. Es una vacuna que viene en cristal, es como del tamaño de las inyecciones para insulina, es chiquita».
Doreide sigue con su vida normal. No sabe si la dosis que le aplicaron fue placebo o la vacuna contra la COVID de CanSino Biologics. Lo único seguro es que el laboratorio se comprometió a darle atención médica en caso de que enfermara de COVID-19 y si recibió placebo no se preocupa porque ya tiene asegurada su vacuna una vez finalizado el estudio.
Al preguntarle por qué decidió formar parte de los voluntarios de la vacuna, Doreide responde sin pensarlo: «Aportar para que este problema se acabe, porque esta situación no se va a acabar unilateralmente y es cuestión de solidaridad. Es algo que se necesita hacer de urgencia y si yo estoy en las condiciones de edad y no soy tan vulnerable, pues me ofrezco, que la prueben en nosotros y si eso ayuda a salvar vidas, pues adelante».
–Salma Lombera, de 30 años, licenciada en Artes Visuales originaria de Morelia.
Una familiar le comentó a Salma que estaban buscando voluntarios para la vacuna contra la COVID, le dio el teléfono y llamó. Recibió un documento vía correo electrónico donde le explicaron todos los procesos y la citaron el 1 de diciembre para que acudiera a la organización AINPAD ubicada en Morelia.
«El proceso fue rápido», recordó Salma. «El único requisito es ser mayor de edad, tener buen historial de salud, no estar embarazada y no tener enfermedades crónicas».
Salma explicó que el día de la aplicación no tuvo ninguna reacción, que al día siguiente tuvo un dolor ligero en el brazo donde le aplicaron la vacuna y un pequeño dolor de cabeza que se le pasó rápido. Después de eso no ha tenido ningún malestar.
Al igual que con Doreide, Salma tiene un monitoreo cada semana vía WhatsApp. «Ellos están disponible 24/7 para cualquier cuestión que tenga. También tenemos un seguro médico de COVID».
Como la mayoría de los voluntarios de la vacuna contra la COVID, Salma decidió formar parte de este estudio «para aportar algo en la cura de esta pandemia» y que disminuyan las muertes, que ya suman más de 1.6 millones en todo el mundo. «Si de esta manera la gente deja de morir y se puede volver a la vida que teníamos antes, pues eso me motivó».
–Karla Villar, de 44 años, profesora de Metodología de la Investigación a nivel licenciatura en la CdMx
Karla se enteró de la convocatoria de la vacuna CanSino Biologics en Twitter. En noviembre respondió un cuestionario vía correo electrónico en donde le adjuntaron un archivo de 18 páginas donde le explicaron todo el proceso. El martes 8 de diciembre acudió al Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán para la aplicación de la dosis.
«Nos dijeron que esta vacuna está basada en la cepa original de China, la primera que se detectó en Wuhan, que es por RNA, pero está compuesta por la espícula del virus. La apuesta de esta vacuna es cerrarle el paso a la espícula», dijo.
Al igual que Doreide y Salma, Karla lleva un monitoreo cada semana para cualquier reacción que se presente, sobre todo si tiene síntomas de COVID.
Para Karla, el ser voluntaria es una oportunidad para contribuir a que la pandemia no acabe con la vida de más personas. «Si yo puedo y estoy en la posibilidad de hacerlo lo voy a hacer».
Otra motivación que tuvo Karla, contó, «es que por primera vez el sector salud ha sido muy honesto».
«A pesar de que muchas cosas pueden ser mejor, siento por primera vez hay esa confianza de que sabes quiénes son los actores del sector salud, no solo es el doctor (Hugo) López Gatell. Hay una responsabilidad muy explícita. Si esto hubiera pasado en otro sexenio yo creo que no lo hubiera aceptado, por ejemplo, en 2010 cuando fue lo de la influenza yo desconfiaba mucho, traté de hacer las recomendaciones del sector salud y al mismo tiempo dudaba».