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En los primeros episodios de Bly Manor, Hannah muestra ciertos comportamientos peculiares. Rara vez come, ve extrañas grietas en las paredes que luego desaparecen y, a menudo, entra y sale de las conversaciones… se ausenta como si su mente estuviera en otro lugar.
Madrid, 21 de octubre (Europa Press).- Tal como ocurrió con su predecesora, La maldición de Hill House, La maldición de Bly Manor está cargada de misterios que se desentrañan a lo largo de los nueve capítulos de la serie de Netflix. Pasado y presente se confunden en ocasiones en esta maraña de recuerdos y ensoñaciones plagadas de inquietantes presencias sobrenaturales.
En la vieja mansión, en la que los fantasmas se esconden a plena luz del día, aguardan muchas sorpresas e improbables giros… y uno de ellos tiene como protagonista a la ama de llaves de la casa, Hannah Grose, el personaje interpretado por T’Nia Miller.
En los primeros episodios de Bly Manor, Hannah muestra ciertos comportamientos peculiares. Rara vez come, ve extrañas grietas en las paredes que luego desaparecen y, a menudo, entra y sale de las conversaciones… se ausenta como si su mente estuviera en otro lugar.
Es en el quinto episodio, un capítulo enrevesado en el que la ama de llaves vaga adelante y atrás en el tiempo a través de sus recuerdos mientras abre y cierra puestas, cuando llega la gran revelación: Hannah es un fantasma y ha estado muerta desde que Dani, la nueva niñera, llegó a la mansión.
Justo antes de que apareciera Dani, el perverso espíritu Peter Quint poseyó el cuerpo Miles y tuvo un tenso encontronazo con Hannah, con quien ya se había enfrentado duramente en el pasado, cuando él estaba con vida. Peter usó a Miles para empujar a Hannah a un pozo, donde muere tras una terriblle caída.
Lo último que el personaje de T’Nia Miller ve es una grieta a un lado del pozo, lo que explica que esa misma grieta se le aparezca en varios lugares de la casa. Es su último recuerdo, que interfiere cuando hace repaso a sus memorias.
A diferencia de muchos de los otros fantasmas que habitan en Bly Manor, Hannah pasa la mayor parte de su tiempo sin saber que está muerta. Es más, el resto de personajes de carne y hueso (Dani, los niños, el cocinero y la jardinera) tampoco saben que es un fantasma.
Hannah nunca llegó a ver su cadáver, ya que el momento de su muerte coincidió con la llegada de Dani -hay que recordar que estaba justo mirando por el agujero del pozo cuando la risueña Flora le presenta a la nueva niñera- por lo que nunca se enfrentó completamente a su destino.
En el quinto episodio, sin embargo, eso cambia. Hannah busca entre sus recuerdos y se obliga a afrontar su muerte cara a cara, lo que -a partir de entonces- le permite ayudar a Dani, Miles y Flora.
Por desgracia, la muerte de Hannah también le hace imposible tener la relación con Owen que ambos querían. No solo nunca pudo abandonar Bly Manor, sino que desapareció junto con los otros fantasmas cuando Dani asumió el alma de Viola, rompiendo así la maldición del lugar.