Gustavo De la Rosa
01/09/2020 - 12:01 am
A las madres de los desaparecidos
He visto tan de cerca el dolor de las madres que pierden a sus hijos e hijas.
Lo peor que le puede suceder a una madre es que desaparezcan a su hija o hijo, porque todos los días al despertar su primer pensamiento será que ese día puede volverlo a ver, y aunque la esperanza le impulse, al terminar la jornada irá a la cama con la frustración y la angustia de que su hijo o hija no regresó y en ese momento revivirá el dolor que sintió aquel primer día que desapareció. La esperanza nunca morirá, aunque le reduzca a rogar, por lo menos, por el cadáver de su hija o hijo.
He visto tan de cerca el dolor de las madres que pierden a sus hijos e hijas, desde aquellos primeros días de la guerra sucia de Echeverría y López Portillo contra los guerrilleros que tomaron las armas después de Tlatelolco, a quienes les borraron sus derechos humanos y sus vidas por decreto presidencial, hasta las víctimas de los feminicidios en la región, que no me atrevo a escribir una palabra más.
Pero tampoco me atrevo a dejar pasar la ocasión para recordar a todos los hombres y mujeres ausentes, a todos los jóvenes que han desaparecido desde los noventa por haberse involucrado con “malas compañías”, a los que se esfumaron durante la toma militar de Juárez o que han sido desaparecido por narcotraficantes. Son cientos, miles, los que son esperados día a día por sus madres angustiadas.
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