Según el médico, formado en Medicina por la Universidad Federal de Goiás, la COVID-19 es un virus que vino para quedarse, por lo que los humanos tendrán que aprender a convivir con él y las vacunas no harán que el virus se marche «de la noche a la mañana».
RIO DE JANEIRO, 30 de agosto (Xinhua) — La población adulta saludable tiene que mentalizarse que será la última en vacunarse contra la enfermedad del nuevo coronavirus (COVID-19) y por lo tanto no debe aflojar las medidas de distanciamiento cuando comiencen a circular las primeras dosis de las vacunas, explicó a Xinhua el infectólogo Pedro Rezende.
En una entrevista, Rezende afirmó que «muchos grupos de adultos saludables creen que la vacuna llegará para ellos en el primer momento, y esto no será así, las vacunas irán llegando poco a poco y probablemente los grupos prioritarios y más vulnerables las recibirán antes».
Según el médico, formado en Medicina por la Universidad Federal de Goiás, la COVID-19 es un virus que vino para quedarse, por lo que los humanos tendrán que aprender a convivir con él y las vacunas no harán que el virus se marche «de la noche a la mañana».
«Las vacunas tal vez sean el camino para controlar la pandemia, es un virus que vino para quedarse, no desaparecerá y tendremos que convivir con él. Es imprescindible tener una vacuna y remedios eficaces para luchar contra él, inhibirlo. El camino más promisor sin duda son las vacunas, aunque es difícil prever cual tendrá el mejor resultado», explicó.
De acuerdo con el especialista, «algunas de las vacunas que están siendo probadas quizás tienen resultados muy buenos para formas graves de la enfermedad, con tasas del 70, 80 o 90 por ciento de prevención de muertes y hospitalización, otras pueden tener más eficacia entre adultos y no tanto en ancianos (…) Estos estudios que se están haciendo actualmente nos dirán cuál vacuna tendremos disponible y para qué población será».
Con base en los antecedentes de otras enfermedades, «las vacunas se sumarán como medidas de prevención, pero no será algo mágico que hará que de la noche a la mañana acabemos con la pandemia, no afectarán igual a todos», comentó.
En este sentido, Rezende consideró que es muy importante conocer «los resultados de los test de eficacia que se están desarrollando actualmente en varias partes del mundo».
«Podemos tener eficacia por ejemplo en adultos jóvenes y en adultos de más edad, no tanta. En general, la eficacia de las vacunas empeora con la edad del paciente, el envejecimiento del sistema inmune perjudica la respuesta a las vacunas. Podemos evaluar la eficacia sobre el resultado de lo que queremos prevenir, a veces la muerte, en otras la hospitalización, otras para prevenir la transmisión», indicó.
Al tener muchas vacunas en la fase clínica de estudios debemos esperar los resultados para saber «su eficacia, su público, su duración», precisó.
Según el médico brasileño, «son conocimientos que todavía no tenemos sobre las inmunizaciones, y necesitamos el tiempo de la ciencia para que estos datos sean demostrados. La eficacia puede ser medida sobre diferentes aspectos, y esto nos orientará, a quien vacunar, a qué grupos o las dosis necesarias».
Rezende agregó que «no conocemos todavía la duración de la protección inducida por la enfermedad, sabíamos que las personas infectadas no están reinfectándose, aunque últimamente vimos algunos casos de reinfección. No sabemos a la larga si las personas seguirán inmunes, por lo que el número de personas inmunizadas, sea naturalmente por la infección o a través de la vacunación, hará que el virus disminuya mucho las posibilidades de circular entre nosotros, porque encontrará obstáculos en su circulación, no se transmitirá fácilmente de persona a persona, porque encontrará personas inmunes».
Consideró que «quizás vacunando entre el 40 y el 60 por ciento de la población ya logremos frenar la circulación del virus, calmar la pandemia, y en adelante, tengamos programas de vacunación de rutina introducidos poco a poco. Esto es una discusión interesante cuando llegue la vacuna, determinar los grupos prioritarios que deben recibir primero la vacuna, los profesionales de salud, los ancianos, los del grupo de riesgo».
Por último, el especialista aseguró que es muy importante ver cómo reaccionarán a las primeras pruebas de la vacuna los «grupos de riesgo como los diabéticos, cardiópatas, los que tienen enfermedades cardíacas y renales previas (…) Estos grupos no solamente son más vulnerables a la enfermedad, también responden peor a las vacunas, y probablemente tendrán un desempeño menor».