Amairany Roblero González desapareció el 1 de agosto de 2012 cuando salió del Tecnológico de Iztapalapa; la joven iría al CETIS 42 por unas fotografías, pero jamás llegó. A la fecha no hay rastro de ella, pero Cecilia González, su madre, no para de buscar.
Ciudad de México, 24 de agosto (SinEmbargo).- Cecilia González, de 58 años, vive con el temor de no volver a saber de su hija Amairany Roblero González, desaparecida desde hace ocho años en la Alcaldía Iztapalapa en la Ciudad de México.
«Pasan los días, los meses, los años y no tener noticia de ella es el pesar más grande. Ya nada es igual. No me quiero morir sin saber de mi hija, estrecharla y abrazarla”, compartió Cecilia a SinEmbargo.
Dormir todos los días con la incertidumbre por desconocer el paradero y qué pasó con una hija o hijo desaparecido es un sentimiento indescriptible. Consume de a poco o de a mucho. Cecilia se dice agotada, cansada y muy triste, pero la esperanza de encontrar a su hija la fortalece para seguir adelante.
“Desde el momento que ella desapareció sentí que algo dentro de mi salió y a la fecha no está en su lugar. Tengo más hijos, pero su ausencia es un hueco que no se llena. Es algo que nos arrancaron del corazón. No hay palabras para explicar este sufrimiento”, añadió.
Amairany es la tercera de cuatro hermanos. De tez morena, ojos grandes color café y cabello castaño oscuro, ella tenía 18 años cuando desapareció. Había terminado una carrera técnica en administración de empresas en el CETIS 42 y había ingresado al Tecnológico de Iztapalapa.
“Su ilusión era estudiar. Me decía que quería tener una carrera para obtener un buen trabajo para apoyarnos porque no quería que nosotros (sus padres), que ya somos mayores, trabajáramos tanto”, dijo la madre.
Cecilia recordó que su hija era muy inteligente y competitiva. Desde que iba al kínder le gustaba concursar y participar en eventos escolares.
Tranquila y reservada es como la describe su madre. “Ella siempre estaba en casa, no iba a fiestas seguido. A veces salía sola, pero no siempre y no iba lejos. Cuando acudía a fiestas o reuniones era con nosotros”.
IBA POR SUS FOTOS DE GRADUACIÓN
Amairany estaba en el curso propedéutico en el Tecnológico. El 1 de agosto acudió a la institución educativa de manera regular; posteriormente iría al CETIS 42, según tenía planeado.
Por la mañana le comentó a su mamá que iría al CETIS por las fotos de graduación. Cecilia le preguntó si quería que la acompañara, pero la universitaria se negó, pues le dijo que sería un trámite sencillo.
“No, madre. Va a ser rápido. Saliendo del curso (en el Tecnológico) me voy para allá. Como a las 4 o 5 de la tarde ya estoy acá (en la casa)”, le dijo la joven a su madre, recordó Cecilia.
Cecilia llegó cansada de su trabajo alrededor de las 8 de la noche. Su esposo, Mario González, el hijo menor y su nuera ya estaban preocupados porque la chica no había llegado a casa.
«Le marcaron y no contestaba. Mi hija la mayor también le había marcado y la mandaba a buzón”, detalló la entrevistada.
Cecilia intentó llamarle, pero tampoco tuvo respuesta. Los padres y una vecina acudieron a la escuela para preguntar por la joven. “Paramos un taxi y fuimos a buscarla a la calle, a las delegaciones, a hospitales y en la escuela, al CETIS 42, pero ahí ya no había nadie”, narró.
Los allegados buscaron a la chica hasta las tres de la mañana y regresaron a casa. “Esa noche la pasé en vela pensando que iba a llegar mi hija”.
Al día siguiente Cecilia acudió al Tecnológico para preguntar por la estudiante, que esa jornada no se había presentado. La madre logró hablar con sus compañeros, quienes le dijeron que el día anterior la vieron a la salida, sobre la calle Telecomunicaciones, desde donde enviaba un mensaje con su celular.
Los amigos, relató Cecilia, le preguntaron si quería que la acompañaran, pero ella les respondió que no, que iría “hacer un mandado”. Los compañeros se despidieron de ella y ya no supieron más, según le contaron a la madre de la chica.
“Desde ahí empezó mi martirio. Mi calvario a diario”, abundó la entrevistada.
OCHO AÑOS Y NADA…
“Tiene cicatriz en pómulo derecho, escaso cabello del lado derecho y los dedos de las dos manos desviados”, se lee en la ficha de búsqueda que emitieron las autoridades en relación a la desaparición de la estudiante del Tecnológico.
Cecilia sigue sin respuestas sobre la desaparición de su hija. A la vuelta de ocho años no hay datos certeros que den luz para dar con su paradero: “No tenemos ninguna pista o algo que nos lleve a su localización”, dijo la madre.
No hay una línea sólida de investigación o una hipótesis clara, comentó la señora, sin embargo, aclaró que a la fecha el único cambio en su caso es que la atención de las autoridades de investigación en la Ciudad de México mejoró.
“Sí han investigado. Sí han hecho muchas diligencias e indagatorias, como de la sábana de llamadas y todo eso, pero no tenemos nada que nos diga algo sobre ella. Ahorita solo han tenido hipótesis, pero nada más”, manifestó.
Y reiteró: “La licenciada (Ministerio Público) que lleva el caso sí ha hecho muchas investigaciones, ha ido a ver a varios puntos, pero nada que nos lleve a su localización. Yo estoy igual que desde el primer día”.
Las autoridades de la entonces Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México minimizaron el caso y la revictimizaron al inicio de la investigación. Cecilia González es una de miles personas familiares de mujeres víctimas de desaparición que tuvo como respuesta la recurrente pregunta o frase de “quizá se fue con el novio”.
“Al principio fue doloroso porque había autoridades me decían que se fue con su novio”, dijo.
La mujer recordó que había un policía de investigación que siempre le decía lo mismo, “está con el novio”, hasta que ella se hartó y le contestó: “Entonces lléveme con él. Si tanto me dice que esta con el novio, entonces tráigala. Y si no sabe dónde está, entonces no me diga eso”.
El trato de los servidores públicos que atienden el caso es diferente, comentó la madre. “Ahorita ya nos apoyan si uno no le entiende. La MP que lleva el caso es más amable, nos explica más a fondo las cosas”.
Y añadió: “además con el tiempo uno va aprendiendo a abrirse camino”.
Cecilia, al igual que miles de madres de personas desaparecidas, tiene esperanza de encontrar a su hija, por ello pidió a la ciudadanía su apoyo. “Que se pongan la mano en el corazón y que nos apoyen a buscar a tanta niña y personas desaparecidas. Pedirles que si ven a mi hija o si alguien sabe de ella que avisen o informen a las autoridades, que lo hagan por humanidad”.
Cecilia también clamó a las autoridades para que desaparición no vaya a quedar empolvada en expediente sin resolver: “Que no nos quiten la ayuda, que el caso no se quede en el olvido, que siga la investigación, incluso más a fondo”, dijo.