Hábitat

La minería deja a los poblados mexicanos luciendo como otro planeta. Con tierra gris e infértil, con agua tóxica inundando hábitat de seres vivos o con habitantes enfermos de la piel, pulmones y demás. Provoca tajos profundos a lado de pueblos con escasez de agua potable o comunidades divididas y desplazadas. Así se ve la minería en México, han documentado fotógrafos.

Ciudad de México, 23 de julio (SinEmbargo).– La presencia de la actividad minera en México ha dejado una estela de daños irreversibles en territorios rurales de sur a norte, principalmente contaminación de agua y suelos, deforestación, enormes montañas de minerales altamente tóxicos, desplazamiento de comunidades, conflictos sociales, graves afectaciones a la salud y muy escasos beneficios económicos locales y para el país, expone la plataforma «Así se ve la minería en México».

A casi 30 años de la Ley Minera, que otorgó a esta operación el carácter de utilidad pública y preferente por encima de la agricultura u otra actividad, y permite concesiones de 50 años, fotógrafas y fotógrafos comparten desde sus ojos con 63 imágenes cómo quedan los poblados mientras las mineras naciones y trasnacionales exploran y extraen minerales, usados en la vida moderna.

«¿Cómo conciliar entonces las ganas de acceder a la conectividad con la conciencia del costo ambiental y social que implica?, ¿cómo organizar el uso de los recursos naturales de manera que se respeten los límites del planeta?», cuestionó Dolores Rojas de la Fundación Heinrich Böll.

La documentación colectiva presentada este jueves fue apoyada por el Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible, la Fundación Heinrich Böll, Fundar y el Observatorio Universitario de Sociedad, Medio Ambiente e Instituciones (SUSMAI) de la UNAM.

CATEGORÍA: CONTAMINACIÓN AMBIENTAL

Mientras la actividad minera enriquece a millonarios como Germán Larrea (Grupo México) o Alberto Baillères (Grupo Peñoles), también consume grandes cantidades de agua que desecha en forma de drenaje ácido. Estos residuos pueden llegar a contaminar las aguas superficiales y subterráneas de los territorios con metales tóxicos.

A la fecha, 576 proyectos mineros se encuentran ubicados en zonas donde los acuíferos tienen déficit hídrico, documentan las organizaciones.

Tajo abierto en Monocampo, Chihuahua. Foto: Anónimo, «Serie Antropoceno».
Proyecto de la compañía Cales, que acumula 20 observaciones de Profepa, en Chapa de Corso, Chiapas. Foto: Alejandro Ariel Silva Zamora, «Parece otro planeta».
Contaminación minera en Carrizalillo, Oaxaca, por un proyecto de minería a cielo abierto. Foto: Carlos Ariel Ojeda Sánchez, «Serie concesiones mineras».

En la pasada década ocurrieron más de 200 accidentes relacionados con las actividades mineras en México. Entre esos accidentes se ubican los escurrimientos de jales y derrames de compuestos tóxicos en ríos y otros cuerpos de agua. Destaca el derrame de tóxicos en los ríos Sonora y el colapso de los túneles de una mina de carbón operada por Grupo México, que ocasionó la muerte de 65 mineros que se encontraban dentro. Se estima que el rescate en Pasta de Conchos coordinado por la Secretaría del Trabajo tome cuatro años.

La minería de tajo a cielo abierto propicia la erosión y contaminación de los suelos y arrasa de manera permanente con la orografía de los territorios en los que se realiza. La deforestación causada por esta industria afecta tanto el hábitat local de cientos de especies como los flujos de agua que abastecen a diversas comunidades.

Destrucción del paisaje por el proyecto de la mina «La caridad» de Grupo México en Sonora. Foto: Anónimo, «Serie heridas».
Obra en San Luis Potosí tomada a 500 metros de altura del cerro San Pedro destruido. Foto: Octavio Ramos Castillo, «Mina Cerro de San Pedro».
Especies exóticas en vertederos de jales de Grupo México. Foto: Laura Verónica Arvizu Valenzuela, «Serie Sobre mi tierra».

Por ejemplo, el 60 por ciento de la exploración minera que se realiza es para obtener oro, y el 70 por ciento de este metal dorado se extrae mediante la técnica de tajo a cielo abierto, que es la práctica más devastadora para los territorios. La minería de tajo a cielo abierto propicia la erosión y contaminación de los suelos y arrasa de manera permanente con la orografía de los territorios en los que se realiza. La deforestación causada por esta industria afecta tanto el hábitat local de cientos de especies como los flujos de agua que abastecen a diversas comunidades.

Para obtener una onza de oro se utilizan 40 kilogramos de explosivos (contaminación sonora), se consumen de 150 a 200 mil litros de agua y se emiten alrededor de 650 kilogramos de dióxido de carbono a la atmósfera, junto con otros gases altamente tóxicos.

Complejo minero en Lázaro Cárdenas, Michoacán. Foto: Laura Verónica Arvizu Valenzuela, «Río Blanco».
Trabajador en una mina subterránea de carbón. Foto: Cristóbal Gunter Trejo Rodríguez, «Minas de Nueva Rosita».
Tajo a cielo abierto en Zacatecas de la mina Peñasquito. Foto: Lucía Vergara García, «Serie Mina Peñasco».

CATEGORÍA: IMPACTOS A LA SALUD

La actividad minera produce grandes cantidades de polvillos tóxicos -constituidos por metales pesados- que, en su mayoría, son absorbidos por animales y seres humanos. La exposición a estos metales pesados y su presencia en la sangre pueden causar enfermedades dermatológicas, oftalmológicas, respiratorias, neurológicas; abortos o partos prematuros, malformaciones en bebés, entre otros.

Ante falta de agua potable los niños enferman de diarrea. Foto: Adolfo Vladimir Valtierra Ruvalcaba, serie de fotos “El agua y la mina en Zacatecas”.
Mineros en extracción de carbón de Minera del Norte en Coahuila. Foto: Cristóbal Trejo, “Minas de Nueva Rosita, Palau y Cloete».

Los residuos químicos generados por esta industria como el cianuro, mercurio, ácido sulfúrico, entre otros pueden filtrarse y contaminar fuentes de agua, suelos y acuíferos, lo cual puede tener un efecto acumulativo en la cadena trófica.

La actividad minera destruye anualmente las fuentes de agua que podrían abastecer a 12 millones de personas y elimina todo tipo de vegetación existente. Deja inutilizable el territorio, por lo que deja sin medios de vida a los seres vivos que habitan esos territorios.

CATEGORÍA: RESISTENCIAS COMUNITARIAS

El 58 por ciento de la superficie mexicana ha sido concesionada a la minería. Concesiones otorgadas lo mismo en terrenos privados que en propiedad social e incluso en Áreas Naturales Protegidas, lo que ha generado numerosas inconformidades.

De hecho, México es el sexto país con más conflictos socioambientales en el mundo. De los 560 conflictos registrados en el país, 183 están relacionados con la minería. Más de la mitad, el 60 por ciento, son con corporaciones extranjeras y el 40 por ciento con nacionales.

Fotos 1 y 2: Adolfo Vladimir Valtierra Ruvalcaba, “Medio Ambiente-Salaverna”; Fotos 4 y 6: Carlos Ariel Ojeda Sánchez, “En resistencia”; Fotos 5 y 9: Carlos Ariel Ojeda Sánchez, “Wirikuta resiste”; Fotos 3 y 7: María Fernanda Olvera Bataller, “Mujeres en resistencia” y “Go Home Almaden Minerals”; Foto 8: Cristóbal Gunter Trejo Rodríguez, “Luz bajo tierra.”

Por defender su territorio contra las mineras, desde el año 2000 han sido asesinados más de 50 activistas en el país. A lo largo y ancho del territorio nacional, comunidades enteras, ejidos, grupos de mujeres, niñas y niños e instituciones de gobernanza comunitaria se han organizado para enfrentar los proyectos mineros, pues amenazan sus medios de vida y los lugares en los que habitan.

Las mujeres de las comunidades viven afectaciones específicas por las tareas que se les asigna desde su contexto social en el cuidado de la salud de sus familias y como usuarias del agua y de diversos productos de los bosques, lo que las ha puesto al frente de estas luchas.

CATEGORÍA: COMUNIDADES Y TERRITORIOS

La Secretaría de Economía ha otorgado casi 60 mil hectáreas de concesiones mineras al interior de las Áreas Naturales Protegidas, por lo que 73 de los principales proyectos mineros del país se encuentran en estas regiones, a pesar de la fragilidad de los ecosistemas que albergan y de la importancia de protegerlos.

Además, se han otorgado concesiones mineras en el 42 por ciento de los núcleos agrarios que tienen recursos forestales. Alrededor del 80 por ciento de las especies y los ecosistemas que integran la biodiversidad de México se encuentra precisamente en los ejidos y comunidades.

Mina de tezontle en la comunidad de la Concepción en Tezoyuca, Estado de México, para el cancelado NAICM. Los pobladores acusaron hostigamiento y daños a la salud. Foto: Diego Alejandro Prado Alonso, «Vivir en riesgo».
Mina de Grupo Frisco de Carlos Slim en Zacatecas causó casas desalojadas marcadas con una equis. Foto: Ernesto Moreno, «Serie Salaverna olvidado».
Mina Media Luna de minera canadiense en Cocula, Guerrero. Foto: Prometeo Lucero, «Secuestro en Nuevo San Balsas».

Estas concesiones han sido otorgadas incluso en ejidos y comunidades reconocidos por el manejo sustentable que realizan de sus bosques y demás recursos naturales. Todos sus medios de vida se ven amenazados en cuanto se otorga una concesión minera en sus territorios.

Y de los 176 pueblos indígenas que habitan en México, 83 tienen concesiones mineras en sus territorios.

En el siguiente link pueden consultarse todas las fotografías: https://observatorio.susmai.unam.mx/documentacion_asi_se_ve_mineria/

Dulce Olvera

Reportera de temas de crisis climática, derechos humanos y economía. Egresada de la FCPyS de la UNAM.

https://dev.sinembargo.mx/author/dulceolvera/