México

En la colonia ubicada en la Alcaldía Xochimilco de la Ciudad de México, la mayoría de sus habitantes sólo sale por alimento, con caretas y cubrebocas en comercios protegidos con barreras de hule. Camiones sanitizantes recorren sus callejuelas y este miércoles los pobladores esperan las brigadas de salud del Gobierno.

Por Arturo Contreras Camero

Ciudad de México, 15 de julio (Pie de Página).– “¿Por qué dirán que la colonia está así? Si hasta tenemos un chat, que les dicen de grupo, y ayer estaban diciendo eso, pero no sé por qué”. La señora Herlinda habla a través de una barrera, como una telaraña de plástico adhesivo con los que separó el mostrador de su tienda de abarrotes de los clientes. Todas las tiendas de la colonia lo tienen.

Usa su cubrebocas, y pide que quien se acerque lo tenga. También que mantenga su distancia, sus canas justifican su precaución. Afuera de su tienda, pegada en una reja hay una cartulina que dice que a partir del miércoles 14 de julio, en el centro de San Mateo se harán pruebas de COVID-19 y se atenderá a personas con síntomas.

Según datos de la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, esta colonia, San José Zacatepec, es la que tiene mayor incidencia de la enfermedad en la capital del país. Entre sus más de 2 mil 398 habitantes, hasta el domingo habían 26 casos de la enfermedad.

En su tienda de abarrotes, Ana Abundiz toma todas las medidas necesarias para cuidar la sana distancia y no tener contagios. Su tienda está en el paso al paradero de camiones. «A penas empieza a pasar más gente, uno cada dos horas. Foto: Arturo Contreras, Pie de Página.

“Vinieron a poner eso en la mañana”, cuenta la señora, a quien apenas se le asoma la barbilla, de entre el plástico, lo demás es una imagen borrosa con cubrebocas. “También pasaron con un camión y como que iban fumigando”. Desde el lunes, los camiones sanitizantes y el perifoneo de información para prevenir el coronavirus, son comunes.

“Ya estábamos así”, dice la comerciante y señala al cubrebocas y a su plástico protector, “en general aquí la gente no sale, se queda en su casa”. Esta colonia está enclavada en una cañada, en la que en pequeñas y empinadas callejuelas hay casitas que se asoman, muchas aún sin pintar.

El silencio lo confirma. Apenas se escuchan algunos murmullos de niños jugando del otro lado del barranco y de vez en cuando, los perifoneos de los ropavejeros o los fruteros que se asoman.

“La gente de por acá se dedica a la albañilería, a la carpintería, al comercio, mi esposo es técnico dental. Muchos salen temprano a trabajar y regresan ya más tarde”, cuenta Angélica Ocadiz, quien salió a comprar un poco de huevo y leche. “Sí hemos escuchado que mucha gente de los vecinos se ha enfermado, pero no hemos visto, así, las ambulancias que vienen por los muertos…”.

Esta colonia es parte de un conjunto de varios barrios que tienen una especie de centro en la colonia San Mateo Xalpa. Todas son circundantes al reclusorio varonil sur de la Ciudad, en la serranía cercana a las carreteras que llevan a Cuernavaca. En la zona rural de la capital del país.

Ésta, como otras 33 colonias de la ciudad, en donde hay una muy alta incidencia de casos, serán mira de brigadas de salud del Gobierno de la Ciudad que irán casa por casa para identificar contagios y que tengan un tratamiento oportuno.

Desde el lunes empezaron a pasar carros con altavoces que anuncian cuidados sanitarios, pero aquí, la gente ya los aplicaba con regularidad, dicen quienes salen a hacer compras. Foto: Arturo Contreras, Pie de Página.

En una de las tiendas cercanas el reclusorio, David Moreno espera su turno. Su chaleco verde lo delata como funcionario público, más específicamente de la Secretaría de Inclusión y Bienestar Social. “Nosotros ya hemos estado haciendo un poco de ese trabajo, pero se va a reforzar”.

“Sí hemos detectado varios infectados, pero la gente, cuando vamos a sus casas sí nos hace caso. Les decimos que usen el cubrebocas en el transporte público, que eso puede ayudar a reducir los contagios en 90 por ciento, pero cuando llegan a la colonia, se lo quitan o salen a la calle sin él”, cuenta.

A unas cuadras de donde espera David, está la papelería de Pedro. Lleva 15 días de haber reabierto el negocio fue cuando, como muchos otros comercios, colocaron sus barreras plásticas. “Duramos dos meses sin abrir, por eso, cuando nos dijeron que la colonia donde más (incidencia), nos sorprendimos. Ahora otra vez quieren que cerremos, ¿cómo le vamos a hacer para vivir?”.

“Ahorita, si usted ve dos gentes en la calle, ya son muchas, pero si viene a eso de las 6 de la tarde, esto está tan solo que se escucha el viento”. Como Pedro, los habitantes reconocen que la gente de este barrio es callada. Sus callejones están sombreados, llenos de árboles y vegetación. Las casas tienen jardines y algunas hasta huertos y milpas.

En la entrada de la colonia, repartidores esperan comandas de trabajo. «Hay sombra y está callado», dicen sobre su punto de espera. foto: Arturo Contreras, Pie de Página.

Mirna Rosales, una vecina que sale con tapaboca y careta al encuentro de una camioneta que vende fruta cuenta que aquí antes no vivía aquí tanta gente. “Pero como todo, pues que va creciendo la mancha urbana. Mucha de la gente de aquí va hacia San Mateo, o pasa por ahí”. San Mateo es el centro comercial y social de estos barrios. Ahí hay hay una iglesia, un centro de salud, muchos comercios y una plaza pública amplia, a donde va a llegar la brigada de salud para hacer pruebas y atender a personas enfermas.

“Todo está ahí en San Mateo, está el centro comunitario y el kiosko, me imagino que por ahí va a estar la carpa”, dice el trabajador.

A diferencia de San José, en San Mateo las calles son angostas y bulliciosas. Comerciantes ambulantes ofertan flores, caretas, pinole, flores de calabaza recién cortadas y fritangas. Los autos no dejan de pasar y los comercios tienen las cortinas arriba. El bullicio es brutal.

De aquí y de un paradero de camiones en Santiago Tepalcatlapan, llega buena parte del transporte público que sube bordeando hasta llegar a las colonias que han crecido al pie de la carretera federal a Cuernavaca. El bullicio es brutal, y las medidas sanitarias parecen más laxas ante el ajetreo.

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Redacción/SinEmbargo

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