PIE DE PÁGINA

Juan perdió a su esposa y madre por posible COVID-19. Hoy enfrenta el luto sin trabajo ni seguridad social

07/07/2020 - 7:41 pm

Juan Reséndiz y sus tres hijas sobrevivivieron a los síntomas de posible covid-19, pero la madre de Juan y su esposa murieron. Su madre padecía diabetes y su compañera, insuficiencia renal. El plomero, ahora desempleado, acusa que si su esposa hubiera recibido a tiempo una hemodiálisis no habría fallecido

Por Vania Pigeonutt

Ciudad de México, 7 de julio (Pie de Página).- Juan Reséndiz perdió a su esposa Alejandra y a su madre Jerónima por posible COVID-19. Además, él mismo y sus tres hijas también puedieron haberse estado contagiadas.

El 18 de junio, murió su esposa Alejandra. La mujer de 35 años padecía insuficiencia renal crónica por riñones poliquísticos, y desde hacía tres años necesitaba hemodialisarse cada mes –un procedimiento médico que suple parcialmente la función de los riñones. Desde que presentó los síntomas de COVID-19, su salud fue empeorando y en los hospitales nadie quería hemodializarla, les argumentaban que podía contaminar las máquinas.

Los síntomas comenzaron el 20 de mayo, tos seca, dolor de cabeza y dolor de garganta, pero hasta el 26 tuvo fiebre, lo cual fue un indicador para Juan de que tenía que llevarla al hospital. Su mamá, la señora Jerónima, de 87 años de edad, que padecía diabetes desde hace 20 años, murió cinco días antes que Alejandra, la causa: posibles complicaciones por COVID-19.

Juan, un plomero de 37 años, cuenta su historia de pandemia tratando de “acomodar”, dice, lo que vivió. Él y su esposa se casaron muy jóvenes. Compartieron 20 años y tuvieron tres hijos, de 19, 18 y 10 años. Y de su mamá, comparte, había vivido con ellos desde hace un año, porque murió su papá y no querían que estuviera sola.

“Me gustaría hacerle un homenaje a mi esposa, a pesar de que ella nos necesitaba, desde el hospital, me dio fuerzas y no recaí. Todos nos enfermamos igual de posible COVID, tuvimos los síntomas. Padezco ansiedad y estuve cinco días con calentura, pero hacíamos videollamadas desde el hospital y me mantuve firme, salí adelante. Gracias a ese amor de mi vida que fue, es y será siempre”, dice al teléfono.

A los pocos días de despedir a su esposa y a su mamá, Juan cuenta que su familia está recuperada, ya no tienen síntomas y salieron de sus cuarentenas. Pero siente que los médicos pudieron ayudar antes a Alejandra, a quien por no ser derechohabiente le negaron en repetidas ocasiones su hemodiálisis. Se la realizaron cinco días después de la fecha en que le tocaba, en la clínica 72 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

Aunado a esto, la condición congénita de Alejandra la puso en un riesgo de complicaciones, debido a la infección por el virus SARS–Cov–2, al igual que su suegra Jerónima, por su edad y diabetes. En México, la tasa de hospitalización es en promedio del 3.5 por ciento, cuando en otros países no llegan al 2 por ciento.

Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el país, hay 8.7 millones de personas que viven con diabetes, más otros miles más que viven sin saberlo. En 2017 murieron 106 mil 525 mexicanos por la diabetes mellitus. Es la segunda causa de muerte en México, después de otra comorbilidad contra COVID-19, las enfermedades del corazón, de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática.

De acuerdo con la Secretaría de Salud, en México 3 de cada 4 mexicanos que fallecieron por COVID-19 -72 por ciento- padecían alguna comorbilidad.

UN TRIUNFO LOGRAR UNA CAMA PARA ALEJANDRA

El 26 empieza (Alejandra) comenzó con calentura y se cruzó la situación que le tocaba hemodiálisis en esa semana, ya no se la querían hacer en el hospital al que íbamos, Merlos, es un hospital privado. Nos decían que era por posible COVID-19, no se la querían hacer.

Fuimos al Hospital Militar de Especialidades de la Mujer y Neonatología, porque está habilitado para enfermos COVID–19, pero tampoco nos quisieron hacer la hemodiálisis. No éramos derechohabientes. Llevábamos ya una placa de tórax, porque se le habían hecho varios estudios.

 En el hospital Militar empezó con su tratamiento, nos dijeron que estaba delicada, porque estaba un poco avanzado este tema, con el transcurso de los días nos decían: ‘está mal, está complicado, va mejorando con los medicamentos’. Se les manifestó todo; necesitaba hemodiálisis. De un de repente me dijeron: ‘Ya tiene pre alta su esposa, está comiendo, luego me la retuvieron porque había tenido un cuadro de temperatura’”.

La situación de Alejandra empeoraba. Él habló con varios doctores, con trabajadoras sociales, les suplicaba que la hemodializaran, que esos cambios bruscos de síntomas eran porque ella necesitaba su hemodiálisis. Pero no lo escucharon, le decían que no eran derechoahabientes, aunque les insistió muchísimo.

– Yo me imagino que lo desesperé. El doctor me hizo un espacio con la directora y me dijo que no podían hacerle la hemodiálisis a mi esposa: no era derechohabiente, ellos no se iban a arriesgar a contagiar una máquina y que se contagiaran las demás personas por el posible COVID que traía, porque tampoco le hicieron la prueba.

La trasladaron a otro hospital (clínica 72 del IMSS), ya hablamos, saben del caso, que iban a hacer la hemodiálisis, fuimos allí un miércoles en la noche. Sabían que íbamos al hospital militar, fuimos trasladados en una ambulancia. Pasó el miércoles, el jueves estábamos allí, igual empecé a preguntar si ya la habían pasado a hemodiálisis, que no. Era muy difícil que le hicieran hemodiálisis. Yo empecé a presionar más y más. Lo vamos a apuntar para que pase, yo sentía que me estaban dando largas. No quitaba el dedo del renglón.

Ella no podía hablar mucho, desde el miércoles que ya la trasladaban al hospital, se veía deteriorada su salud. Ya no podía hablar tanto. De repente me decía que se estaba sintiendo bien, sentía mucho que le faltara el aire. Una vez que fuimos al hospital militar allí le empezaron a poner oxígeno y ya de ahí tenía la mascarilla permanente. En el hospital regional también tenía su mascarilla.

Juan Reséndiz se queja de que no la trataron como una enferma de COVID, con insuficiencia renal y eso empeoró la salud de Alejandra.

–El viernes me dijeron que iba a necesitar una transfusión, pues sí, pero necesita la hemodiálisis, el sábado voy, me dicen: no ha pasado, no le han hecho la hemodiálisis. Exígeles que pasen a tu paciente a hemodiálisis, ya pasamos la solicitud y no la han pasado.

Dio muchas opciones: que fuera una empresa privada a practicarle el tratamiento, pero no lograba convencer al director del IMSS, para que le diera una hoja que autorizara el servicio. Después de mil malabares, llamadas telefónicas, tuvo que asistir a hablar con reporteros a la conferencia que da el subsecretario Hugo López–Gatell Ramírez, al Palacio de Gobierno, para llamar la atención.

Hasta el lunes 15 de junio logró que le aplicaran la hemodiálisis. De hecho, había gestionado desde el viernes 12.

–La pasaron en la tarde, en la sesión de la tarde, yo creo que en la desesperación que anduve preguntando alguna señorita, que se portó súper buena onda, una trabajadora del IMSS: ‘yo lo vi muy mal a usted, le llamó para que esté tranquilo. Discúlpeme que le diga eso, yo lo hago porque lo vi muy desesperado’. Yo les manifesté que tenía a mis hijos y le di lástima, seguro, pero fue muy linda en avisarme.

Juan estaba en su casa, pasando temperatura y sin poder guardar la cuarentena cuando supo la noticia por la mañana. Ya estaba devastado por la muerte de su mamá, a quien por su diabetes la COVID–19 derribó antes que a Alejandra, aún con su padecimiento congénito. Dice que se siente un poco triste, cuando piensa que no tuvo opción más que seguir dando vueltas en el hospital para suplicar que le practicaran la hemodiálisis a su esposa con COVID–19, pero no había quién lo hiciera por él.

«El día que falleció mi esposa fue el jueves 18 de junio a las 12:25. Me comentaron en el hospital, y me hablaron hasta las 7 y media. Fue porque no le dieron la hemodiálisis a tiempo, yo sé que ya estaba mal, me consta que con el paso del tiempo su salud se iba deteriorando cada vez más, pero si en el hospital militar ya me habían dicho que tenía pre–alta y cosas así, eran cosas alentadoras, de repente me empiezan a decir que no, era así como complicado, y prácticamente no quisieron, y lo que sí puedo decir es que no quisieron darle la hemodiálisis a tiempo, por no contagiar el equipo”.

Juan acompaña su duelo con sus hijas, en varios momentos de la entrevista llora y recuerda con impotencia todos los días en los que habría intercambiado cualquier pertenencia o algo suyo, porque Alejandra estuviera bien. Piensa que él quizá pudo llevar la COVID-19 a su casa o cualquiera de sus hijos y contagiado a su mamá. Piensa muchas muchas, pero sabe que lo mejor no es atormentarse, sino seguir adelante, porque está vivo.

Ahora está preocupado por el desempleo. Si en los últimos tres años se le había complicado, porque tenía que ir y venir a apoyar a su esposa, con al pandemia, teme que la crisis se agudice y le afecte aún más. Hace cualquier trabajo de plomería y está listo para trabajar. Su número de teléfono es: 5521303037.

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Redacción/SinEmbargo
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