Alejandro Calvillo
16/06/2020 - 12:06 am
Nestlé va por más bebés y dinero de los pobres
La lactancia, además de fortalecer el sistema inmunológico, es considerada un factor protector de diabetes, cáncer de mama, síndrome metabólico y enfermedades cardiovasculares.
Cómo puede explicarse que la mayor corporación de alimentos ultraprocesados en el mundo, cuyo presupuesto solamente en publicidad es el doble del presupuesto de toda la Organización Mundial de la Salud, actúe en nuestro país violando códigos internacionales, aprovechándose vilmente de las condiciones establecidas por la pandemia, aprovechándose de la vulnerabilidad de las poblaciones más pobres, motivados únicamente por mayores ganancias en detrimento de la salud de las familias pobres y de sus economías.
Estas prácticas de la corporación Nestlé, en alianza con las farmacias de FEMSA, de dar en donativos sucedáneos de leche materna, tienen impactos evidentes, comprobados por la evidencia científica: 1. la promoción de sucedáneos de leche materna provoca una caída en la práctica de la lactancia que se traduce en una mayor vulnerabilidad en la salud de los infantes, en especial, de su sistema inmunológico, así como un riesgo mayor de decenas de enfermedades; 2. las condiciones para la preparación de fórmulas en poblaciones vulnerables representan un alto riesgo por la falta de acceso a agua de calidad para su preparación y su casi nula posibilidad de esterilizar las mamilas. lo cual no sólo aumenta riesgo de enfermedades, también de muerte; 3. el abandono de la lactancia materna y su sustitución por fórmulas que tienen un altísimo costo tiene un fuerte impacto sobre la economía ya en crisis de las familias más pobres del país.
La Organización Mundial de la Salud lanzó recientemente su Reporte del Estado de la Implementación Nacional del Código de Comercialización de los Sucedáneos de Leche Materna 2020, que inicia con la advertencia:
La pandemia de COVID-19 llama la atención sobre la importancia de proteger de forma efectiva la alimentación, incluyendo la lactancia materna, para proteger la salud de los niños y su sobrevivencia. Los productores de fórmulas están explotando el pánico y el miedo de contagio para intensificar sus agresivas prácticas de mercadeo.
En este contexto, las acciones del gobierno para regular el mercadeo de sucedáneos de leche materna nunca serán tan importantes. El Código Internacional para la Comercialización de Sucedáneos de Leche Materna y las resoluciones subsecuentes de la Asamblea Mundial de la Salud llaman a salvaguardas legales especiales contra las prácticas de la industria que atentan contra la lactancia (subrayado nuestro).
Nestlé no es la única que se aprovecha de estas circunstancias, lo hacen otras empresas de fórmulas y sucedáneos de leche materna, así como otras empresas de comida chatarra y bebidas azucaradas, con el fin de penetrar aún más con sus productos, con el fin de darse un halo de responsabilidad social y solidaridad frente a la pandemia, a pesar de que lo único que hacen es contribuir a agudizarla. Si realmente fueran responsables socialmente, donarían alimentos saludables, que permitieran a las poblaciones más vulnerables fortalecer su salud, sus sistemas inmunológicos y no lo contrario.
El Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna de la Organización Mundial de la Salud, firmado por México, es muy claro al establecer que los sucedáneos sólo deben recomendarse por causas extraordinarias por un pediatra. Los niños y niñas alimentados artificialmente están más expuestos a sufrir diarreas e infecciones, sobre todo por la escasez de agua, la poca calidad e higiene del entorno, lo que complica la preparación de estos sustitutos de leche materna, así como la esterilización de biberones y chupones.
Durante las emergencias, lo más importante es que las madres sigan amamantando porque están ofreciendo a sus hijos e hijas, una alimentación limpia, segura, sostenible, que aporta todos los nutrientes y agua necesarios, que los protege contra la deshidratación, desnutrición e infecciones. Es de mucha importancia dar apoyo a las madres lactantes para que continúen con la lactancia materna y no hacer lo contrario, no inducirlas a dejar la lactancia, a pensar que es mejor darle formula a su bebe, bajo la idea que es mejor.
La lactancia, además de fortalecer el sistema inmunológico, es considerada un factor protector de diabetes, cáncer de mama, síndrome metabólico y enfermedades cardiovasculares, posibilitando ahorros notables en el gasto público y privado orientado a salud y alimentación.
Podría afirmarse que no existe ninguna empresa que a través de sus prácticas irresponsables haya llevado a las Naciones Unidas, en su conjunto, a establecer un acuerdo para impedirlas, como lo ha hecho Nestlé. El Código Internacional sobre la Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna respondió a las prácticas comerciales de sucedáneos de la leche materna, en especial, a las que venía realizando Nestlé.
En 1974 se publicó en Londres “The Baby Killer” que señalaba la responsabilidad de Nestlé en Asia, África y Latinoamérica. Un nuevo fenómeno comenzaba a presentarse, bebes morían porque sus madres los alimentaban con sustitutos de leche materna que requerían elaborar se con agua y biberones esterilizados que no eran accesibles en las comunidades marginadas. Se acusó a Nestlé de crear una necesidad donde no existía, convencer a las madres de que su producto era indispensable, vinculando sus productos a aspiraciones y modelos de consumo y haciéndoles dudar a las madres sobre su lactancia.
La promoción de los sustitutos a través de muestras gratis entregadas por promotoras vestidas de enfermeras, la publicidad presentando al producto como una garantía del buen desarrollo del bebé, la marca en maletines, baberos y biberones, su recomendación por pediatras favorecidos con regalos de la empresa, la vinculación del producto con la modernidad, etcétera, etcétera, lo volvió una moda, con todas las implicaciones en salud y la economía de las familias.
Han pasado ya casi 40 años desde que el Código se instrumentó y muchas de estas prácticas continúan, las empresas van hasta donde las dejan. Nestlé no se atrevería a hacer en Suiza lo que ha hecho en México. Lo hacen en México por el poder que obtuvieron con la complicidad de secretarios de salud, comisionados de Cofepris y compra de asociaciones de pediatras y nutricionistas.
En medio de la pandemia, como buitres, las grandes corporaciones no pierden oportunidad, no sólo para no perder, si no para obtener mayores ganancias a partir de una tragedia.
Como colofón, dejo algunos de los artículos del Código Internacional de Comercialización de los Sucedáneos de la Leche Materna sin antes preguntarle a usted si sabe quién es la principal empresa que patrocina a las asociaciones de pediatras en nuestro país, cuál es la empresa que más ha influido en las políticas de salud de México, cuál es la empresa a la que más exsecretarios de salud se han relacionado: Nestlé.
Aquí algunos de los principios del código al que se vio obligada la Organización Mundial de la Saluda por las prácticas de esta empresa:
– Los sucedáneos de leche materna (SLM) no deben comercializarse ni distribuirse por métodos que puedan obstaculizar la protección y la promoción de la lactancia natural.
– No pueden utilizarse imágenes o textos que puedan idealizar el uso de SLM.
– Los SLM no deben ser objeto de publicidad ni de ninguna forma de promoción destinada al público en general.
– No debe haber publicidad en los puntos de venta, ni distribución de muestras ni cualquier otro mecanismo de promoción que pueda contribuir a la venta de SLM.
– Los fabricantes y distribuidores de sucedáneos no deben distribuir obsequios de artículos o utensilios que puedan fomentar la utilización de SLM o la alimentación con biberón.
– Ninguna instalación de un sistema de atención de salud debe utilizarse para la promoción de SLM.
– Las instalaciones de los sistemas de salud no deben utilizarse para exponer SLM o para instalar carteles relacionados con dichos productos, ni para distribuir materiales facilitados por un fabricante.
– No debe permitirse en el sistema de atención de salud el empleo de representantes de servicios profesionales remunerado por los fabricantes o los distribuidores de SLM.
– Los agentes de salud no deben dar muestras de SLM.
– Las etiquetas de los SLM deben facilitar toda la información indispensable acerca del uso adecuado del producto y de modo que no induzcan a desistir de la lactancia natural.
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