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Contra la tendencia mundial de la transición a las energías renovables, el Gobierno de México basa en «un modelo ideológico» sus decisiones de política energética, por lo que diversas organizaciones del sector exigieron invertir en parques eólicos y solares que generarán miles de empleos frente a la crisis económica que se aproxima por el COVID-19, en medio de la tormenta sanitaria y climática.

Ciudad de México, 27 de abril (SinEmbargo).– Los potentes rayos solares y las ráfagas de viento en México son una opción frente al coronavirus, mientras la mezcla mexicana cae incluso a negativos por la baja demanda mundial y la producción de crudo ha dejado de ser rentable con un Petróleos Mexicanos (Pemex) con calificaciones reducidas. Para ello se requiere inversión, manifestó la Plataforma México Clima y Energía (PMCE), ya que las energías renovables también enfrentan retos en el mundo por la pandemia, ha advertido la Agencia Internacional de Energía (IEA).

El Presidente Andrés Manuel López Obrador declaró que «no hay que apostar todo al petróleo», pero insiste en la construcción de la refinería Dos Bocas y rechazó disminuir la producción petrolera en el nivel solicitado por líderes petroleros, por lo que PMCE urgió al Gobierno federal a impulsar proyectos de energía eólica y solar, menos costosos (económica y ambientalmente), así como generadores de empleo, respetando los derechos de las comunidades rurales e indígenas.

«Ahora más que nunca, ante la profunda crisis económica que se avecina, y las necesidades de una pronta recuperación de la economía afectada por la pandemia de COVID-19, es necesario generar empleos por medio de inversión privada que se sumen a los esfuerzos e inversiones que el propio Gobierno federal realice con recursos públicos. Hacemos un llamado al Presidente de la República a impulsar la transición energética mediante los mecanismos que las leyes en la materia hoy ofrecen y a ver al sector privado como un aliado», pidieron Iniciativa Climática de México, Seminario Universitario de Sociedad, Medio Ambiente e Instituciones (SUSMAI), WRI México, Grupo de Financiamiento Climático, y otros.

Durante 2019 se acumuló una inversión mayor a los 23 mil millones de dólares en energía eólica y solar en México, según cifras de Naciones Unidas. Alrededor de 13 mil personas trabajan actualmente en el sector eólico, de las cuales 66 por ciento está en manufacturas. En 2019 se estimaba la posibilidad de duplicar la capacidad instalada y con esto crear hasta 35 mil empleos adicionales en el periodo 2020-2024, «lo que lamentablemente ya no es posible porque no están dadas las condiciones de certidumbre [jurídica para  inversión] que se requieren para lograrlo y los tiempos propios del desarrollo de los proyectos ya no son suficientes», reportó a este medio la Asociación Mexicana de Energía eólica (AMDEE).

Y otros 60 mil empleos se generan en toda la cadena de valor de la energía solar, ha documentado la Asociación Mexicana de Energía Solar (Asolmex).

China y Estados Unidos lideran las toneladas de emisiones de CO2 con 9 mil 300 y 4 mil 800, respectivamente durante 2017. México emitió 446 toneladas por generación de electricidad y movilidad. Mapa: Agencia Internacional de Energía, 2017.

Adrián Fernández Bremauntz, de Iniciativa Climática de México, aseguró que incluso después de la tormenta por la pandemia, la demanda de crudo seguirá a la baja por la fuerte entrada de la electromovilidad, como respuesta a la urgente necesidad de no rebasar los 1.5 grados de temperatura del planeta y sobrevivir al cambio climático. La medida contra las emisiones del transporte basado en gasolinas se suma a la transición a energías de viento y sol, menos costosas que la generación contaminante con fósiles (petróleo, carbón, combustóleo y gas natural), añadió el académico.

«La tendencia mundial de menor consumo de combustibles es inevitable y van a empezar a cerrar refinerías. Por eso no hace ningún sentido construir una refinería ahora. Gastarán más de 10 mil millones de dólares a final de sexenio, una mala inversión, porque en el mejor de los casos comenzará a operar en 2025 y le quedarán 10 años de vida útil, la cual irá bajando. Cuando mucho se usará por dos décadas, la mitad de lo que debería según la factibilidad financiera, y quedará como un cementerio de chatarra», afirmó el también investigador de SUSMAI.

De acuerdo con la Agencia Internacional de Energía, las energías solar, eólica e hidroeléctrica alimentan casi el 30 por ciento de uso mundial de electricidad y generan más empleos que las fósiles, los cuales se cuadruplicarán para 2050 mientras la industria petrolera ha desacelerado la contratación. Las instalaciones globales de energía solar fotovoltaica y eólica superaron los niveles de 2018 en más del 20 por ciento el año pasado. Se esperaba para 2020 que las políticas renovables en China, la Unión Europea, los Estados Unidos y la India impulsaran esta rápida expansión.

Sin embargo, «sin políticas específicas de los Gobiernos, como incentivos fiscales, préstamos y fondos en tecnología, la crisis causada por el coronavirus podría alterar considerablemente el impulso de las tecnologías renovables que han experimentado un crecimiento espectacular en las últimas dos décadas, ayudando a evitar cantidades significativas de emisiones de gases de efecto invernadero», escribió Heymi Bahar, analista de políticas y mercado de energías renovables en la página de la IEA. Podría ralentizarse por primera vez en la historia.

Por la pandemia las energías renovables enfrentan cuatro desafíos, desglosa Bahar: interrupciones en la cadena de suministro que pueden conducir a demoras en la finalización de los proyectos, sobre todo de los pequeños desarrolladores, por lo que asegurar un acceso adecuado a la deuda de bajo costo y otros mecanismos de financiamiento será clave; el riesgo de no poder beneficiarse de los incentivos gubernamentales; la probable disminución de la inversión debido a la presión sobre los presupuestos públicos y privados combinada con la incertidumbre sobre la demanda futura de electricidad; y por el cierre de varias oficinas gubernamentales y agencias de energía en todo el mundo los procesos de permisos de tierras y consultas comunitarias se retrasarán.

«Estos retrasos, tanto administrativos como sociales, tendrán un impacto directo en los proyectos que se pondrán en marcha en 2020 o 2021», estimó el analista de IEA.

PARQUE-EÓLICO-MÉXICO
Un parque eólico en Zacatecas. Foto: Cuartoscuro.

Ante el panorama global, las organizaciones civiles proponen al Gobierno mexicano supervisar el estricto cumplimiento de los procedimientos y evaluaciones de impacto ambiental y de impacto social, para garantizar que con la operación de los proyectos maximicen los beneficios a las comunidades; perfeccionar las reglas y el proceso de las subastas eléctricas en vez de cancelarlas (en las tres primeras se rompieron récords mundiales de precios bajos en generación de electricidad); y establecer reglas claras y certidumbre a inversionistas que cumplan con la normatividad.

«El problema de origen de este Gobierno es que más que hacer análisis de factibilidad técnica energética y financiera, ya no meto lo ambiental, basa sus decisiones en un modelo ideológico. El Presidente ha dicho que las empresas del Estado, Pemex y la CFE, tengan la dominancia en la fabricación y distribución de la energía en México, por lo que están haciendo todo para hacer realidad esa visión política», criticó Fernández. «Pero el mundo ya cambió. ¿Por qué la CFE no se dedica a la concesión de parques eólicos y solares? Lo hace con las plantas fósiles. Quieren dominar el mercado, pero no tienen tecnología, capacitación ni modernización de la red eléctrica».

Sobre el impacto social en un país con riqueza étnica y de usos y costumbres, el académico criticó que desde la Reforma Energética del sexenio pasado y hasta la fecha falta el marco regulatorio, requisitos y definición de competencias tanto de las compañías como de las autoridades federales, estatales y municipales en proyectos de energía renovables y no renovables, porque, enfatizó, también las afectaciones ocurren con gasoductos y extractivismo.

En este hueco normativo, sobre todo en el sureste, entraron intermediarios locales que negociaban con las comunidades «de manera opaca» con promesas para proyectos sin Evaluaciones de Impacto Social (EVIS). «Se volvió la selva, tierra de nadie; engaños, abusos, amenazas y despojos que no deben volver a pasar. No se deben violentar a las comunidades», aseveró.

LA OPORTUNIDAD DEL SOL

Paul Sánchez, el director de Ombudsman Energía México, otra de las organizaciones firmantes, expuso que el potencial de la energía solar es mucho más grande que el de la eólica en el territorio nacional.

«Está creciendo mucho más rápido, principalmente en generación distribuida para los hogares y comercios, y parques grandes que se instalan en áreas importantes. Tiene los mismos retos que la eólica: claridad en las reglas de operación. Tan solo de marzo de 2019 a marzo de 2020 la energía solar en el país creció 92 por ciento y tan solo de febrero a marzo de este año, un 26 por ciento», dijo.

De acuerdo con el Departamento de Energía de Estados Unidos, por MWh el carbón llega a generar un empleo y el gas natural dos, en comparación con la solar que crea 79 empleos por MWh.

«Ahora que está empezando la crisis económica, justo lo que necesita el Gobierno es generación de empleos, inversión e infraestructura; bajar los costos y subsidios. Todo es de lógica económica, tecnológica y ambiental», observó Adrián Fernández, de Iniciativa Climática de México.

El potencial de energía solar en México es mayor que el de la energía eólica. Foto: Cuartoscuro.

No obstante, por el brote de COVID-19, desde febrero las fábricas chinas detuvieron o redujeron la producción en varias provincias clave. China fabrica alrededor del 70 por ciento del suministro global de paneles solares. Otro 10 o 15 por ciento proviene de compañías chinas que operan en el sudeste asiático, documenta la Agencia Internacional de Energía.

A pesar de algunos retrasos en los envíos, la cadena de suministro de energía solar del dragón está aumentando de nuevo la producción, y la mayoría de las fábricas reanudan lentamente las actividades tomando las precauciones de salud necesarias.

Además, los hogares y las pequeñas empresas que enfrentan perturbaciones financieras e incertidumbre económica pueden posponer o abandonar sus planes para instalar energía solar fotovoltaicas en su propiedad, estimó la Agencia Internacional de Energía.

POTENCIAL DE LOS VIENTOS

México llegará este 2020 a una participación de 8 por ciento de la generación eléctrica nacional mediante fuentes eólicas, pero principalmente por los proyectos generados que ya estaban en marcha y que se generaron por las subastas eléctricas (ya canceladas). Actualmente el país se posiciona como el segundo mayor productor de energía eólica en Latinoamérica, detrás de Brasil y Argentina, al tener 21 por ciento de la potencia eólica instalada en la región, documenta la Asociación Mexicana de Energía Eólica (Amdee).

Óscar, del pueblo zapoteco Unión de Hidalgo, Oaxaca, considera que «gente de otro lado», en este caso Desarrollos Eólicos Mexicanos, vino en 2011 a su territorio a invertir en un parque eólico, «pero para ellos». Hace casi una década les prometieron empleo y desarrollo, «pero no es cierto, no se ve nada».  Ni consulta libre, previa, informada, culturalmente adecuada y de buena fe realizó. Para Rosalba, defender sus tierras en la región del Istmo de Tehuantepec –donde hay más de 20 de estos parques– es defender el mar, el suelo, las plantas, el aire; su vida.

Paul Sánchez, de Ombudsman Energía México, expuso que en los últimos años ha sido más difícil la instalación de aerogeneradores en México por malas prácticas sociales, «lo cual habla de una necesidad de establecer normas sociales de impacto social y de relación con las comunidades muy clara, establecer protocolos como los principios de Ecuador, para permitir que este tipo de proyectos se lleven de manera socialmente responsable para explotar el potencial eólico del país».

Sobre ello la Asociación Mexicana de Energía Eólica (AMDEE) aseguró que están comprometidos en establecer «relaciones armónicas y de largo plazo» con todas las comunidades donde se lleva a cabo la generación de energía eólica; con cada una de ellas compartimos principios universales de respeto al medio ambiente y trabajamos juntos por un desarrollo sostenible y un futuro más próspero para todos.

«Por el alto nivel de inversión que requieren, los proyectos eólicos tienen impactos regionales que se materializan en demanda de servicios locales como hotelería, alimentación, mano de obra, materiales, servicios notariales, de ingeniería y apoyo legal, y que promueve el desarrollo económico tanto de las comunidades próximas a los proyectos, como del estado que los alberga», expresó la Asociación.

Pero la inversión se ha estancado por la falta de mecanismos claros y seguridad jurídica para los proyectos existentes. «Los que están por desarrollarse, uno en Baja California Sur por ejemplo, ya estaban en desarrollo en el sexenio pasado, pero seguirán su curso aunque no estén claros los cambios en la operación del sistema», dijo el analista Paul Sánchez.

Solo el vecino estado de Texas, colindante con Chihuahua, Coahuila y Tamaulipas, tiene 25 mil 600 MW de capacidad eólica con más de 8 mil 500 aerogeneradores, que proporcionan el 18 por ciento de sus requerimientos de electricidad anuales. En contraste, México solamente tiene 6 mil 590 MW de energía eólica con cerca de 2 mil 800 aerogeneradores, apenas arriba del 1 por ciento mundial. El sector privado ha invertido más de 11 mil 500 millones de dólares en la instalación de aerogeneradores sin subsidios ni recursos gubernamentales, documenta la plataforma de organizaciones energéticas. Para 2020 estima una inyección de mil 300 millones de dólares.

«Los niveles de participación e inyección de energías renovables en la red eléctrica en México son de risa», lamentó Adrián Fernández, de Iniciativa Climática de México. «Otros países pueden operar de manera óptima la red maximizando el uso de electricidad producida por parques eólicos y solares. El fósil ahora es solo para complementar».

Un poblado de Juchitán manifiesta su rechazo a un proyecto eólico. Foto: Cuartoscuro.

Los proyectos eólicos que ya operan evitan la emisión de 11.5 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera cada año y no genera residuos ni contaminación del agua. Además de ser más barata que la energía eléctrica generada con gas natural, la energía proveniente del viento –bien implementada– produce empleos locales e ingresos fiscales para la Federación, los estados y los municipios donde se implementa. Las inversiones en esta tecnología han liberado presupuesto fiscal que se ha utilizado en programas sociales, educativos, de seguridad pública y otros.

A nivel mundial, la energía eólica también está en riesgo por el coronavirus. La cadena de suministro está mucho más interconectada entre naciones en comparación con la energía solar, explica la Agencia Internacional de Energía. Europa es un importante centro de fabricación de turbinas eólicas, pero sus fábricas experimentaron interrupciones en el suministro de piezas procedentes de China desde hace dos meses y a mediados de marzo las plantas en Italia y España cerraron por el confinamiento, al igual que las de India en abril. Los efectos ya se están sintiendo en los Estados Unidos por posibles retrasos en la entrega de insumos.

«La pandemia de coronavirus representa una amenaza significativa para el despliegue oportuno de las energías renovables y su contribución vital a las transiciones de energía limpia. Pero los gobiernos pueden permitir que estas tecnologías salgan de la crisis con un impulso renovado y desempeñen un papel importante en la recuperación económica mundial», concluye la AIE.

Dulce Olvera

Reportera de temas de crisis climática, derechos humanos y economía. Egresada de la FCPyS de la UNAM.

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