Hoy en día, las compañías dependen cada vez más de reservas más profundas e inherentemente más peligrosas, donde las cuadrillas de exploración tienen que lidiar con una presión enorme y temperaturas del crudo que pueden alcanzar 177 grados centígrados (350 F).

NEW ORLEANS, 18 abril (AP) — Diez años después de la explosión en una plataforma petrolífera que mató a 11 trabajadores y desató una pesadilla ambiental en el Golfo de México, las compañías están perforando en aguas más y más profundas, donde las recompensas pueden ser enormes pero los riesgos son aún mayores que nunca.

Líderes de la industria y funcionarios del Gobierno se dicen determinados a evitar que se repita el desastre de la plataforma petrolera Deepwater Horizon de BP, que derramó 507 millones de litros (134 millones de galones) de crudo que contaminaron playas desde Luisiana hasta Florida, mató a centenares de miles de animales marinos y devastó la economía turística.

Pero las reglas de seguridad adoptadas tras el derrame han sido parcialmente eliminadas como parte de las gestiones del Presidente Donald Trump para aumentar la producción de crudo de Estados Unidos. Y datos del Gobierno examinados por The Associated Press muestran que el número de inspecciones de seguridad ha declinado en años recientes, aunque las autoridades afirman que las revisiones de registros electrónicos, sistemas de seguridad y componentes individuales de plataformas han aumentado.

Hoy en día, las compañías dependen cada vez más de reservas más profundas e inherentemente más peligrosas, donde las cuadrillas de exploración tienen que lidiar con una presión enorme y temperaturas del crudo que pueden alcanzar 177 grados centígrados (350 F).

Pese a una inversión de 2 mil millones de dólares realizado por la industria en equipo para atender una explosión como la de Deepwater Horizon, algunos científicos, ex funcionarios del Gobierno y ambientalistas subrayan que las prácticas de seguridad parecen estarse debilitando.

“Me preocupa que en las industrias las lecciones no son aprendidas por completo _que están tendiendo a retroceder”, afirmó Donald Boesch, un profesor de la Universidad de Maryland que formó parte de una comisión federal que concluyó que la explosión de la plataforma de BP esa prevenible.

Tras el derrame, los gigantes de la industria crearon Marine Well Containment Co., que tiene equipo y embarcaciones listos para usar en caso de otro derrame grande.

“Toda la industria quiere asegurarse de que nada como eso puede suceder de nuevo”, dijo el director general de la compañía, David Nickerson, en las oficinas generales, cerca de Corpus Christi, en la costa de Texas.

Los líderes de la industria dicen que los cambios de reglas por el gobierno les permiten desviarse de estándares únicos que no siempre se ajustan a la presión de agua y otras condiciones en los pozos individuales.

Las compañías tienen además un interés financiero en evitar que se repita un accidente que le ha costado a BP más de 69 mil millones de dólares en gastos de limpieza, multas, honorarios y compensaciones legales.

El cambio de reglas bajo Trump, incluyendo pruebas de seguridad menos frecuentes, deberá ahorrarles a las compañías de energía 1.670 millones en una década.

Una revisión por la AP concluyó que las visitas de inspección por el Buró de Seguridad Ambiental _creado en 2010 tras el desastre _ bajaron más de 20 por ciento en los últimos seis años en el Golfo.

El vocero del Buró, Sandy Day, dijo que los datos de inspecciones del Gobierno analizados por la AP reflejan visitas de los inspectores a pozos, plataformas y otras instalaciones. Pero Day sostuvo que los datos no muestran los documentos electrónicos revisados remotamente ni el mayor tiempo dedicado a cada instalación y todas las tareas de inspección realizadas. Esas, dijo, han aumentado de 9 mil 287 en el 2017 a 12 mil 489 el año pasado.

“Cuando visitamos una instalación realizamos numerosas inspecciones de diferentes cosas”, explicó Day, incluyendo el equipo para prevenir accidentes serios. Añadió que los registros electrónicos permiten que más trabajo sea realizado desde tierra, en lugar de hacerlo en el sitio.

Los defensores de la industria consideran que la baja refleja un mayor énfasis en sistemas complejos que influyen en la seguridad y apuntan que hay menos plataformas, aunque más grandes.

A medida en que se agotan los pozos cercanos, el promedio de perforaciones aumentó constantemente en aguas más profundas, de unos mil 070 metros (3 mil 500 pies) bajo la superficie en 1999 a más de mil 400 metros (4 mil 600 pies) en 2019, de acuerdo con un análisis por la AP de datos del Departamento del Interior.

Perforar a más profundidad hace más difícil alcanzar los sitios en caso de una explosión u otro accidente.

En el último año, la industria comenzó a producir crudo de reservas de ultra alta presión en el Golfo, en las que las presiones son mucho mayores que en la Deepwater Horizon.

“Mayor riesgo, mayores presiones, temperaturas más altas, más dependencia en la tecnología _es simplemente un ambiente más difícil para trabajar”, dijo Lois Epstein, ingeniero civil de Wilderness Society, que participó en un panel del gobierno formado para mejorar la seguridad de perforaciones tras el desastre.