Erik Del Ángel Landeros
12/04/2020 - 12:01 am
La diplomacia del coronavirus
La epidemia producida por el COVID-19 ha tenido diferentes efectos internacionales, entre ellos, el deterioro o fortalecimiento de la imagen y reputación de diversos países al exterior, dependiendo del manejo que han tenido ante esta emergencia sanitaria. Estados Unidos de América (EUA), España, Italia o Ecuador han aparecido ante el mundo como actores irresponsables que […]
La epidemia producida por el COVID-19 ha tenido diferentes efectos internacionales, entre ellos, el deterioro o fortalecimiento de la imagen y reputación de diversos países al exterior, dependiendo del manejo que han tenido ante esta emergencia sanitaria. Estados Unidos de América (EUA), España, Italia o Ecuador han aparecido ante el mundo como actores irresponsables que no tomaron las medidas adecuadas a tiempo y, en algunos casos, ocultaron información importante a sus sociedades. Otros países no han tenido cifras tan alarmantes como las de los tres anteriores, tanto en contagios, como en defunciones por el Coronavirus, pero sin duda, sus mandatarios sostienen posturas de incredulidad e irresponsabilidad. Como el caso de Jair Bolsonaro o, por ejemplo, el Presidente de Bielorrusia, quien ha negado que en su país haya virus de SARS por lo que no ha tomado ninguna medida de prevención; por el contrario, bromea que el mejor método para vencer al COVID-19 es beber vodka y jugar hockey. Un caso similar es el del rey de Tailandia, quien hace cuarentena en Alemania con su harén de 20 mujeres, desvinculándose significativamente de la evolución de la epidemia en su nación.
Pero existen casos de éxito en el mundo por la buena contención en la propagación del virus referido. Algunos de estos países se encuentran muy cerca del epicentro de la epidemia, China, lo cual es un elemento más a su favor. Japón, por ejemplo, tiene una tasa baja de contagio y mortalidad debido a que tuvo capacidad para identificar tempranamente los focos de infección. Singapur, por su parte, por medio de “detectives de la salud” pudo rastrear el comienzo de los contagios para aislarlos de manera eficaz.
Corea del Sur realizó pruebas generalizadas en cuanto inició la epidemia en China y logró aislar a gente asintomática, lo que evitó un contagió significativo. En el caso de Taiwán, en enero, listó 124 medidas y estableció controles de aeropuertos. Debido en parte, a la experiencia obtenida de la epidemia de Coronavirus que sufrió entre 2002 y 2003. Estas medidas les permitieron no establecer condiciones de asilamiento tan drásticos, por lo que sus economías no han tenido efectos tan desfavorables. Finalmente, Alemania es uno de los países con menos muertos por COVID-19, aunque cuenta con un importante número de infectados. El éxito teutón se debe aparentemente a la realización extendida de pruebas para identificar personas con el virus.
La experiencia fructífera de estos países los ha dotado de respetabilidad y autoridad mundial, misma que algunos han utilizado para tratar de influir en el extranjero, convirtiendo al manejo del COVID-19 en una estrategia de diplomacia pública. Esta diplomacia no es otra cosa que, según César Villanueva, una herramienta que ayuda al posicionamiento de un estado y favorece la comunicación, la generación de confianza y el entendimiento, dentro del país y más allá de las fronteras. Con la finalidad de entender, informar e influir la opinión pública e incidir en la toma de decisiones; crear o reforzar puentes con personas extranjeras en el país y con comunidades al exterior; crear conciencia sobre la necesidad de colaborar por un bien común en un mundo interconectado, etc.
En este sentido, según NBC, Japón, Arabia Saudita y Corea del Sur están usando lobbies en diversos países para promover en esferas influyentes sus esfuerzos para mitigar la pandemia del Coronavirus y salvaguardar la reputación de sus países. Corea del Sur por este mecanismo, logró que el anunció de Trump de prohibir vuelos de ese país se echará para atrás unos días después de realizado.
China, por su parte, aunque en sus inicios fue cuestionada por el manejo que le dio a la crisis sanitaria, además del peso moral de ser el país iniciador de la misma, ahora está tratando de ser el líder mundial en el tema del COVID-19. Su diplomacia del Coronavirus se basa, tanto en la casi superación de la epidemia en su territorio, como por medio de su poderío económico y fortaleza de cooperación. Dicho país ha enviado suministros médicos a diversas partes del orbe, incluyendo Venezuela, México, Italia, España, Grecia, República Checa, Holanda, Serbia e Irán. China ha aprovechado el vacío de liderazgo internacional en la materia, en especial el de EUA, y se ha reconfigurado como un actor responsable y confiable. En respuesta a esto Taiwán, que no forma parte de la OMS, ha ofrecido mascarillas gratuitas a España, cuando antes negó la exportación de las mismas a China. China ha dado una amplia difusión a esta ayuda y aparentemente está realizando intervenciones en las redes sociales para insertar contenidos que benefician a su imagen, al punto que Macron ha cuestionado por qué no se habla de la ayuda alemana o francesa que se dio a ese y otros países al inicio de la crisis y solamente se conoce la cooperación China o rusa. Por otro lado, Cuba también ha ganado adeptos a su imagen mediante su cooperación sanitaria y el Presidente de El Salvador se ha viralizado por su comunicación social en medio de la crisis, dejado claro que no existe una división entre audiencias nacionales e internacionales.
Un buen mensaje, aunque parta de lo local, puede volverse mundial en términos de diplomacia pública.
Para terminar, es necesario repasar el papel de México en el manejo de esta epidemia bajo esta óptica internacional. Durante muchas semanas fue criticado a nivel nacional e internacional por lo que parecía una reacción tardía ante la epidemia. No obstante, estas evaluaciones se hacían comparando las medidas tomadas en otros países, en donde, por un lado, iniciaron antes los contagios y, por otro, tienen circunstancias poblacionales, geográficas y de andamiaje institucional diferente al nuestro. Por tanto, en estos momentos aún no se puede definir con claridad si México ha conducido de manera adecuada o no el tema del Coronavirus. Será hasta el balance final cuando esta valoración reputacional se pueda hacer.
No obstante, hay cosas que México sí ha hecho de manera adecuada y otras que no. Para empezar, la cruzada por la repatriación de connacionales que se han quedado “atrapados” en el extranjero ha sido decidida y ha merecido todo tipo de reconocimientos. Un ejemplo, que tal vez no ha sido explotado en materia de comunicación son los ventiladores que se fabrican en Tijuana y que están siendo adquiridos por el mercado de EUA, en especial en California. Estos ventiladores mexicanos están salvando muchas vidas extranjeras y no debe ser más uno de los secretos mejores guardados. Quizá el punto más desfavorable para el Gobierno ha sido la propia actitud del Presidente Obrador, quien se ha resistido a acatar las medidas de distanciamiento social, continuando con giras y un contacto social cercano. Este hecho no ha pasado inadvertido en el mundo y lo ha parecido ver como un líder irresponsable. Aún queda mucho camino por recorrer en nuestro país y el mundo por esta pandemia, y como lo advirtió Kissinger hace unos días, el Coronavirus alterará el orden mundial para siempre.
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