Alejandro Calvillo
25/02/2020 - 12:04 am
Los ultraprocesados alteran funciones de tu cerebro
Al terminar las dos semanas los grupos intercambiaron la dieta por otras dos semanas. Los individuos recibieron la instrucción de comer la cantidad que ellos quisieran, poco o mucho, como quisieran.
El consumo de ultraprocesados, y que los mexicanos consumimos en demasía, altera funciones del cerebro, específicamente del hipocampo. Estás alteraciones se manifiestan tanto en daños en habilidades de aprendizaje y memoria, como en alterar los mecanismos de saciedad, induciendo a un sobre consumo de alimentos.
Investigadores expertos en neurociencia, sicología y siquiatría, de Australia, el Reino Unido y Estados Unidos, publicaron hace unos días un estudio que, seguramente, será referencia internacional para evaluar el impacto del cambio de nuestra dieta por la llamada “comida de fábrica”. El estudio clínico fue publicado en Royal Society Open Science confirmando que, la también llamada «dieta occidental», genera provoca daños «en las funciones del hipocampo y un debilitamiento del control del apetito» (Hippocampal-dependent appetitive control is impared by experimental exposure to a Western-style diet. Stevenson, R. el all. The Royal Society. February 2020).
Sometieron a ciento diez adultos a una dieta de ultraprocesados durante una semana. Midieron el impacto que está dieta estaba teniendo en el hipocampo, tanto en el aprendizaje y la memoria, como en el control del apetito. Las mediciones se realizaron antes y después de someterse a esta dieta y se compararon con un grupo de control.
El desempeño del aprendizaje y la memoria ligados al hipocampo se encontró mermado en el grupo que recibió la dieta occidental, basada en productos ultraprocesados con altos contenidos de azúcares, grasas y sodio. De igual manera, el control del apetito se debilitó en este grupo, es decir, este tipo de dieta los llevó a comer de más.
Los descubrimientos de esta investigación vienen a confirmar los resultados de otro estudio que se presentó el año pasado y que es considerado uno de los más relevantes que se han realizado sobre los impactos del tipo de alimentos que consumimos.
Hall KD coordinó un grupo de más de veinte investigadores. Su estudio clínico fue publicado el año pasado en PubMed. La investigación consistió en concentrar a 20 adultos de aproximadamente 30 años en el Centro Clínico de los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos. El grupo fue dividido en dos y por dos semanas un grupo recibió una dieta de ultraprocesados y el otro de alimentos no procesados.
Las comidas fueron diseñadas para cumplir las recomendaciones de calorías, densidad energética, macronutrientes, azúcar, sodio y fibra. Al terminar las dos semanas los grupos intercambiaron la dieta por otras dos semanas. Los individuos recibieron la instrucción de comer la cantidad que ellos quisieran, poco o mucho, como quisieran. En las dos primeras semanas, los que siguieron la dieta de ultraprocesados, comieron de más, aumentando cerca de un kilo de peso, en promedio. Los que siguieron la dieta de no procesados bajaron alrededor de un kilo. Al invertirse la dieta en los grupos, sucedió lo mismo, quienes habían aumentado su peso con la dieta de ultraprocesados, bajaron con la dieta de no procesados y viceversa (Ultra-Processed Diets Cause Excess Calorie Intake and Weight Gain: An Impatient Randomized Controlled Triall of Ad Libitum Food Intake. Hall KD, et all. Cell Metab. 2019).
El estudio concluye «limitar el consumo de ultraprocesados puede ser una estrategia efectiva para prevenir y tratar la obesidad».
Los ultraprocesados traen consigo otros riesgos. Aquí mencionamos solamente los efectos que tiene la alta presencia de los llamados nutrimentos críticos (azùcares, grasas saturadas, sal), pero existen otros ingredientes y aditivos que representan un riesgo a la salud. Por ejemplo: los colorantes, saborizantes, aromatizadores que están en muchos de estos productos para que parezca que contienen ingredientes naturales. Tiene color a fresa, sabe a fresa y huele a fresa, pero no tiene fresa, o tiene un 2 por ciento de fresa para poder decir que contiene esta fruta. De estos, gran parte de los colorantes artificiales han salido del mercado en naciones de Europa porque se ha demostrado que provocan déficit de atención e hiperactividad en los niños.
Tenemos que reconsiderar la frase adjudicada a Ludwig Feuerbach, filósofo y antropólogo alemán: “Somos lo que comemos”. En 1850 escribió: «Si se quiere mejorar al pueblo, en vez de discursos contra los pecados denle mejores alimentos. El hombre es lo que come».
Hipócrates, médico griego nacido en 1460, considerado por muchos como el “padre de la medicina” escribió: “Que tu alimento sea tu medicina y que tu medicina sea tu alimento”.
Bajo esta perspectiva es que debemos valorar los alimentos que consumimos, los ingredientes que los conforman, y la salud de nuestros pueblos.
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