Francisco Ortiz Pinchetti
14/02/2020 - 12:04 am
Andanada contra el INE
El próximo 31 marzo la Cámara de Diputados habrá de elegir a cuatro nuevos consejeros para el periodo comprendido del 4 de abril de 2020 al 3 de abril de 2029.
Con la audacia y el aplomo de un ajedrecista experimentado, Lorenzo Córdova Vianello movió su caballo, pieza defensiva por excelencia, hasta la posición de protección al rey. La jugada del Consejero Presidente del Instituto Nacional Electoral (INE) no solo sorprendió, sino que enfureció a su contrincante, pues con ese inesperado salto equino sobre el tablero le echó abajo su plan original.
Así vislumbro la adelantada reelección del Secretario Ejecutivo del organismo electoral, Edmundo Jacobo Molina, por parte de su Consejo General. Y la reacción inmediata, abrumadora, feroz en contra de su ejecutor.
Se le vino una andanada en contra.
La verdad es que Córdova Vianello logró con esa jugada, polémica pero absolutamente legal, poner un dique al menos temporal a las pretensiones del Presidente de la República de apoderarse del control del más valioso bastión de nuestra incipiente democracia, para ponerlo al servicio de su proyecto político.
No son nuevas esas pretensiones. Hace unos meses, la mayoría de Morena en la Cámara de Diputados buscó la manera de destituir al Consejero Presidente del INE a través de una amañada reforma constitucional, para colocar en su lugar a un incondicional de la llamada Cuarta Transformación, con miras al inminente proceso electoral intermedio de 2021. Razones de tiempos legales impidieron por fortuna la intentona, pero eso no significó una renuncia de las intenciones presidenciales contra quien escapa a su control.
Desde el púlpito de Palacio Nacional, el mandatario ha atacado con falacias al presidente y a varios de los consejeros electorales que juzga como adversarios. Los descalifica, sin importar que con ello descalifique otra vez a las instituciones democráticas que han sido tan dolorosas y costosas para nuestro país, de cuyo advenimiento me tocó ser testigo como reportero.
Se quiere regresar al pasado priista.
Vale la pena ahora hacer un repaso sucinto. El sistema electoral mexicano estuvo históricamente dominado y controlado por el poder Ejecutivo. La cuestionada elección presidencial de 1988 fue un parteaguas indudable. Con la creación del Instituto Federal Electoral (IFE) en 1990 se dio un paso importante, aunque el organismo seguía controlado por el ejecutivo a través del secretario de Gobernación, que lo presidía.
El antiguo IFE obtuvo por fin su autonomía del Poder Ejecutivo en 1996, cuando una nueva reforma constitucional en materia electoral creó el Consejo General ciudadanizado, encabezado por un consejero presidente. El primero en ocupar este cargo en tal condición fue José Woldenberg Karakowsky, árbitro impecable de la alternancia electoral mexicana del año 2000.
Finalmente, en 2014, se crea el Instituto Nacional Electoral (INE). El Consejo General del INE, entre cuyas atribuciones está en nombramiento del Secretario Ejecutivo, se compone de 11 ciudadanos elegidos por la Cámara de Diputados. Uno de ellos funge como Consejero Presidente y los 10 restantes como Consejeros Electorales, con voz y voto.
Hoy, la autonomía del INE está en evidente peligro.
El próximo 31 marzo la Cámara de Diputados habrá de elegir a cuatro nuevos consejeros para el periodo comprendido del 4 de abril de 2020 al 3 de abril de 2029.
Los antecedentes de imposiciones presidenciales en organismos autónomos e inclusive en la Suprema Corte de Justicia de la Nación hacen temer una actitud semejante en el caso de los nuevos consejeros electorales. Es claro que, con la mayoría legislativa de Morena y sus partidos afines, se buscará nombrar (más que elegir) como consejeros a cuatro incondicionales. Sumados éstos al actual consejero Roberto Ruiz Saldaña, que ha demostrado ya sobradamente su filiación lopezobradorista, el Presidente asegurará cuando menos cinco de los once votos totales. Sólo tendrá que ir por uno, para dominar las decisiones del Consejo General.
Eso sería regresar de golpe a la vieja Comisión Federal Electoral de 1988 que presidió Manuel Bartlett Díaz, entonces secretario de Gobernación, cuando ocurrió la llamada “caída del sistema”.
Las intensiones presidenciales en ese sentido ni siquiera se disimulan. A las agresiones al INE y su presidente por parte del propio mandatario y de funcionarios de su Gobierno como la secretaria de la Función Pública que exoneró a Bartlett Díaz, Irma Eréndira Sandoval, se suma un alud de denuestos en las redes sociales a través de usuarios que se definen como simpatizantes del Presidente de la República y su partido. Según un análisis publicado por SinEmbargo.Mx hace unos días, la llamadas #RedAMLOver, #RedChairoMx o #FueraLorenzoCórdovaDelINE han sido los motores de la andanada.
El encono se ha amplificado en los últimos días ante la jugada de gran ajedrecista de Córdova Vianello, al conseguir la adelantada reelección de Jacobo Molina como Secretario Ejecutivo por parte del Consejo General, antes del ingreso a éste de los cuatro nuevos consejeros, que sin duda estorba al intento de control dado el papel crucial que tiene ese cargo en la organización material de las elecciones.
Y es que el Secretario Ejecutivo, como lo explica el consejero Ciro Murayama –uno de los que han sido descalificados desde el púlpito Presidencial–, es el representante legal del INE, es el secretario del Consejo General y de la Junta General Ejecutiva, es el jefe de todos los directores ejecutivos, de los titulares de Unidades Técnicas y de los 32 delegados en todo el país.
Es decir, es la cabeza de la estructura del INE que hace posible el funcionamiento institucional y la operación de las elecciones. Jacobo Molina ocupa el puesto desde 2014, con un comportamiento y una eficacia que nadie ha cuestionado. A su cargo estuvo por cierto la elección presidencial de 2018, cuando el actual jefe del Ejecutivo obtuvo su histórica, contundente victoria. Válgame.
@fopinchetti
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