Cocineras (chefs) de Ecuador, España y Colombia coincidieron que el machismo se encuentra presente en la gastronomía. «La cocina siempre ha sido de la mujer» pero su labor tomó un tinte profesional sólo cuando pudo llegar a escuelas especializadas, comentó la cocinera española Blanca del Noval. Además lamenta de que se dude de las capacidades femeninas y que los compañeros no sepan cómo tratarlas en la cocina al punto de hacerlas sentir un «invitado incómodo».
Por Susana Madera
Quito, 13 ene (EFE).- El machismo aún se cuece en la gastronomía, donde la mujer entra de a poco, con paso esforzado y sorteando estereotipos en el mundo de la cocina tradicionalmente femenino, aunque profesionalmente masculino… aún.
En ello coincidieron cocineras (chefs) de Ecuador, España y Colombia que participan, en Quito, en la IX edición del encuentro gastronómico, turístico, cultural y académico «Latitud cero», organizado por la Universidad de las Américas (UDLA) y Espai-Epicur para potenciar el papel de la mujer en la alta cocina.
EL «INVITADO INCOMODO»
«La cocina siempre ha sido de la mujer» pero su labor tomó un tinte profesional sólo cuando pudo llegar a escuelas especializadas, comentó a Efe la cocinera española Blanca del Noval, una de las expositoras en la cita inaugurada este lunes.
La experta considera que la llegada de la mujer a la gastronomía profesional ha facilitado la recuperación de recetas tradicionales hasta elevarla a lo que se conoce como alta cocina.
Reconoce que cada vez hay más mujeres en este ámbito, pero aún son pocas en comparación con el «sinfín» de hombres.
«Poco a poco van apareciendo. Quizá hace veinte años ni siquiera había mujeres trabajando en cocina porque no estaba profesionalizado el sector para mujeres, no teníamos acceso», comentó al señalar que aún «es tímida» la presencia de la mujer en la gastronomía profesional.
Se lamenta de que se dude de las capacidades femeninas y que los compañeros no sepan cómo tratarlas en la cocina al punto de hacerlas sentir un «invitado incómodo», aunque ahora (a fuerza de demostrar sus habilidades) la mujer es «parte del equipo».
De 25 años, critica que no las traten con seriedad y que se cuestione en ellas reacciones que en un hombre se consideran normales.
NO ESPERAR PRIVILEGIOS
Con estudios en Francia, donde vivió una década, y experiencia en restaurantes de hasta tres estrellas Michelín, la chef ecuatoriana, Alejandra Espinoza, confiesa a Efe que tuvo que volverse «un poco insensible» para superar el machismo en la cocina.
Ha visto complicada su lucha por la igualdad de género en su propio restaurante donde tres mujeres de la cocina renunciaron, otras tres trabajan en servicio y la veintena restante son hombres.
Segura de que el machismo es un gran obstáculo, recuerda con dolor cuando una camarera renunció pues «su pareja le pegaba porque trabajaba» hasta la medianoche.
Embarazada de ocho meses, Espinoza cree que las mujeres pueden tener impedimentos físicos para desarrollar su trabajo, pero «no es imposible lograrlo».
Pide a las mujeres no esperar privilegios, demostrar sus habilidades sin esperar que se den «las cosas fácilmente» y no aupar la diferenciación de cargos en base al género sino al talento.
Y de talentos sabe bien Felipe Romero, el decano de la Escuela de Gastronomía de la UDLA, quien cree que con el encuentro de Quito sólo se pone una luz sobre una realidad latente: la habilidad gastronómica de la mujer.
Ahora las oportunidades «son más equitativas», señaló a Efe quien dice «con orgullo» que las mujeres lideran proyectos innovadores.
La mujer, considera, «siempre ha jugado un rol mucho más humilde, les ha gustado ser más trabajadoras, hacer menos show», aunque reconoce que también la sociedad machista y los estereotipos han aplicado su peso.
EL MACHISMO, EL PEOR INGREDIENTE
«A mi una mujer no me va a decir qué hacer», le dijo un subalterno a la cocinera colombiana María Fernanda Barriga cuando fue a trabajar en México a sus 23 años.
Siete años después, acumula varias anécdotas de ese talante que avalan su creencia de que el machismo ha extendido sus tentáculos por todos lados.
«Por más que la cocina ha sido siempre de la mujer, por alimentar a la familia… pasó a ser como una profesión de hombres, y la alta cocina, de igual manera», dijo quien va cambiar poco a poco esa realidad, aunque no a la velocidad anhelada.
Cuando trabajó en un restaurante tres estrellas de España también experimentó el machismo «pero a otro nivel, no tan marcado», aseguró antes de criticar que se encasille a las mujeres en roles, una realidad que refleja a la sociedad pues «todo viene desde la casa».
Cuenta con lástima que durante una visita a una comunidad en el marco de un proyecto gastronómico en Ecuador, escuchó a una abuela decir a su nieto de cinco años: «Camine en frente porque el hombre siempre va en frente de la mujer».
Para combatir la inequidad en la gastronomía pide a la mujer amor propio, disciplina, constancia y empoderamiento en un ámbito en el que el machismo sigue siendo uno de sus peores ingredientes.