En Occidente donde vivimos, esta pregunta nos parece absurda, grotesca, hasta fuera de lugar, estoy segura que a muchos de nosotros nos parece ofensiva o un chiste. ¿Quién podría pensar en comerse a su perro?, no solo eso, ¿Quién podría pensar en comerse un perro?.
Estamos acostumbrados a ver a los perros como amigos, como acompañantes, como animales muy inteligentes y leales, y muchos compartimos nuestras casas con ellos, sabemos que sienten tristeza, que sienten dolor, y hasta existen historias extraordinarias como Hachiko que esperó a quien consideraba su familia aún años después de su muerte.
Pero qué pensaríamos si nos diéramos cuenta que otros animales también poseen muchas características muy similares a las que vemos en un perro, por ejemplo, los cerdos poseen una inteligencia mayor a la de un niño humano promedio de tres años de edad, poseen memoria a largo plazo, tienen capacidad de anticipar eventos; en el Santuario les ponemos paja en su refugio y es impresionante, pero ¡ellos hacen su cama!, acomodándola a como desean dormir.
Y los cerdos no son los únicos. Los chivos y borregos desarrollan lazos de amor y amistad entre ellos, en el Santuario tenemos una familia de chivos que han estado unidos desde bebés, y cada vez que alguno ha sufrido una enfermedad y los hemos separado, los demás no están tranquilos hasta que regresa, los borregos igualmente se protegen unos a los otros y en casos de madres e hijos como Nayla y Neo, son muy unidos entre sí.
Las gallinas pueden recordar la cara de personas y de animales, tienen su propio lenguaje y más de 30 sonidos para comunicarse, las mamás gallinas hablan a sus pollos aún y cuando no han salido de sus cascarones. En el Santuario tuvimos a María, una gallina sumamente expresiva que tenía un carácter muy especial, era muy ocurrente, siempre nos hacía reír y le encantaba seguirnos a dónde íbamos.
Las vacas también desarrollan lazos muy fuertes con otras vacas y con otros animales, así como nosotros, ellas tienen mejores amigos o algunos que no les caen tan bien; en el Santuario nuestra vaca Chabela tenía en Eli, a su mejor amiga, creo que la que no le caía muy bien ¡era yo!.
La mayoría de las personas no tenemos y nunca hemos tenido contacto con un animal de granja, a menudo cuando gente conoce a los habitantes del Santuario queda sorprendida e impactada con sus personalidades, de los lazos que existen entre ellos y su comentario es que no esperaban que estos animales fueran así.
No está por demás decir que los animales explotados para consumo son asesinados siendo unos bebés en su mayoría y no tienen la oportunidad de vivir su vida, y cuando viven periodos más largos tienen una vida cruel y de dolor que termina irremediablemente en el matadero.
Vuelvo a plantear la pregunta de un inicio, ¿Te comerías a tu perro?, si la respuesta es negativa, date la oportunidad de ampliar tu círculo de compasión, tal vez encuentres a otro mejor amigo.