Larsson quiso expresar con más fuerza la injusticia social. Y lo logró con su legado: Millennium

21/09/2019 - 12:05 am

Tras el fallecimiento de Stieg Larsson en 2004, David Lagercrantz sorteó con éxito la gran expectativa de los lectores por la continuación de la saga, al tomar el timón del barco en 2015. Ahora, llega el ocaso del fenómeno Millennium con su sexta y última entrega: La chica que vivió dos veces.

Con su pluma, David mantuvo la esencia de lucha social que imprimió el padre original de la trilogía. Sobre todo respetó la construcción de personajes tan importantes como Lisbeth Salander, que rompe estereotipos y no es la víctima a la que deben salvar: es ella la que traspasa las adversidades.

Ciudad de México, 21 de septiembre (SinEmbargo).- Llega el ocaso del fenómeno Millennium con su sexta y última entrega. Tras el fallecimiento de Stieg Larsson en 2004, la expectativa por la continuación de la saga (que ha vendido más de 100 millones de ejemplares en todo el mundo) fue una misión que David Lagercrantz sorteó con éxito al tomar el timón del barco en 2015. Respetó la construcción de personajes y mantuvo la esencia de lucha social que imprimió el padre de la trilogía.

«Larsson estuvo cerca de muchos casos de injusticia hacia las mujeres. Desde su mirada de periodista sentía que debía, de alguna manera y en algún momento, expresar aún con más fuerza las grandes injusticias del mundo. Encontró en las novelas la manera de hacerlo”, explicó Carmina Rufrancos, directora literaria de la Editorial Planeta.

En este sentido, el escritor sueco imaginó uno de los personajes femeninos más disruptivos en la literatura: Lisbeth Salander, la protagonista que rompe estereotipos, no sólo de género, sino también como ser humano en la sociedad moderna. Es libre, respeta lo diferente y no es la víctima a la que el detective tiene que salvar: ella es la que combate las adversidades.

Puntos y Comas brinda un vistazo a La chica que vivió dos veces, una narración que incluye temas de relevancia social como las Fake News, el odio en las redes sociales, la violencia de género y la vuelta al antisemitismo.

UNA PROBADA DE LA HISTORIA…

Lisbeth Salander no puede seguir huyendo del pasado que la persigue desde hace tanto tiempo y ha llegado el momento de que se enfrente a las atrocidades cometidas por Zalachenko, su padre. La heroína está preparada para la batalla final contra la única persona que, siendo idéntica a ella, es opuesta en todo: su hermana Camilla. Ambas se verán las caras en un trepidante pulso final. Por su parte, Mikael Blomkvist investiga la muerte de un mendigo del que sólo se sabe que ha fallecido pronunciando el nombre de un importante político sueco.

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Tras la muerte de Stieg Larsson, ¿cómo fue el proceso para asignar al nuevo autor, David Lagercrantz? ¿Cambió radicalmente el estilo de escritura?

–La asignación de David Lagercrantz como autor para continuar la saga fue una decisión que tomó la familia, ellos fueron los encargados de buscar, entrevistar gente, hablar y decidir quien consideraban que podía continuar con la saga y me parece que hicieron una excelente decisión porque desde la primera novela que escribió David, se mantuvo fiel a los personajes, a la historia, a sus valores. Yo creo que fue una muy buena elección de autor.

Yo como lectora soy muy fan de la saga de Larsson y como todo el mundo las primeras tres novelas me fascinaron. Sí tenía dudas; no es sencillo copiar el estilo de alguien. Yo creo que David supo mantenerlo muy bien, no se siente un corte drástico, sientes a la misma voz narrándote las nuevas historias, no notas ningún rompimiento, no notas que haya una mirada diferente con respecto a los personajes o rasgos en los que él los hayan cambiado. Me parece que no se siente ninguna fractura, digamos, entre la tercera novela y la cuarta, que es la primera que escribió David. 

¿Por qué se desplegó un protocolo de seguridad para este lanzamiento? ¿Es la primera vez que pasa algo así con algún libro de la saga?

–Ha pasado con todos los libros de la saga, sobre todo a partir del cuarto fue que se ha mantenido un protocolo de seguridad porque, evidentemente, había mucha expectativa y mucho interés en una saga tan importante, con tantas ventas, poder filtrar o tener la primicia de por dónde va la nueva historia… Claro que era una tentación. Desde la cuarta novela a habido un protocolo de seguridad con respecto a eso y también porque se ha buscado que en todos los países salga al mismo tiempo porque finalmente se convirtió en un fenómeno mundial. La expectativa por el nuevo libro, por cómo iba a continuar la historia, era algo que existía en todos lados, y a estas alturas en el que el mundo está tan globalizado, pues hasta a ese nivel llega, al de buscar que los lanzamientos de una novela, aunque se trate de diferentes idiomas pues traten de sincronizarse 

Lisbeth Salander es un personaje femenino disímil, que rompe esquemas, ¿por qué Larsson decidió que construirla así? 

–Larsson era un periodista de investigación, un periodista que mucho tiempo estuvo cerca de muchas historias de injusticia hacia las mujeres; fue testigo de muchos casos y situaciones adversas hacia el género femenino, y yo creo que desde ahí él, desde esa mirada de periodista, sentía que debía, de alguna manera y en algún momento, poder expresar aún con más fuerza eso que él veía como una de las grandes injusticias del mundo. Encontró en estas novelas la manera de narrarlo.

Me parece sensacional el personaje de Lisbeth Salander, que creo que rompe muchos estereotipos, no sólo en cuanto al género femenino, sino también como ser humano en esta sociedad actual. Es un personaje completamente libre; te hace replantearte cosas y tratar de mirar el mundo y lo que ocurre en el mundo desde otra mirada con mucha mayor calidad humana, con más respeto por los demás, por aprender a respetar lo diferente, y ella misma es en sí una bandera que grita eso.

Es un personaje que en una novela negra no es la víctima a la que el detective o el policía tiene que salvar; ella es quien genera las situaciones de cómo resarcir una injusticia. Además es un personaje con una apariencia agresiva, que normalmente si alguien la ve en la calle piensa que es drogadicta y seguramente roza en la criminalidad’, pero no es así. Entonces lo que dice es que no podemos guiarnos por las apariencias ni generarnos ningún tipo de prejuicio hacia nadie por sus características físicas, por su preferencia sexual, etc. Creo que eso es sensacional.

Foto Nadia Virgilio

¿Crees que la saga haya cobrado más relevancia por la agenda feminista actual?

–Yo creo que sí. Y más bien este abrir los ojos en los últimos años fue generado por novelas como esta de Larsson. La historia que planteó Larsson fue muchos años antes del Me too… entonces creo que ese abrir la consciencia y ver cosas que no habíamos querido ver y que no habíamos querido nombrar como ahora se les nombra, se consiguió gracias a este tipo de lecturas. Es una demanda que ya existía en la sociedad: tenemos que poner atención a este problema ancestral de la violencia hacia las mujeres y Larsson contribuyó a esa apertura, a ser conscientes y reconocer esta situación.

Larsson era un luchador social. ¿Como se nutrió su literatura de esto?

–Es total la relación. De hecho, muchas de las cosas que Larsson como periodista no podía contar, porque existía la obligación de tener hechos concretos, duros, para poderlo plasmar en el periodismo, pues muchos actos de injusticia que no podía exhibir en términos periodísticos, pudo exhibirlos a través de la novela y me parece que fue una manera de liberar él mismo muchas injusticias y situaciones que a través del periodismo no pudo plasmar y gracias a la literatura pudo sacarlas y manifestarlas y de alguna manera poner foco en esos temas de injusticia social.

¿Puedes exponer un poco el fenómeno social que ha significado la saga en Suecia?

–El tema del fan base que existe en Suecia me parece padrísimo. Yo creo que está muy bien que los países y la gente honre, respete y manifieste su admiración y cariño por la gente que tiene éxito en su país y que los hace visibles ante el mundo. También eso fue padrísimo de las novelas de Larsson: que describía muchas cosas de Estocolmo, y te habla de los barrios y cómo son… de hecho, si no me equivoco, sí aumentó el nivel de turismo en Suecia gracias a las novelas, entonces entiendo perfectamente que los suecos estén fascinados de que haya ocurrido el fenómeno Larsson.

¿Consideras que el lenguaje audiovisual ha sabido traducir la palabra escrita del autor?

–A mí me gustan las películas, me parece que sí adaptaron bien la obra. De hecho lamento que las versiones de Estados Unidos no hayan continuado, porque las suecas sí hicieron las primeras tres películas completas, la trilogía. En Estados Unidos sólo se hizo del primer libro y es una adaptación que también me gustó. Las novelas suecas puede ser que tengan un poquito más el tono de Larsson porque son más oscuras, más sombrías, pero la versión norteamericana me pareció bastante buena también.

Esta es la última entrega de la saga, pero ¿habrá algún tipo de spin off del universo que creó Larsson? 

–La editorial, que entiendo está muy de cerca con la familia de Larsson, ya emitió un comunicado diciendo que este es realmente el cierre de la saga. Pero Lisbeth Salander es un personaje tan vigente que tiene muchas posibilidades, y es una pena que no veamos más historias.

 

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