Francisco Javier Pizarro
08/09/2019 - 12:05 am
Paradojas legislativas de la grilla partidista
Los dos mensajes que el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador envió a Senadores y Diputados de Morena, lograron atemperar de una parte, los conflictos internos detonados por los senadores Martí Batres y Ricardo Monreal.
Los dos mensajes que el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, envió a senadores y diputados de Morena lograron atemperar de una parte los conflictos internos detonados por los senadores Martí Batres y Ricardo Monreal y de la otra, el “agandalle” impulsado por Dolores Padierna que pretendió modificar la Ley Orgánica para retener la Presidencia de la Cámara Baja y no permitir la rotación de la misma con la oposición, como marca la Ley aprobada en 1997.
El 29 de agosto asistió a una reunión privada con diputados y senadores de Morena, a quienes hizo un llamado a dejar los “sectarismos” al interior de las bancadas legislativas de las cámaras Alta y la Baja y los exhortó a mantener la unidad en torno al proyecto de la Cuarta Transformación.
Les advirtió que si los conflictos internos que se han generado entre ellos no ceden y Morena se echará a perder, renunciaría a su militancia y pediría que se le cambiara el nombre, que él le dio vida y posicionó.
Días después, —el 4 de septiembre— en su conferencia de prensa mañanera, celebró el que Morena y sus aliados no hayan logrado modificar la Ley Orgánica para retener la presidencia de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados con la reelección de Porfirio Muñoz Ledo.
Adujo: “si nosotros, que estamos planteando una transformación, permitimos eso, o un partido porque tiene mayoría puede aprovechar para modificar una Ley en beneficio personal, en beneficios de grupo, en beneficio de una fracción, pues eso es retroceso. Yo celebro que esto se haya resuelto bien. Yo no podía meterme, pero era una vergüenza”.
Estos mensajes tuvieron un efecto positivo. Martí Batres desistió de reelegirse como presidente de la Mesa Directiva del Senado. Porfirio Muñoz Ledo, que al grito de “Sufragio Efectivo, si Reelección” daba por inminente su reelección para el segundo año dela LXIV legislatura como presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, también tuvo que renunciar —mentada de madre de por medio— a los legisladores de todas las fracciones que se opusieron a su reelección.
“A las doce de la noche nos convertimos de carruajes en calabazas», advirtió el célebre y añejo político a los coordinadores de los grupos parlamentarios que tras tres elecciones del Pleno de diputados durante cinco días para aprobar cuales de los diputados y las diputadas del PAN se integrarían como presidentes, vicepresidentes y secretarios de la Mesa Directiva de la Cámara Baja, que conforme al artículo 17 de la Ley Orgánica le corresponde encabezar, por ser la segunda fuerza parlamentaria.
La primera propuesta fallida del PAN fue postular en la sesión preparatoria a Xavier Azuara y a la Diputada Laura Rojas, como presidente y vicepresidenta. La segunda propuesta en la que se incluía a Laura Rojas ahora como presidenta y a Ricardo Villareal como vicepresidente tampoco logró el voto de la mayoría calificada.
El miércoles 4 de septiembre por la noche se dio trámite a la tercera propuesta. Otra vez a Laura Rojas como presidenta, a Marco A. Adame (ex Gobernador de Morelos) como vicepresidente y Lizbeth Mata como secretaria.
A última hora, al filo del cierre de la sesión ordinaria que la ley orgánica establece, se desenredó el nudo gordiano de quienes, por fin con mayoría calificada, encabezarán la multicitada Mesa Directiva, que estuvo a punto de generar una crisis constitucional del poder legislativo.
Laura Rojas (PAN) es ya la nueva presidenta en sustitución de Porfirio Muñoz Ledo; como primera vicepresidenta quedó Dolores Padierna (Morena); Marco Antonio Adame (PAN) como segundo vicepresidente y Dulce María Sauri (PRI) como tercera vicepresidenta.
Es evidente que finalmente los coordinadores de las diversas fracciones legislativas se dieron cuenta que no era conveniente para nadie estirar la liga a tal grado de romperla y generar un conflicto dañino para todos.
Es sin duda un paso significativo para el poder legislativo que quiere construir y consolidar un auténtico y plural sistema de equilibrios tanto en la Cámara de Diputados como la de Senadores, que hasta ahora es ficticio y amañado.
Incluyo al Senado por que si bien es cierto que no tiene mayoría calificada y tampoco una Ley orgánica de rotación de las fracciones parlamentarias de conformidad con sus niveles de representación, también tiene equilibrios entre la Junta de Coordinación y la Mesas Directiva integrados por los partidos que obtuvieron la mayoría de los votos de los ciudadanos y le corresponde aprobar o desechar la iniciativa propuesta por Morena de una Nueva Ley orgánica de rotación a partir del 2021.
Sería ingenuo, sin embargo, creer que con la renovación de la Ley orgánica de rotación aprobada en las elecciones de 1997 —que generó el conflicto legislativo que hemos descrito— es la gran panacea para fortalecer la democracia representativa.
Y lo digo porque una cosa es la hegemonía política de los partidos y otra muy distinta la representación mayoritaria generada por el voto de los ciudadanos.
No hay que olvidar que el sistema de partidos, el electoral y el legislativo han cursado etapas totalmente diferentes al actual contexto social y político en esta época:
1.El régimen de Partido de Estado, que desde la fundación del Partido Nacional Revolucionario (PNR), el Partido de la Revolución Mexicana y posteriormente el Partido Revolucionario Institucional (PRI), fue en todos los ámbitos un sistema de poder hegemónico, el cual poco a poco fue decayendo a partir de la Reforma electoral que creó el Instituto Nacional Electoral que abrió las puertas a partidos carentes de representación legal y fomentó la figura de los diputados plurinominales con el fin de hacer un contrapeso a ese poder hegemónico.
2.Esa reforma electoral de la pluralidad democrática y el reconocimiento legal de los partidos minoritarios sacudió al eterno partido hegemónico oficial y dio cause a la alternancia de los poderes ejecutivos de los municipios, entidades federativas y de la presidencia de la República, lo que fortaleció el sistema de partidos y también al poder legislativo, el cual en 1997 aprobó la Ley orgánica de rotación en las mesas directivas de la Cámara de Diputados y Congresos estatales que hemos abordado.
3.Ahora estamos en proceso de una tercera etapa de hondo calado: un cambio de régimen político, que nada tiene que ver con el poder hegemónico ni el de la alternancia, sustentado ya no únicamente en la democracia representativa, sino también en la democracia participativa de los ciudadanos; el combate a la corrupción y prebendas de los tres poderes de la Unión que durante décadas saquearon a México.
Ejemplo de ello es la reducción de los sueldos de los funcionarios, legisladores y magistrados (estos últimos se han amparado a sí mismos); la iniciativa que el Presidente de la República ha puesto a consideración del poder legislativo para cancelar el fuero de los funcionarios –incluido él– y que se apruebe la consulta ciudadana, ejes fundamentales para fortalecer la democracia sustentada,h ahora, en sombríos acuerdos partidistas, tranzas, cochupos, demagogia y la grilla
La Real Academia Española vincula el término grilla al insecto salteador, que se conoce como grillo. Esos insectos son los políticos fariseos que pululan en todos los partidos.
El verbo grillar que tanto se usa en México alude a lo que hace el grillo cuando canta en sentido simbólico a enloquecerse o chiflarse, que justo es lo que hacen nuestros políticos una vez que asumen cargos en el poder ejecutivo o legislativo, como lo revela esta paradoja (contrasentidos) en que incurrieron los diputados de todos los partidos está semana que hoy concluye.
Veremos y diremos qué es lo que sigue.
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