Francisco Javier Pizarro
25/08/2019 - 12:05 am
Conflictos en Morena
«Espero sinceramente que Morena entienda que las elecciones se ganan con credibilidad, legalidad y legitimidad».
La insólita y acre reyerta entre Martí Batres, presidente de la Mesa directiva del Senado y Ricardo Monreal, coordinador del Grupo parlamentario de Morena en la Cámara Alta, aunada a la disputa por la dirigencia nacional de ese partido entre Bertha Luján y Yeidckol Polevnsky, han generado una abierta controversia entre grupos diversos, que de no subsanarse, puede poner en riesgo las actividades legislativas de la 4T y en especial, las elecciones de 2021 y 2024.
No voy a entrar en detalles de lo ocurrido porque los actores políticos referidos difundieron en redes sociales y medios de comunicación, sus posturas, quejas y cuestionamientos, para persuadir a los ciudadanos, en forma soterrada, quienes son y que quieren ser.
Lo digo porque Martí Batres, quien aspira o aspiraba a reelegirse como presidente de la Mesa Directiva del Senado, afirma que fue bloqueado “sin previo aviso” y a la “Malagueña”, por Ricardo Monreal en la sesión plenaria de los senadores de Morena, en la cual invitó indebidamente, a legisladores del PES (Partido Encuentro Social) quienes en una polémica votación cerrada junto con sus seguidores, votaron a favor de Mónica Fernández, lo que tomó por sorpresa a Martí Batres, quien de antemano daba por sentado que sería reelecto.
Las aspiraciones de Monreal son otro horizonte más ambicioso. El quiere ser en 2024, candidato a la presidencia de la República, por lo que esta calando quienes lo apoyan y quienes son sus adversarios. A Martí Batres lo considera un rival peligroso. Y lo es. Desde que Batres fue presidente fundador de Morena y él se incorporó, nunca han hecho “clic”.
Ahora lo corroboró al ser denunciado por Batres que había violentado la convocatoria, la cual citababa únicamente a los legisladores de Morena, por lo que no reconoció la votación y le acusó de ser un “político faccioso” , al que impugnará a la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia de Morena–no al órgano electoral (INE), porque no quiere penalizar el caso–, para que se reponga el proceso mediante el cuál se designó a una nueva Mesa Directiva, que Batres,dijo, “deterioró gravemente la imparcialidad y la equidad en el proceso interno”.
Batres confía plenamente en la dirigente morenista, empresaria y ex dirigente de Canacintra, Yeidckol Polevnsky, quien ante medios de comunicación, le expresó su apoyo:
“El es nuestro presidente fundador, nosotros tenemos (ella) que darle todo el respaldo al trabajo que está haciendo. Además no había razón para impugnar en nada al presidente (Batres), estaba reconocido hasta por los demás compañeros”. (SinEmbargo.mx. 21 de Agosto).
Desde luego que está “acto de solidaridad” no es gratuito. Polevnsky, busca también lo suyo: asumir la dirigencia nacional de Morena, y una de las vías que ha considerado más positiva, es la de incrementar el padrón de afiliados, particularmente en las entidades que le pueden aportan un peso determinado y significativo a su candidatura, para vencer a su rival Bertha Lujan.
Sabe perfectamente bien que Morena no es un partido aún consolidado en lo cuantitativo y cualitativo, por lo que ella considera importante extender el número de militantes y de afilados en el Padrón Electoral de 2017, que estuvo a cargo de Bertha Lujan.
Y no anda tan herrada. De conformidad con el registro electoral del Instituto Nacional Electoral (INE) de esa fecha, Morena tiene un padrón de afiliados de 319, 449 electores.
Esta cifra de afiliados, es mayor a la del Partido Encuentro Social (PES) – que perdió su registro–, el cual tuvo una afiliación de 244, 388 miembros; al del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), cuyo registro fue en 2017, 308 mil, 224 afiliados.
El partido con el mayor número de afiliados – paradójicamente uno de los derrotados en la elección presidencial del año pasado–, es el PRI, el cual tiene un padrón de afiliados de 6 millones 368 mil 763. Le siguen el Partido de la Revolución Democrática (PRD) –en proceso de desintegración—con 5 millones, 254 mil 778 afiliados; su aliado el Partido del Trabajo (PT) con 513,315; con Movimiento Ciudadano (MC) con 468, 949 afiliados y el Partido de Acción Nacional (PAN) que tiene un padrón de 378, 838 miembros afiliados.
Polevnsky, pretende incorporar al padrón a los afiliados que a raíz del triunfo de AMLO se incorporaron a Morena, con base en el acuerdo de “revisión y actualización” del 23 de enero de 2019, aprobado por el Consejo Ejecutivo del INE.
Ciertamente, hoy por hoy, la fuerza política dominante en el contexto político electoral actual, es y sigue siendo Morena, como se demostró en las elecciones estatales y municipales pasadas.
Pero no menos innegable es que desde el punto de vista orgánico, ideológico y programático, Morena padece de múltiples debilidades.
En primer término, continúa siendo un movimiento electoral, más que un partido político. Hasta donde un servidor lo percibe, la mayoría de los fundadores y líderes de Morena, están en el nimbo de lo electoral.
Son pocos, muy escasos los dirigentes partidistas que han acatado los estatutos de Morena; auspiciado la capacitación política e ideológica de sus afiliados; diseñado un programa partidista acorde a las necesidades de los ciudadanos en sus municipios, regiones y estados, que sin lugar a dudas, contribuirían a apoyar o al menos dar sustento, al programa de gobierno de la República de la 4ta Transformación, la cual es positiva en sus ejes fundamentales como son el combate a la corrupción y la impunidad; el desarrollo y bienestar social para combatir la pobreza y la desigualdad social; la recuperación de los recursos nacionales– aún en manos de las trasnacionales-y, el crecimiento económico que el capital financiero busca descarriar a como de lugar para generar incertidumbre en la población y en el entorno internacional.
Por su parte, a los aspirantes a la dirigencia nacional y a los legisladores de Morena, lo que les inquieta y ocupa, es la elección de la dirigencia de Morena el 20 de noviembre próximo, los comicios de 2021 y sobretodo, la sucesión presidencial de 2024.
De eso da cuenta el conflicto entre Martí Batres y Ricardo Monreal y la disputa por la presidencia de Morena, entre Bertha Lujan y Yeldckol Polevnsky, y por supuesto, también los tránsfugas oportunistas de los partidos derrotados, “trepadores” y politiqueros, que buscan intereses personales, como bien lo dijo AMLO.
Entre las elecciones de 2018 y las de 2021, así como la de 2024 en ciernes, quiérase o no, hay una gran diferencia en términos del humor social inconforme, auspiciado por los voceros del neoliberalismo en todos los ámbitos, ya sea el de la inseguridad, la violencia de género, la salud y la educación. Nada de eso lo están ponderando las aspirantes a la dirigencia de Morena y tampoco los legisladores morenistas.
Se les olvida o se hacen omisos, de que los triunfos electorales históricos del año pasado, que les dio la mayoría en ambas cámaras del Congreso de la Unión, de los congresos locales y gubernaturas estatales, presidencias municipales y diputados locales, se deben no a ellos sino a Andrés Manuel López Obrador que arrasó a todos los partidos y sus candidatos antagonistas en su tercer intento con el que arribó a la Presidencia de la República.
Amlo ganó en 31 de las 32 entidades federativas –solo perdió en Guanajuato, bastión panista—y tuvo un porcentaje de votación del 53.19 por ciento de los sufragios de los electores a su favor, esto es, 30 millones133 mil 483 votos que porcentualmente son un 30.9 por ciento arriba de Ricardo Anaya, su oponente del PAN que obtuvo el segundo lugar.
En la Cámara de Diputados, Morena obtuvo 258 curules, el 51.6 por ciento de los diputados, que sumados a los obtenidos por el PES y el PT, sus aliados, suman 315 legisladores del bloque. En el Senado, Morena tuvo 59 por ciento escaños (el 46.0 por ciento) de las curules.
En el 2021 se elegirán 13 gubernaturas y nuevos diputados. Hay que recordar que la reelección se permitirá a partir de ese año, por lo que los legisladores del Congreso de la Unión, podrán contender por la renovación de su período el 2021, año que AMLO propone se incluya también su revocación de mandato al 2024, a lo que los legisladores rivales a él se oponen.
El PAN y el PRI, y el Movimiento Ciudadano y el PRD, se están frotando las manos para que los conflictos internos de Morena y sus legislativos, les abran las puertas para recuperar en ambas elecciones posiciones legislativas y gubernamentales en las entidades federativas, pero sobretodo, en la contienda por la presidencia de la República en 2024.
Su estrategia, es la de no enfrentarse entre ellos, sino la de converger en una alianza mutua en los dos comicios, el de distritos federales y estatales, municipios, gubernaturas y – si les funciona—lo harán en la elección presidencial, conforme a la preeminencia de cada partido y su candidato.
Lo pueden lograr si Morena no recapitula sus absurdos deslices. El PRI gobierna 12 Estados y 544 municipios y alrededor de 60 Distritos electorales, el cual obtuvo en los comicios de 2018, 20 millones 182 mil de votos. El PAN gano entre 100 y 120 Distritos y 450 Municipios y 11 entidades federativas y su candidato presidencial, alcanzó el segundo lugar.
Espero sinceramente que Morena entienda que las elecciones se ganan con credibilidad, legalidad y legitimidad y como bien dijo el Presidente de la República, “si dejan de pensar en los cargos e intereses personales y ponen por delante sus principios” y los de la 4ta transformación agregaría yo… Ojalá así sea por el bien de México, no solo de Morena.
Veremos y diremos, en que terminan estas disputas.
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