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Tomás Calvillo Unna

07/08/2019 - 12:05 am

Una reflexión inevitable

El espacio es la respuesta, no el tiempo.

La Conciencia Pintura De Tomás Calvillo Unna

En realidad el tiempo es el tema, está es la propuesta de la serie alemana Dark, el tiempo y el poder, podría decirse. La respuesta es sí y no. Me inclino por la negación (dejando de lado el poder) el tiempo es solo el primer tema, meditando en él, observándolo en uno, se advierte que el tema más profundo, y valga la paradoja, es el espacio (en la tradición de la encarnación se le llama el lugar) es en su territorio donde la tensión de la Historia se resuelve, o mejor decir, se desvanece o se acalla.

El espacio es la respuesta, no el tiempo. De ahí la sacralidad del lugar, de los lugares que habitan la misma historia y conservan sus huellas, su devenir. De ahí también el olvido de nuestra era y su permanente batalla con la naturaleza, su ignorancia de la misma que nos aproxima a una catástrofe. No ha habido una pausa civilizatoria, ni las guerras lo han permitido.

La obsesión y angustia por nuestra finitud, que apostó por la velocidad para acortar el tiempo en todo tipo de distancias, estructurando así la lógica del llamado progreso, desarrollo, o crecimiento de la sociedad tecno-científica de consumo, encuentran hoy su mejor aliado en la cultura cibernética. Ésta acelera el desprecio por el espacio, en una de sus traducciones más evidentes: la de nuestro habitad mismo, lo sustituye y margina aún más.

Los fragmentos del libro Tabing Dagat Junto al mar, merodean estos apuntes.

Calvillo, Tomás, Tabing Dagat, El Colegio de San Luis,
Universidad Autónoma de San Luis Potosí, 2012.

 

IX

la velocidad es estar ahí
sin haber ido y sin ir
antes de llegar después y aquí

no hay pasos que dar
ya se han dado
no hay palabras que decir
ya se han dicho

el mañana
fiel a su vocación efímera
se esfuma

y el sol
célebre jugador
con su moneda da vueltas
incandescente y explosivo
en las yemas de los dedos se retrae
y camina a rayos
intermitente sobre el tejido del bambú
se queda en los techos
que no se vencen
al hostigamiento de su quemadura

lo reciben y en sus sombras lo mecen
de jade vegetal
antes de convertirlo en piedra

los ojos se refrescan al mirar
un amatista de aves y peces
en las innumerables ondas del mar

el penacho de plumas
su solar acertijo

esta rasgadura de las dimensiones
el portento proyecto de ver
sin aspirar sin tomar
es cierto
pareciera un intento más
artificio de aproximaciones

la sobrevivencia del instinto
el tacto invisible del credo
la pequeña caja de cerillos de la fe
el simple hecho de probar lo que resta

en medio de la nada
que sopla al oído
su insondable travesía

LII

al menos por unos momentos
la fatiga permite que el peso se olvide
y quede a los pies de la cama

el descanso ahora es amnesia
donde los ojos se ocultan

se vuelve al principio
al cero y su nueva cuenta

la habitación cambia
se orienta hacia el mar

las marcas que erosionan el mármol
son los presagios

es otro cuerpo
con más años antes

también palpita
y señala el horizonte

erguido aún
a pesar de las tormentas
no pierde su ritmo
el respiro innato de la criatura

su sal está aquí
en los poros de la piel

es la ambición marina
de su mirar
la flor de su iris
el volumen del oxígeno
que resta
su nostalgia celeste

 

LXVI

quieres cruzar el río
sin que nadie te acompañe

llegas de una multitud
y ahora te aíslas

clavas tu mirar
en ese momento
el estallido de luz
que se aproxima

quisieras decirlo
pero te detienes y retraes
quisieras evitarlo
saltarlo y dejarlo

si esperas un poco
y respiras pausado
y llamas a quien te conoce
y le dices

escucha
ese viento va por delante
anuncia la tormenta
generosa viene por nosotros
para esparcir
estos sueños que habitamos
al igual que nuestro padres
y los siglos

escucha esa lluvia
que sacude los techos
es tan antigua
como estas criaturas presentidas
convertidas en relámpagos
cabalgan en las nubes
llevan sus látigos de agua

van a cielo abierto
flamas de amarillos
y naranjas decorando
esa gran nube oscura
que nos cubre

escucha
cómo arrecia la lluvia
cómo el agua te conoce
cuando traspasa tu cuerpo
y eres
el bosque y el desierto

la reserva del mar
en tus venas

en Sinembargo al Aire

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