Martín Moreno-Durán
03/07/2019 - 12:05 am
AMLO-1/Julio/2018: las malas cuentas
Derrotado por su pésimo gobierno, arrinconado por la corrupción que él mismo fomentó y solapó, Peña Nieto fue una figura decorativa en Los Pinos, dedicándose a tres cosas esencialmente: a negociar con AMLO protección después de que dejara la presidencia, a entregar el poder sin chistar ni protestar, y a solucionar sus problemas maritales, divorciándose de Angélica Rivera para salir de Los Pinos soltero, libre y sin compromisos. La frivolidad siempre ha acompañado a Peña Nieto.
+ Morena pierde 3 millones de votos
+ Reprueban economía y seguridad
Hace un año, Andrés Manuel López Obrador ganó, de manera contundente, la elección presidencial. 30 millones de votos legitimaron su triunfo.
Prácticamente desde el día siguiente – 2 de julio de 2018-, AMLO comenzó a gobernar en la praxis, a hacer planes, a amenazar a sus rivales políticos, a embestir contra sus críticos, a culpar de todos los males del país al neoliberalismo, a prometer un crecimiento económico del 4 por ciento, a decir que con él en Palacio Nacional se iba a acabar la inseguridad, a crucificar a quienes no compartías sus ideas, a decir lo que sus fanáticos le aplaudían, a arremeter contra la prensa. A asumirse, prácticamente, como el salvador del país.
AMLO ocupó prácticamente todos los espacios del poder político sin que nadie lo contradijera o lo corrigiera, aun antes de asumir formalmente la Presidencia el uno de diciembre de 2018, gracias a un factor de poder a su favor: Enrique Peña Nieto, quien renunció a seguir gobernando desde las mismas horas en las que su Gobierno fue arrasado en las urnas. Peña se dedicó, desde el 2 de julio hasta el 30 de noviembre del año pasado, a medio administrar la presidencia, cediéndole todos los espacios y decisiones al Presidente electo.
Derrotado por su pésimo Gobierno, arrinconado por la corrupción que él mismo fomentó y solapó, Peña Nieto fue una figura decorativa en Los Pinos, dedicándose a tres cosas esencialmente: a negociar con AMLO protección después de que dejara la presidencia, a entregar el poder sin chistar ni protestar, y a solucionar sus problemas maritales, divorciándose de Angélica Rivera para salir de Los Pinos soltero, libre y sin compromisos. La frivolidad siempre ha acompañado a Peña Nieto.
“Gracias…”, le dijo López Obrador a Peña Nieto durante la toma de posesión del tabasqueño.
En esa sola palabra –“gracias”-, se encerraba un enorme significado: nada menos que el agradecimiento por entregar el Gobierno desde el 2 de julio de 2018, horas después de haber perdido Peña la elección y, al mismo tiempo, también la presidencia de la República, que le fue entregada de facto a AMLO desde el día siguiente de haber ganado la elección presidencial.
Por ello, AMLO, en la real política, comenzó a gobernar desde la misma noche del uno de julio de 2018, cuando hizo su verbena popular en el Zócalo capitalino y desde ahí configuró lo que sería su Gobierno.
En la praxis política, López Obrador arrancó su Gobierno no el uno de diciembre de 2018, sino el uno de julio del mismo año, cuando durante las horas poselectorales arrodilló a Peña Nieto – como también lo haría durante los 5 meses restantes del Gobierno peñista -, y se asumió como el Presidente en funciones, sometiendo a EPN y a sus colaboradores durante la llamada etapa de transición.
Así, la llegada de AMLO al poder político tiene prácticamente un año de haberse consumado, y no los siete meses formales que registra la historia reciente, de diciembre de 2018 a junio de 2019.
Bajo esta reflexión, ¿cuál es el balance del Gobierno de AMLO?
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Más allá de filias y fobias. Más allá de fanatismos y odios. Más allá de verdades y mentiras, están las cifras irrebatibles. Las cifras contundentes. Las cifras reales – no los “otros datos” ficticios que esgrime AMLO cada vez que se ve atrapado por la realidad económica y de inseguridad que sufre el país-, que dan espacio a la interpretación sustentada.
¿Y qué dicen las cifras desde que López Obrador asumió formalmente la presidencia?
Echemos un vistazo:
ELECTORAL. En la elección del pasado 2 de junio, Morena perdió 3 millones de votos, lo cual refleja un desencanto ante las urnas del voto registrado por AMLO y su partido casi un año antes (elección presidencial). Así, en los estados donde hubo elección hace un mes, Morena solamente obtuvo un millón 567 mil votos, cuando el uno de julio de 2018 registró 4 millones 511 mil sufragios a favor. Casi 3 millones de votos menos, equivalentes al 65% menor de su votación en solamente un año.
ECONOMÍA. “La economía crecerá hasta en 4 por ciento”, ha sido promesa constante de López Obrador desde candidato y ya como Presidente. Luego, bajo las expectativas al 2 por ciento. Pero AMLO se dio un balazo en el pie al cancelar el NAIM Texcoco, visto desde la perspectiva estrictamente financiera, además de hacer muy poco o nada para generar empleos: se han perdido alrededor de 300 mil durante el sexenio, y solo creado 250 mil. El IMSS – cuyo director es designado por facultad presidencial- reveló a mediados de junio que durante mayo solo se crearon…¡3,983 empleos!, cifra que representó una caída del 88 por ciento en comparación al mismo mes de 2018, lo que provocó la furia de AMLO que quiso incluir en el rango de empleos creados a los 480 mil “ni-nis” que reciben dádivas financieras que salen de nuestros impuestos. La mal llamada Cuarta Transformación no ha presentado un programa eficaz que fomente a la pequeña y mediana empresa, sostén de la economía nacional mediante las cuales se da empleo a 7 de cada 10 trabajadores. Tampoco se cuenta con incentivos fiscales nuevos para las empresas. Se han cancelado programas de inversión con capital nacional y extranjero. Los resultados: México no tendrá crecimiento en 2019. Apenas rozará el 1 por ciento, pronosticaron Citibanamex y Bank of America. Pero podría ser peor: el Indicador Global de la Actividad Económica (IGAI), aseguró que el crecimiento está en 0.2% tasa anual, el dato más bajo desde la crisis financiera del 2008. Y más: la inversión pública cayó en abril en 16.8 por ciento. La construcción (parámetro fiel de la actividad económica), bajó 2.4 por ciento. La actividad industrial disminuyó en 1.39 por ciento de diciembre a abril. “Poco, pero creceremos”, dijo AMLO ubicado por una realidad que él mismo, con sus malas decisiones, ha ayudado a construir.
INSEGURIDAD. Junio de 2019 fue el mes con más ejecuciones en la historia del país: 2,249. 80 por ciento mayor que el mismo mes de 2018. Las cifras sobre el repunte de la violencia no favorecen al Gobierno lopezobradorista: durante los primeros cuatro meses (diciembre 2018-marzo 2019), se registraron 11,327 ejecuciones, lo cual lo ubica como el inicio de sexenio con mayor número de asesinatos. (Fuente: Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública). 48 por ciento peor que el arranque de EPN y 150 por ciento peor en comparación a Calderón. Empero, las cifras podrían ser mayores: de acuerdo al Observatorio Nacional Ciudadano, en el primer trimestre del Gobierno se cometieron 13 mil homicidios dolosos. A este baño de sangre habrá que agregarle las cifras de abril, mayo y junio, lo cual elevaría a niveles jamás alcanzados la violencia en México de acuerdo a las cifras disponibles: alrededor de entre 15 mil y 16 mil ejecutados.
Allí están las cifras de AMLO y de su Gobierno:
Menos votos para Morena.
Menor crecimiento económico.
Mayor inseguridad.
*****
A los cuadros anteriores habrá que agregarle los criminales recortes presupuestales que han dañado, de manera severa, al empleo, a la atención a la salud de millones de mexicanos, a las madres solteras, a la ciencia e investigación, a la cultura, al deporte. Procesos que se han hecho a tontas y locas, sin ninguna sensibilidad ni mucho menos estudios a fondo ni preocupación por aquellos mexicanos que siempre ha dicho AMLO que va a proteger: los pobres. La realidad, es que su Gobierno ha sido perjudicial para los estratos más necesitados de la población.
Pero todo Gobierno se desgasta, no hay bono democrático eterno, y las malas decisiones se pagan en las urnas. Ya AMLO y Morena perdieron 3 millones de votos en solo once meses, partiendo del uno de julio de 2018. El nivel de aceptación ciudadana de López Obrador al término de junio, es del 61 por ciento (Consulta Mitofsky), cuando en enero era del 80 por ciento. Hay una baja muy marcada. De allí, la urgencia política de realizar su festival el lunes pasado en el Zócalo, rodeado de fanáticos y acarreados. Los errores se acumulan y eso se paga.
Y el 2021 – elección intermedia-, cada vez está más cerca.
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