Diego Petersen Farah
07/06/2019 - 12:02 am
La dignidad ¿se demuestra marchando?
Aprovechar la marcha para generar un discurso de unidad es también interesante. La unidad será en los términos y condiciones del Presidente. No ofrecerá disculpas a los «fifís» ni a los conservadores (léase hipócritas) sino que los pondrá a prueba: si asistes o te manifiestas de alguna manera te acepto del lado correcto de la historia; si no, demuestras que no estás con México sino con tus intereses o peor aún con los de Trump.
Una vez más el Presidente López Obrador da una muestra de su genialidad comunicativa y su olfato político. Convocar a la marcha de la dignidad en Tijuana es una jugada de tres bandas con renverse, como aquellas de fantasía que lograba el “Pajarito Michoacano” en la mesa de carambola.
Igual que todos los mexicanos medianamente informados el Presidente sabe que el lunes amaneceremos con un arancel generalizado de cinco por ciento y que lo que haga o deje de hacer el Canciller Ebrard es poco importante frente a la agenda del Presidente de los Estados Unidos. Los demócratas habían puesto una trampa a Trump: alargarían lo más posible la discusión de la aprobación del T-MEC, usando el tema laboral como excusa, para llegar a las elecciones del 2020 sin que la administración republicana hubiese logrado materializar sus dos grandes promesas: el muro y abolir el “peor tratado comercial de la historia”, el TLC, que él vendió en campaña como el gran abuso de los mexicanos. El camino parecía inexorable y la bomba estallaría en noviembre o diciembre. Lo que está haciendo Donald Trump es salirse de trampa demócrata y adelantarse: ahora es él quien está echando por la borda el tratado y lo hace por motivos de seguridad en la frontera. La verdadera batalla de México no es por el cinco por ciento del lunes, que ya está encima y es perfectamente manejable, sino porque esto no llegue a 25 en medio de las calenturas electorales. En este contexto, la marcha es una jugada maestra.
El lugar de la marcha es por demás simbólico. Tijuana es la frontera más cruzada del mundo y el punto de encuentro cultural más importante entre las dos naciones. Si bien es cierto que hacerlo ahí sacrifica número de participantes (en Ciudad de México habrían convocado cientos de miles) también lo es que el resultado electoral reciente de Morena augura una buena respuesta.
Aprovechar la marcha para generar un discurso de unidad es también interesante. La unidad será en los términos y condiciones del Presidente. No ofrecerá disculpas a los «fifís» ni a los conservadores (léase hipócritas) sino que los pondrá a prueba: si asistes o te manifiestas de alguna manera te acepto del lado correcto de la historia; si no, demuestras que no estás con México sino con tus intereses o peor aún con los de Trump.
Finalmente, la tercera banda tiene que ver con el mensaje a la comunidad estadunidense. La marcha generará una ola de opinión en el país vecino y obligará a muchos de los actores a tomar posición sobre el tema. El lunes, cuando amanezcamos con el arancel a cuestas lo haremos también como el centro del debate político en el país vecino. No dejarle la cancha completa a Trump es fundamental en este momento.
No sé, sí así como el movimiento se demuestra andando, la dignidad se demuestra marchando, pero de que es una buena jugada política, no hay duda.
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