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Gustavo De la Rosa

28/05/2019 - 12:05 am

Miembros activos en derechos humanos con educación y maduración asistida

De 300 homicidios dolosos en 2007, pasamos a mil 600 en 2008; 2 mil 600 en 2009; 3 mil 200 en 2010; hasta que en 2011 las cifras volvieron a bajar paulatinamente, con 2 mil 500 homicidios registrados (aunque en 2018 volvimos a subir a más de mil homicidios).

estos Delincuentes Profesionales Se Dedican Al Tráfico De Migrantes Y Trasiego De Droga Facilitados Por La Ubicación De Anapra En El Límite Fronterizo Y Kb Y Jh Terminan Incorporados De Tiempo Completo a Su Grupo Como Ladrones De Automóviles Foto Nacho Ruiz Cuartoscuro

SEGUNDA ENTREGA

Recordando que la Universidad rechazó incluir mi investigación en su presupuesto, contraté por mi cuenta a tres estudiantes que estaban por terminar sus carreras: dos psicólogas y una socióloga, y empezamos a trabajar con un grupo de 750 internos sentenciados por delitos patrimoniales; primero distinguimos entre robo con violencia y sin violencia, para quedarnos con un grupo que integraba a ladrones de casas solas, de automóviles, de tiendas de barrio y de conveniencia, robo a transeúntes y defraudadores.

En 2002, y con esta idea de buscar el perfil del delincuente juarense, coincidí con una investigadora de la UNAM, aunque ella más bien buscaba el perfil psicológico del criminal; con su apoyo se aplicó el test Minnesota II a estos internos seleccionados. La evaluación fue muy complicada, participaron una gran cantidad de alumnos de psicología, y el objetivo era encontrar alguna conducta que sirviera como hilo conductor en sus decisiones de vida.

No se obtuvo ninguna respuesta significativa, lo que representó un hallazgo por su cuenta: la conducta de los delincuentes no se podía explicar a partir de un único aspecto o característica compartida. Interpretar tantas evaluaciones les llevó un buen tiempo a los investigadores del programa de psicología involucrados, y mientras tanto mi equipo se quedó con la información estadística de los internos; durante siete meses trabajamos cualitativamente a través de entrevistas personales que se realizaban tres días por semana (se hicieron más de 100 entrevistas a profundidad).

A mediados de 2003 revisamos el material reunido, buscando lo que Bordieu denominó habitus, o esquemas de acciones y actitudes asociados a la posición social; nos llevó otro año encontrarlos en el mar de información recolectada. La información obtenida la compartimos con un compañero maestro de la Universidad que nos ayudó a interpretarla y yo me quedé con los datos que me interesaban (con ellos desarrollé mi opinión sobre el perfil de los delincuentes patrimoniales en Ciudad Juárez durante los años 2003-2004).

Hago hincapié en los años que abarcó la investigación, porque hasta 2007 éramos una ciudad violenta y con actividad delictiva dentro de la normalidad nacional: un promedio de 200 homicidios dolosos por año. Sin embargo, a finales de aquel año se desató una guerra entre cárteles del narcotráfico y se modificaron las características personales de los actores del delito. De 300 homicidios dolosos en 2007, pasamos a mil 600 en 2008; 2 mil 600 en 2009; 3 mil 200 en 2010; hasta que en 2011 las cifras volvieron a bajar paulatinamente, con 2 mil 500 homicidios registrados (aunque en 2018 volvimos a subir a más de mil homicidios).

Aún así, algunos de nuestros hallazgos han permanecido vigentes y nos permitieron diseñar un modelo para interrumpir la incorporación de jóvenes a las pandillas de barrio y a organizaciones delictivas. Hemos podido llevar nuestra investigación a la acción y desarrollar este proyecto que, tras siete años, ha cerrado su primer ciclo.

La atención y seguimiento a los 137 jóvenes en la práctica de Miembros Activos en Derechos Humanos con Educación y Maduración Asistida, y a los otros 10 que se incorporaron en la etapa de seguimiento, nos ha brindado mucha información y ha permitido desarrollar el siguiente perfil hipotético (al sujeto de estudio lo identificaremos con el nombre ficticio de Kevin Brandon, KB, y a su amigo como Johann Heriberto, JH):

KB termina su primaria a los once años y se inscribe en la secundaria de la zona; sus padres entran a trabajar a las seis de la mañana a una empresa, por lo que él debe levantarse y prepararse su desayuno, para poder acudir a la escuela a las ocho de la mañana.

Antes de terminar segundo año de secundaria, KB advierte que no está aprendiendo lo suficiente y la escuela le parece aburrida; después de las primeras dos horas de clase empieza a desesperarse y asume actitudes violentas que van en aumento hasta manifestarlas en la última hora; se convierte en un agresor de los más débiles y decide abandonar la escuela. A su amigo JH lo expulsan de la institución por conducta agresiva.

Al quedar fuera de la escuela, él y su amigo (de entre 12 y 14 años) se incorporan a una pandilla del barrio; cometen su primer delito de baja peligrosidad entre los 13 y 14 años (hay que recordar que se trabaja con internos sentenciados por la comisión de delitos patrimoniales); cometen su primer delito grave entre los 15 y 17 años y son festejados por los miembros de su pandilla. La distinción llama la atención de los delincuentes profesionales en su zona.

Estos delincuentes profesionales se dedican al tráfico de migrantes y trasiego de droga, facilitados por la ubicación de Anapra en el límite fronterizo, y KB y JH terminan incorporados de tiempo completo a su grupo como ladrones de automóviles. La región era entonces controlada por La Línea, un grupo del cártel de Juárez y de la familia Carrillo Fuentes, encargado de manejar lo que cruzaba ilegalmente entre El Paso y Juárez.

KB finalmente es detenido en un robo nocturno de vehículo a los 17 años y, aunque obtiene su libertad a los 18 años, vuelve a ser detenido a los 19 años; mientras tanto, JH es detenido en sus 20s, durante un robo a mano armada a una tienda de conveniencia; por estas razones estaban detenidos cuando hicimos la investigación.

A grandes rasgos, esa fue la trayectoria de la mayoría de los más de 100 sentenciados que se entrevistaron (en 2012, JH fue asesinado en la guerra entre La Línea y el Cártel de Sinaloa, pues de 2007 a 2013 se registraron más de 8 mil jóvenes juarenses víctimas de homicidio).

Revisando con detenimiento, y con colaboración de investigadores del Cenapi (un centro de investigación dependiente de la PGR), descubrimos que el eslabón más débil en la vida de los ahora sicarios es el momento antes de ingresar a, o consolidarse como miembros de, la pandilla de barrio; ese es el momento donde se debe intervenir para poder derivarlos a un proyecto de vida dentro de la legalidad.

Cuando nos propusimos recuperarlos de la deserción escolar y ofrecerles apoyo en su proceso de maduración por el que todos estaban y están pasando, nació el proyecto de Educación a Menores con Maduración Asistida (EMMA).

Gustavo De la Rosa
Es director del Despacho Obrero y Derechos Humanos desde 1974 y profesor investigador en educacion, de la UACJ en Ciudad Juárez.
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