Arnoldo Cuellar
23/05/2019 - 12:05 am
Secretaría del Migrante: el gozo al pozo
El Instituto del Migrante no avanzó mucho más allá que las oficinas predecesoras. Si acaso la experiencia y la capacidad de trabajo de Susana Guerra, la funcionaria que profesionalizó esa área con una trayectoria previa en el servicio exterior mexicano, impidió la catástrofe que amenazaba con un director como el irapuatense Luis Vargas, quien nunca estuvo a la altura de la encomienda.
Aunque fueron los gobiernos panistas quienes primero se dieron cuenta del potencial político, económico y electoral de la migración guanajuatense en los Estados Unidos, debieron de pasar casi tres décadas para que una administración de ese signo cumpliera el viejo sueño, realizado antes en entidades como Zacatecas y Michoacán, de elevar al nivel del gabinete estatal la política pública dirigida a los migrantes.
Miguel Márquez Márquez, quien convirtió una leve estancia de emigrado VIP durante su juventud en el estandarte de “primer Gobernador migrante”, no dio ese paso decisivo y se limitó a convertir una dirección de la Secretaría de Gobierno en un instituto descentralizado, con escaso presupuesto y con directivos y consejeros designados a dedo y entre los cuates del propio mandatario.
El Instituto del Migrante no avanzó mucho más allá que las oficinas predecesoras. Si acaso la experiencia y la capacidad de trabajo de Susana Guerra, la funcionaria que profesionalizó esa área con una trayectoria previa en el servicio exterior mexicano, impidió la catástrofe que amenazaba con un director como el irapuatense Luis Vargas, quien nunca estuvo a la altura de la encomienda.
Diego Sinhue Rodríguez Vallejo, a su paso por la Secretaría de Desarrollo Social y Humano en el gobierno de Márquez, donde se encontraba sectorizado el Instituto del Migrante, pudo percatarse del potencial de trabajar cercanamente con las comunidades guanajuatenses en el extranjero, despertando fundadas esperanzas de un cambio, en vista de su juventud y lo que parecía una obligada apertura.
Las esperanzas se cumplieron a medias, o quizá menos. Sinhue Rodríguez anunció muy pronto, luego de su triunfo, su intención de crear una Secretaría del Migrante, viejo anhelo de los activistas guanajuatenses en los Estados Unidos, sobre todo en California, Texas e Illinois, aunque en realidad extendidos por toda la Unión Americana.
El gozo, sin embargo, se fue al pozo cuando se conoció al titular de la nueva dependencia: Juan Hernández, un cabildero mexicoamericano que ya había tenido su momento en el sexenio de Vicente Fox Quesada como Presidente de México y cuyo desempeño no trajo ningún beneficio a las comunidades de mexicanos en los Estados Unidos, pese al gran apoyo que desde allá se le entregó a Fox.
Y como no hay quien venda pan frío, en su biografía oficial, Juan Hernández se presenta como el consultor que logró que Fox venciera al PRI y que George Bush consiguiera el voto latino en los Estados Unidos. De ser así, hoy Johnny Hernández, como también se le conoce, no estaría refugiado en una modesta posición burocrática en un estado del interior de México, sino que debería estar ofreciendo sus servicios a líderes a lo largo y ancho del mundo.
En esa misma hagiografía, pues no es una simple hoja de vida, Juan Hernández presume el haber aparecido en la portada de la revista Fortune como “una de las personas más inteligentes que conocemos”.
Si la mitad de eso fuera cierta, Juan Hernández habría evitado entrar en colisión directa con los grupos más críticos y activos de la política migrante guanajuatense, en reacción a su asociación con dos organizaciones que participaron en la desviación de fondos de la excandidata panista Josefina Vázquez Mota a través de la fundación Juntos Podemos, apoyada por Enrique Peña Nieto con casi mil millones de pesos que se esfumaron en un programa de apoyo a migrantes que no tuvo ningún resultado.
Con un poco de inteligencia, el primer secretario del migrante en Guanajuato se hubiera rodeado de profesionales más capaces que personajes como Fernando Fernández Arriaga, recomendado por su suegro el ex Gobernador Juan Carlos Romero Hicks y de triste paso por el Ayuntamiento de Irapuato como secretario, quien funciona como consejero áulico, sin siquiera aparecer en el directorio público de la dependencia.
O tampoco hubiera caído en el mediocre juego de influencias, tan priista, de aceptar como recomendado a Mariano Bravo Tinoco, hijo del ex dirigente panista y hoy representante del gobierno de Guanajuato en Ciudad de México, Luis Felipe Bravo Mena.
Bravo Tinoco, con una formación como productor de videos comerciales en su natal Naucalpan, se ocupará en Guanajuato de la delicada encomienda de apoyar a los migrantes en tránsito por Guanajuato, acción que por cierto hoy no se ve por ningún lado cuando la corriente migratoria desde Centro y Sudamérica, e incluso desde otros continentes, es permanente y no solo se da en las oleadas que han acaparado la atención de los medios.
El “inteligente” cabildero que asesoró a dos presidentes, ninguno de grata memoria para sus sociedades, hoy se hace cargo de la política migratoria de Guanajuato a nivel secretarial, pero al parecer ya sin balas en la cartuchera: los antecedentes presumidos con Fox y Bush apenas alcanzan para pasear de vez en cuando a Diego Sinhue por el sur de los Estados Unidos y reunirlo con viejas glorias de la política. No big deal.
Por lo pronto, la primera petición para la renuncia de un secretario en este gobierno ha sido planteada formalmente por organizaciones de migrantes en los Estados Unidos y aunque la entregaron en la ventanilla del Congreso, quizá confiando en la división de Poderes que marca la ley pero que aquí es letra muerta, sienta un precedente importante.
Juan Hernández no es solo el primer secretario del Migrante, también es el primer secretario de Diego que tiene una petición de cese sobre su cabeza. Es un dudoso honor para alguien que se vende tan caro.
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