Se trata de una especie de «alcohol sintético» derivado de las benzodiacepinas, el grupo de medicamentos psicotrópicos que actúan sobre el sistema nervioso central, ejerciendo efecto sedante y ansiolítico, y que se emplean en tratamientos contra la ansiedad.
Ciudad de México, 27 de marzo (RT/SinEmbargo).- Bien es sabido que el consumo desmesurado de alcohol durante una noche de copas suele producir resaca al día siguiente, de modo que nos levantamos con dolor de cabeza, náuseas, sequedad en la boca y otras sensaciones desagradables.
Pero David Nutt, un científico y profesor británico especializado en el tema, asegura haber inventado un sustituto de las bebidas alcohólicas, capaz de producir el mismo efecto placentero que estas sin ocasionar síntomas de intoxicación. Y promete llevar ese producto al mercado al cabo de unos años, informa The Sun.
Se trata de una especie de «alcohol sintético» derivado de las benzodiacepinas, el grupo de medicamentos psicotrópicos que actúan sobre el sistema nervioso central, ejerciendo efecto sedante y ansiolítico, y que se emplean en tratamientos contra la ansiedad.
El autor de la idea —quien en sus años de posgrado, mientras estudiaba los efectos del alcohol sobre el cerebro, inventó un fármaco que revierte el estado de ebriedad— cree que administrando el producto en forma diluida se puede lograr una sensación similar a la de las bebidas alcohólicas. La ventaja estriba en que, a diferencia de estas, no dañaría el hígado ni ocasionaría pérdida de control.
«Sabemos en qué lugar del cerebro ocurren los efectos ‘buenos’ y los ‘malos’ del alcohol, y qué receptores en particular intervienen en cada caso», explicó Nutt y enumeró: «Gaba, glutamato y otros [receptores], tales como la serotonina y la dopamina».
El experto precisó, además, que «los efectos del alcohol son complicados, pero uno puede apuntar a las partes del cerebro que quiera» para actuar sobre ellos.
Si bien el producto, apodado Alcarelle, ya fue probado por algunas personas en mezclas con jugos de fruta, aún queda un largo proceso por recorrer para que reciba la aprobación de las autoridades. Sus desarrolladores planean registrarlo como un aditivo alimenticio, en lugar de realizar las pruebas clínicas propias de los medicamentos, y estiman que el proceso podría llevar unos tres años.