Tomás Calvillo Unna
06/02/2019 - 12:03 am
Tres textos
La maldita prisa
-que nos agrieta por dentro
que nos hace tirar
los mejores sentimientos-
anuda la claridad
e intermitente la absorbe
La maldita prisa
La maldita prisa
-que nos agrieta por dentro
que nos hace tirar
los mejores sentimientos-
anuda la claridad
e intermitente la absorbe
la maldita prisa
-una trampa que llevamos día y noche-
se ostenta en los sueños
con pretensión de poner en orden
los deseos minerales que estallan
en la superficie de los humores
la maldita prisa
es la confusión que alimento
al marcar segundos y horas
e impregnar así el espacio
de continuos y cortantes movimientos
la maldita prisa es un despeñadero
un trámite de la materia que falsificó su juego
la maldita prisa y la muerte
van de la mano y duele
por eso digo que la lentitud
y su existencial eficacia
-que cuesta pronunciar-
es tan necesaria
como el agua.
La palabra
La palabra es el origen del origen
está antes que el huevo y la gallina
fue antes que el huevo y la gallina
será antes que el huevo y la gallina
la conjugación del tiempo
es su tarea predilecta
es su dominio preferido
es el punto de partida
las lenguas son sus muchos caminos
-arcaicas redes en el océano de las mentes-
elaboran el mundo sus matices y tragedias
los sustantivos para cada orden
llaves de los códigos
señalan las entradas: una manera de habitar
una apertura existencial
la palabra vale la pena repetirlo
es la semilla de la historia
el caballo de estrellas
el ojo de Dios
los pañuelos celestes
los encajes atómicos de la luz
la danza química de la materia vuelta emoción
ese despliegue: abanico arco iris
pavorreal olas cardiogramas tambores
lluvia enlazada al viento
la estremecedora inmensidad
visible mejor que nunca
en la profunda noche: fuera y dentro
la única noche
que pronuncia nuestra muerte.
Los nombres
Y si te pregunto en voz baja
cómo te llamas en realidad
me refiero no a tu nombre de pila
ni al apellido
si no qué animal eres: ave
o mamífero gacela garza
águila quetzal o tortuga
o alacrán o caballo
qué vientos llevas en ti
la brisa del amanecer
o la tormenta nocturna
o un huracán que crece
amenaza y se retira
o eres sólo el relámpago de agosto
y a veces creo que no lo sabes
pero dime tú
no eres acaso ese río de Cuautla
bajo el metálico puente del tren
con el lodo curativo para la piel
de niños que se hacen pasar por peces
y de madres que intentan así
detener los cumpleaños
tal vez eres ese otro río
el de Esfajan con sus viejos puentes de piedra
donde jóvenes y ancianos compiten cantando
a capelas historias de amor
rodeados por los crueles oráculos
de una obsesiva modernidad
que los aleyas no pueden impedir
ves no los sabes callas
otro día te haré la misma pregunta
ojalá te acuerdes de tu nombre verdadero
aquel que resuena bajo tu epidermis
y te asiste en tu nacimiento y entierro
estoy seguro que tu sangre lo sabe
pero cómo puede ella volver a tu palabra
y pronunciarse
cuando en el refugio contiguo
en el anfiteatro romano no lejos de Safed
oías en la noche caer las bombas
sangrabas por dentro
y al amanecer
salías a caminar en los platanales quemados
y olvidabas el mediterráneo
sé que no es fácil
hay que enterrarse vivo
o sacudirse durante 1000 días
sin interrupción hasta los límites
y reconocerte junto al precipicio
pienso que los desiertos te conocen
el Negev te puede llamar
los beduinos que rodean la planta nuclear
en sus tiendas algo guardan
algo cuidan muy bien ¿tu nombre?
tal vez bajo esa geometría de estrellas
que hace de las arenas un espejo milenario
el mismo del mar Rojo y del mar de Cortés
el mismo pequeño espejo cóncavo del retrovisor
en la carretera de San Luis Potosí
que siguen los peregrinos
para bautizar a sus hijos guiados por sus sueños
ellos y tú viajan de noche
sin hacer el menos ruido
porque el silencio es el mejor aliado
de quien roza los costados de la muerte
cuando camina
ahora entiendo por qué callas y no simulas
¿quién lo puede hacer en el filo de la espada?
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