Rocío Cerón acaba de sacar la plaquette Materia oscura (Parentalia Ediciones). Desde allí parte con su propuesta vanguardista. Desconfía de la narrativa y cree mucho en la música y en las redes sociales. «La poesía mexicana, sobre todo en las generaciones más recientes, está hablando de otros temas, hablando desde otras perspectivas y poniendo a la poesía en función de otros medios», dice en esta entrevista.

Ciudad de México, 19 de enero (SinEmbargo).- Rocío Cerón nació en 1972. Acaba de sacar la plaquette Materia oscura (Parentalia Ediciones) y desde ese lugar, con 20 poemas escritos en un espacio acotado, sacar a relucir todo lo que tiene en función de su oficio.

Desconfía de la narrativa (esas novelas que se hacen iguales a las otras, más o menos dice), pero interactúa con todas las otras artes, desde la música hasta la danza y por supuesto las llamadas redes sociales.

El poema tiene que ser una viaje y la materia oscura es eso que pasa entre dos personas, eso que pasa entre la persona y el mundo, pero que no se ve, que no tiene un espacio objetual. Digamos que la materia oscura es la esencia humana, eso que somos y como nos expresamos.

–¿Cómo fue hacer esta Materia oscura, no tenías ninguna otra cosa más que el papel?

­–Hay una cosa que probablemente no a todos los autores les encanta hacer que son libros por encargo, a pedido. En este caso, Materia oscura, que en realidad viene amarrado con el libro El observante, de la casa Barragán, que ya hice, salió a pedido de del editor de Parentalia. Me dijo: son sólo 20 poemas. Lo que hice fue escribir sobre un asunto que ya tenía yo en la cabeza y escribir poemas específicamente sobre materia oscura. ¿Cómo armé una concentración, un desarrollo poético en 20 poemas? Desde ahí partió.

–¿Te interesan las plaquettes?

–Es la primera vez que lo hago. Me di licencia a explorar justo esta idea de que 20 poemas funcionen en una unidad poética. Ahí juega la materia oscura, que no se ve, donde hay varias líneas de lectura, polisémicas, el poema tiene muchas capas para que el lector encontrara siempre nuevas cosas y que el poema siempre esté dando algo.

En estos ejercicios tensores sucede materia oscura. Foto: Dirk Skiba/Facebook

–Pienso en los 20 poemas de amor de Pablo Neruda, un poeta del que estás muy lejos.

–Sí lo es. En mi caso fue cómo decir en forma muy breve esta materia oscura tan tensa y al mismo tiempo tan expandida, como el epígrafe de Rothko, que dice “Todo lo que sucede adentro, en estos cuadros, en realidad está explotando afuera”. En estos ejercicios tensores sucede materia oscura.

­–¿Qué es materia oscura?

–Para mí es lo que sucede en la mirada. Esto que no vemos, pero sucede en el espectro, entre dos miradas que se encuentran, que se sienten, que palpitan, pero es también el odio, el amor, el miedo, que no existe. No hay objetualmente algo que revele esas sensaciones. El espectro del miedo, de la violencia, del amor, en realidad no existen pero se siente en la piel. Sientes casi el bien del deseo cuando aparece alguien, no hay nada materialmente que hable de esa atracción que tienes por esa persona.

–¿La tristeza también?

–Sí, claro, la tristeza tiene una ola, los poemas hablan justamente de eso, de los espectros, es como un libro que tiene que ver con esas fuerzas que se convierten en paisajes electromagnéticos, en esta materia oscura que vive con nosotros.

–Es interesante porque estamos hablando todo el tiempo de lo que es material y sin embargo estas fuerzas son la esencia de la vida.

–Son inmateriales, si te das cuenta también hay algo que me parece importantísimo y que estamos tan conectados a la pantalla que nuestras relaciones también son profundamente inmateriales. A veces te comunicas a la distancia, pero el espectro que hay de esa emoción, del miedo, del amor, de la melancolía, va mucho más allá del espacio y del tiempo. A veces nos recorre como país y decimos el país nació de malas.

–Tratas a la poesía con cierto aire vanguardista, ¿es así?

–La poesía mexicana, sobre todo en las generaciones más recientes, está hablando de otros temas, hablando desde otras perspectivas y poniendo a la poesía en función de otros medios. Me parece absolutamente saludable, aunque nada novedoso. La poesía siempre ha sido la fuente de experimentación del lenguaje y del arte. No es nuevo. Lo que es nuevo ahora son las plataformas en las que estás jugando con la poesía digital, con los memes o con el propio cuerpo. Me gustaría sentir que la vanguardia que estoy haciendo es como llevar hacia el límite el lenguaje. Yo escribo, pero Materia oscura tiene estas salidas escénicas, performáticas, donde la deconstrucción del poema empieza a crearse como en un estado que de pronto se convierte en una experiencia física. Puedes ir a una performance mía y físicamente sentir como una cosa eléctrica. Yo lo siento y esto va de ida y vuelta. El espacio-tiempo del poema y en el cuerpo del otro provoca otra cosa que no es la lectura solamente. Me parece que los poemas tienen que ser viajes para el lector. La vanguardia tiene que ver con eso con generar en el espectador, en el lector, viajes, como si fuera un viaje de LSD. Eso me parece alucinante.

La poesía siempre ha sido la fuente de experimentación del lenguaje y del arte. Foto: Facebook

–¿Qué tipo de lectores buscas?

–No busco a ningún tipo de lectores, pero me he encontrado con lectores de todo tipo. Un poema se les queda rondando y me hacen una disertación sobre ese verso. Uno sabe lo que está diciendo, pero cómo llega es un misterio; en la fisura del poema, en su misma estructura orgánica, permite que ciertos lectores entren en él y salgan de él, encontramos sorpresas que uno no alcanza ni siquiera a ver. Son lectores creo yo que están abiertos a este tipo de exploración, saben que esto no es necesariamente esto. Hay más cosas atrás que significa mucho más. El lector entiende lo polisémico, lo fragmentario. La materia oscura, que no se ve, que solamente se siente en estos flujos gravitatorios es como el amor, como el odio, como el miedo.

Materia oscura es esto que no vemos, pero sucede en el espectro, entre dos miradas que se encuentran. Foto: Parentalia Ediciones

–Interrelacionas con muchos mundos, menos con la narrativa.

–La narrativa y yo no somos uno mismo. Tengo muy buenos amigos narradores, novelistas, cuentistas y tengo una profunda admiración por ejemplo en Élmer Mendoza. ¿Cómo puede llevar el hilo conductor de las voces y del entretejido, de todo su universo, a una novela? Tengo a muchos amigos poetas que se han pasado a la novela, entre otras cosas porque les da una mejor salida económica. Creo que los grandes narradores tienen alma de poeta, desde Élmer Mendoza a Paul Auster, a Roberto Bolaño, lo que sucede es que me parece que veo a la narrativa y por eso la veo con desconfianza, es que se ha colocado en una posición tan privilegiada, tan “mercadeable”, que publican novelas vanas, que no van a pasar más de una década. Hay todo un mercado que hace a estos autores como grandes autores de novelas, que van a todas las ferias, que viajan por todos lados, pero su libro en realidad no lo amerita. Hay una falsedad en la narrativa que me produce mucha desconfianza.

–Es cierto. Ahora cualquiera es escritor.

–Sí, claro. Te tomas un taller de novela y al terminar publicas tu historia. Bajas un programa de software y haces tu novela. Hay muchísimas novelas que parecen que están cortadas por la misma línea. La poesía es tan complicado escribir un buen poema, tan difícil, hay menos formas de falsear.

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Mónica Maristain

Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.

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