Científicos españoles han demostrado que el acto de analizar y evaluar el plato que pedimos en un restaurante no es un proceso puramente cognitivo o auto-reflexivo como se pensaba hasta ahora, sino que requiere de un componente fuertemente afectivo.
Ciudad de México, 13 de enero (TicBeat/Sinembargo).- Que la comida entra por los ojos no es ninguna novedad, pero sí lo es la enorme relevancia que tiene la presentación sobre la toma de decisiones que llevamos a cabo en cada restaurante al que vamos. Y es que, frente a lo que pudiéramos pensar (que se trata de una selección racional o reflexiva), lo cierto es que la apariencia de la comida tiene un gran peso sobre lo que nos apetece en cada momento.
Científicos de la Universidad de Granada en España han demostrado que cuando un plato nos atrae visualmente, activa en nuestro cerebro regiones específicas vinculadas al afecto que se mantienen activadas hasta el momento en que lo elegimos. En concreto, los investigadores han determinado que la evaluación de un plato como apetitoso está influenciada por regiones cerebrales vinculadas a la cognición y la emoción, evidenciando la importancia de las emociones en la visualización de platos bien presentados.
El trabajo, que publica la revista Physiology & Behavior, apunta que el acto de analizar y evaluar el plato que pediremos no es un proceso puramente cognitivo o auto-reflexivo como se pensaba hasta ahora, sino que requiere de un componente fuertemente afectivo. Además, la presencia de este componente emocional se mantiene hasta el momento de la elección del plato, como manifiesta la activación del giro cingulado, una región vinculada con los procesos reguladores de emociones.
Para llevar a cabo esta investigación, sus autores realizaron resonancias magnéticas funcionales (fRMI) a un grupo de 12 sujetos, para analizar de manera exploratoria las reacciones cognitivas y afectivas que a nivel cerebral se producían ante diferentes formas de presentación de un plato de restaurante, y qué ocurre si el sujeto percibe un origen ecológico en sus ingredientes. En ese sentido, los científicos mostraron una batería de 24 imágenes de platos bien presentados y mal presentados, elaborados con los mismos ingredientes, e indicaron a la mitad de los participantes que los ingredientes eran ecológicos. Mientras tanto, la fRMI monitorizó las áreas cerebrales implicadas en cada caso.
Los resultados mostraron que los platos bien presentados activan regiones vinculadas al placer, y estas estructuras neuronales específicas que se activan ante estímulos apetitivos de atracción, no se activan ante estímulos aversivos, es decir, cuando el plato está mal presentado. Por otro lado, la exposición a un menú con ingredientes ecológicos (menú visto antes de que los sujetos entraran al escáner), provoca la activación de la corteza frontal media, una región asociada a procesos de mayor atención y razonamiento, sugiriendo que los estímulos apetitivos que hacen referencia a un origen ecológico, desencadenan respuestas neurales relacionadas con procesos cognitivos de alto nivel. Es decir: aunque el consumidor prefiere platos bien presentados, las características ecológicas de los mismos generan una respuesta cognitiva más meditada y no tan emocional.
“Cada vez está más claro que en nuestra percepción de la comida, influyen no solo las propiedades sensoriales del propio alimento, sino también nuestras expectativas y otros factores contextuales como la presentación o el ambiente del establecimiento (trato o atención recibida, percepción de masificación, etc.)”, destacan los científicos.