Rubén Martín
10/12/2018 - 12:03 am
AMLO: fin o continuidad del neoliberalismo
Queda claro, pues, que en las palabras el neoliberalismo será el enemigo a vencer de López Obrador. No obstante, este énfasis contra el neoliberalismo podría entrar en contradicción entre lo que dice y lo que propone, pues una parte de los puntos de su política de desarrollo implican proyectos que más que rompimiento, podrían indicar continuidad con las políticas neoliberales.
Llegó el Gobierno autonombrado de la Cuarta Transformación de la vida política nacional, y a juzgar por el discurso de toma de posesión y otros mensajes en su primera semana en el cargo, Andrés Manuel López Obrador considera a las políticas neoliberales hegemónicas en México en los pasados 30 años, como uno de los principales desafíos a vencer durante su mandato.
La crítica y el cuestionamiento al régimen neoliberal ocupó tal centralidad en el discurso de López Obrador que bien puede decirse que sustituyó a su pieza discursiva principal del periodo de campaña: la mafia del poder.
Ante un atribulado y humillado Enrique Peña Nieto que escuchaba una tras otra las diatribas de López Obrador en contra de los anteriores gobiernos, en su discurso del pasado 1º de diciembre en la Cámara de Diputados, el Presidente entrante sostuvo que ese día no sólo iniciaba un nuevo Gobierno, sino que comenzaba un “cambio de régimen político”.
López Obrador dijo tener la convicción de que la crisis que hay en México se originó, por el fracaso del modelo económico neoliberal aplicado en los últimos 36 años, y “la más inmunda corrupción pública y privada”. De hecho, en partes de su discurso equiparó al modelo neoliberal con la corrupción y sostuvo que el programa de privatizaciones llevadas a cabo por los gobiernos desde Miguel de la Madrid en delante, estuvo plagado de corrupción.
“El distintivo del neoliberalismo es la corrupción. Suena fuerte, pero privatización ha sido en México sinónimo de corrupción. Desgraciadamente casi siempre ha existido este mal en nuestro país, pero lo sucedido durante el periodo neoliberal no tiene precedente en estos tiempos que el sistema en su conjunto ha operado para la corrupción. El poder político y el poder económico se han alimentado y nutrido mutuamente y se ha implantado como modus operandi el robo de los bienes del pueblo y de las riquezas de la nación”, dijo desde la tribuna de la Cámara de Diputados.
Tras repasar algunos puntos de fracaso del modelo económico neoliberal en materia agropecuaria, salarial o de crecimiento económico, López Obrador calificó a este modelo como un “desastre y una verdadera calamidad”.
Luego de su toma de posesión, López Obrador ha proseguido con la crítica al neoliberalismo. El pasado sábado 8 de diciembre, al presentar Programa Nacional del Electricidad en la Central Hidroeléctrica Malpaso, en Tecpatán, Chiapas, el Presidente atribuyó al neoliberalismo el desmantelamiento del sector eléctrico nacional. “¿Cuál es la propuesta para generar más energía? Acabar con la corrupción y la impunidad. El neoliberalismo significó un programa de desmantelamiento de la CFE. Querían quedarse con el mercado. Comenzó a ley secundaria en 1992. Empezaron a entregar las concesiones a empresas particulares. Éramos autosuficientes y ahora tenemos que pagar a precios elevados”, dijo.
Queda claro, pues, que en las palabras el neoliberalismo será el enemigo a vencer de López Obrador. No obstante, este énfasis contra el neoliberalismo podría entrar en contradicción entre lo que dice y lo que propone, pues una parte de los puntos de su política de desarrollo implican proyectos que más que rompimiento, podrían indicar continuidad con las políticas neoliberales.
Además de las privatizaciones y las políticas encaminadas al sector privado, unas de las señas distintas del neoliberalismo es la intensificación de políticas de acumulación de capital mediante el despojo de tierras, bienes comunes y distintas formas de extractivismo.
Varios de los megaproyectos que propone López Obrador como la refinería en Dos Bocas; el Tren Maya; el corredor interoceánico; las Zonas Económicas Especiales podrían entenderse como otro ciclo de políticas extractivas, en consonancia con el modelo neoliberal, más que con su rompimiento.
Al parecer, López Obrador lo que está proponiendo es un desarrollo que no se llame neoliberalismo, pero sigue siendo capitalista y el capitalismo por su naturaleza intrínseca, es un sistema social que basa su riqueza en la explotación de la fuerza de trabajo y la explotación de los bienes y recursos naturales, vía al externalización de costos de producción.
Un ejemplo concreto de esto es que el proyecto de la refinería en Dos Bocas, Tabasco, donde ya se desmontaron 400 hectáreas a pesar de no contar con los permisos de impacto ambiental, según denunció el Centro Mexicano de Derecho Ambiental (Cemda).Riesgos semejantes pueden estar implicados en los otros megaproyectos que López Obrador contempla en su plan de desarrollo.
Además las políticas de “desarrollo” que propone el nuevo Presidente suponen la continuidad de las políticas de despojo y extractivas, aunque si bien anunció la prohibición del fracking, se anuncia un reforzamiento de la industria extractiva petrolera, de la industria eléctrica, y varios megaproyectos que, sin duda, provocarán despojos y devastación ambientales.
Por ejemplo, la continuación del proyecto de las Zonas Económicas Especiales (ZEE) suponen el riesgo de despojar territorios a pueblos y comunidades de varios estados del sureste.
Y eso implica que habrá conflictos políticos con las comunidades que se vean despojadas, que sean expropiadas, reubicadas, inundadas o desplazadas para concretar los varios megaproyectos que están anunciados (refinerías, instalaciones en las Zonas Económicas Especiales, hidroeléctricas, etc.).
De modo que se podrá anunciar el fin del neoliberalismo, pero se llame como se llame, se anuncian políticas de desarrollo y megaproyectos que anticipan la continuidad del extractivismo y el despojo.
Al final eso fue lo que marcó los gobiernos de izquierda o progresistas de América Latina en el ciclo político de rechazo al neoliberalismo: quedaron atados o amarrados a políticas extractivistas (despojadoras y devastadoras del medio ambiente por su naturaleza) lo que generaron diversos conflictos políticos y sociales que terminaron por debilitar y cuestionar las bases populares de dichos gobiernos. Es el espejo en el que López Obrador podría verse a la mitad de su sexenio.
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