Alejandro Calvillo
20/11/2018 - 12:03 am
El SLAN y los papeles secretos de la industria
Los documentos internos muestran cómo estas empresas no sólo patrocinan sociedades de profesionales de la salud para congraciarse con ellas, hacerlas dependientes de sus recursos y neutralizarlas, también crean instituciones de investigación y patrocinan investigaciones a modo.
La semana pasada se presentaron dos hechos simultáneos frente a la industria de la comida chatarra y las bebidas endulzadas que contribuirán al rescate de la salud alimentaria.
Por un lado, la Sociedad Latinoamericana de Nutrición (SLAN), frente al impacto que está generando el alto consumo de comida chatarra y bebidas azucaradas, decidió, después de más de 50 años de existencia, realizar su congreso sin el patrocinio de esta industria. Este congreso se realizó en Guadalajara, en condiciones muy diferentes a las del Congreso anterior que se efectuó en Punta Cana, en República Dominicana. El Congreso que tuvo lugar hace tres años en las playas paradisiacas de Punta Cana, se realizó gracias al patrocinio de Coca Cola, Nestlé, Unilever, Danone y Mondeléz, entre otras empresas. Las empresas que venían patrocinando a esta sociedad de nutricionistas han formado parte de los grupos de presión establecidos a escala nacional, regional e internacional que han estado bloqueando las políticas que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS) para enfrentar las epidemias de obesidad y diabetes, el mayor problema de salud pública que enfrentamos.
En la misma semana, la Universidad de California en San Francisco, público más de 30 mil documentos internos de la industria de alimentos (Food Industry Dopcuments: https://www.industrydocumentslibrary.ucsf.edu/food/ ). Estos documentos muestran las estrategias publicitarias, la compra de investigadores, sus patrocinios a sociedades de profesionales de la salud y sus políticas para influir en la opinión en los medios de comunicación y en las políticas de salud pública para desviar la atención de los daños que generan sus productos y poder continuar incrementando sus ganancias. Muchos de estos documentos confidenciales muestran la estrategia que la industria del azúcar desarrolló en los años sesenta y setenta del siglo pasado para ocultar el daño que el consumo de este producto provoca en la salud. Los documentos muestran cómo compraron a científicos prestigiados para realizar investigaciones a modo e influir en las recomendaciones de salud establecidas por la autoridad sanitaria. Una estrategia que desvió la atención de las políticas sanitarias durante más de 50 años del daño que el azúcar y los alimentos y bebidas que la contienen provocan en la salud de la población.
Los documentos internos muestran cómo estas empresas no sólo patrocinan sociedades de profesionales de la salud para congraciarse con ellas, hacerlas dependientes de sus recursos y neutralizarlas, también crean instituciones de investigación y patrocinan investigaciones a modo. De esta manera, forman grupos de especialistas que no sólo influyen en las instituciones académicas, también son promovidos a ocupar cargos públicos para tener un mayor control de las políticas de salud.
En contraste con el Congreso de la SLAN que decidió liberarse del patrocinio de estas empresas para tener una postura más independiente, la Academia Nacional de Pediatría de México organizó el pasado mes de julio su 36° Congreso Nacional con el copatrocinio de diversas empresas, entre ellas Nestlé, Danone y Grupo Bimbo. Hay que señalar que las prácticas de Nestlé para promover los sucedáneos de leche materna llevaron a la propia Organización Mundial de la Salud a establecer el Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de Leche Materna, después de documentarse que las prácticas de esta empresa habían sido responsables de la muerte de miles de niños en naciones subdesarrolladas a lo largo y ancho del planeta. Nestlé continúa desarrollando estas prácticas en nuestro propio país y ha tenido una influencia no sólo sobre estas sociedades profesionales de salud, también en la propia Secretaría de Salud. El resultado es que México tiene uno de los índices más bajos de lactancia materna, con las consecuencias que tiene esta situación en la salud de los niños y las propias madres.
La Sociedad Latinoamericana de Nutrición no sólo mostró que es posible realizar un Congreso sin el patrocinio de la gran industria que actúa en contra de las políticas de salud pública, también que la región es líder en impulsar estas políticas para combatir la obesidad, en que es una sociedad científica que entiende la necesidad de enfrentar los grandes retos de manera interdisciplinaria. En las sesiones participaron los expertos en nutrición y salud pública junto con legisladores que han impulsado las políticas más exitosas, como el Senador Guido Girardi de Chile, el ex congresista Jaime Delgado de Perú, así como funcionarios y ex funcionarios de los ministerios de salud de Uruguay y Chile. También participaron alianzas de organizaciones civiles de Brasil, Colombia y México que hemos venido promoviendo las políticas contra la obesidad.
Hemos visto cómo las grandes corporaciones bloquean las políticas que afectan sus ganancias: la industria del petróleo y el carbón en contra de la evidencia del cambio climático; la industria del tabaco lo hizo durante decenios negando la adicción a la nicotina y los daños de fumar; las poderosas corporaciones de las bebidas alcohólicas impiden políticas y campañas para reducir el consumo creciente de sus productos entre los menores de edad; así actuó la industria química con el DDT, lo mismo sucedió con el asbesto y con una serie de productos cuyo consumo han generado daños al plantea y la salud.
Lo que distingue al pasado del presente es que los daños ya no son locales o regionales, son globales y comprometen al planeta y a la humanidad. El poder político requiere en serio ser separado del poder económico, en medio de una civilización bursatilizada, en la que las acciones de las empresas deben mostrar crecimiento cada tres meses sin importar los daños que generen sus prácticas, sus productos.
Las empresas deben aceptar las regulaciones establecidas por el interés público, que se establezca un piso parejo, y el reto de transformarse a fondo. Si no lo aceptan, el bienestar público debe estar por encima de su interés privado, no hay otra alternativa.
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