En el segundo día de la Consulta Nacional para decidir el futuro del NAIM, propuesta por Andrés Manuel López Obrador, la gente del municipio de Chimalhuacán –aledaño a la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México y del lago Nabor Carillo– se encuentra dividida entre los beneficios o daños directos que podría ocasionar la cercanía con la megaobra.
En la zona, las casillas tiene poca afluencia, los votantes no tardan más de tres minutos en el ejercicio y no hay largas filas, como se ha observado en la Ciudad de México. Además, las ubicaciones no son muy claras y, de acuerdo con los mismo funcionarios que atienen la casilla, “hizo falta difusión” de las esas direcciones.
Chimalhuacán, Estado de México, 26 de octubre (SinEmbargo).– En el municipio de Chimalhuacán, Estado de México, aún pueden observarse grupos de aves que vuelan en dirección al Lago Nabor Carrillo. Las aves, que viajan desde Canadá y Estados Unidos para tomar un descanso en el Lago de Texcoco, son motivo de preocupación para Karina Hernández que este viernes. en l segundo día de la Consulta Nacional, votó en contra de la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM).
En esta segunda jornada popular propuesta por Andrés Manuel López Obrador, la gente de Chimalhuacán, aledaño a la construcción del NAIM y del Lago Nabor Carillo, se encuentra dividida entre los beneficios o daños directos que podría ocasionarles la cercanía con la megaobra.
Karina ha decidido por el lago y por la memoria de las parvadas de aves que antes podía ver volar con mayor frecuencia. Tiene claro que la construcción del aeropuerto podría representar empleos y beneficios económicos para la comunidad; sin embargo pone por delante el rescate de las áreas naturales frente a la gran urbanización de esa zona del Valle de México, también una de las más marginadas del Edomex.
“Para mí es más importante rescatar el agua que viajar cómodamente”, afirma sin dudar, en una entrevista con SinEmbargo.
Con Julio César, estudiante de Mecatrónica, ocurre lo contrario. Él piensa en la relevancia de tener un sitio de trabajo cercano, ya que ir a la Ciudad de México le lleva entre dos o tres horas, lo que limita sus momentos de descanso y su calidad de vida. Lo mismo piensan Marcos Yair y Alberto Celis, estudiantes de Ingeniería Química, quien insta a no perder la inversión económica que ya se ha hecho.
“Sería imprudente cancelar esa construcción”, afirma Marcos Yair, quién reconoce que existen daños ecológicos “como en todas las construcciones” y que, a pesar de tener conocimiento de los problemas de suministro de agua que podrían venir con el aumento de la demanda al urbanizarse Texcoco, confía en que la ingeniera será capaz de generar un equilibrio.
“Sé que se afectará la fauna y habrá afectaciones en el agua. Yo vivo en el municipio de Nezahualcóyotl y las afectaciones irían directamente a mi municipio, yo lo sé porque estamos en colindancia con Texcoco, pero hasta cierto punto creo que existen maneras de recuperar ese tipo de circunstancias ecológicamente”, dice Marcos Yair, habitante de Nezahualcóyotl.
En la zona, las casillas tiene poca afluencia. Los votantes no tardan más de tres minutos en el ejercicio, no hay largas filas. Las ubicaciones no son muy claras y, de acuerdo con los mismos funcionarios que atienen las casillas, “hizo falta difusión” de los sitios donde la gente podía votar.
En ellas se observan grupos de todas las edades. Los jóvenes llegan acompañados, los adultos mayores suelen estar solos y otros más e presentan por casualidad con el ánimo de que se escuche lo que ellos tienen por decir, porque se preocupan por las siguientes generaciones y por lo que éstas van a recibir.
Marcos Jacobo Ruíz, profesor jubilado, votó porque paren las construcciones pensando en las generaciones futuras que van a requerir del Nabor Carrillo para controlar las inundaciones.
“Están perjudicando la migración aves, se van a secar los lagos es un regulador del vaso de Texcoco, nosotros que ya estamos grandes a lo mejor no nos interesa tanto, pero qué va a pasar con nuestros hijos y nuestros nietos. Necesitamos el vaso regulador de Texcoco”, dice Marco Jacobo, de profesión maestro.
Natalia Hernández, ama de casa, también se preocupa por “los jóvenes que vienen delante de nosotros”, quiere que las generaciones futuras reciban un terreno lleno de aves, sin problemas de agua provocados por el aeropuerto.
Año con año, Chimalhuacán se inunda provocando pérdidas materiales y vitales. El fenómeno es común, la zona pertenece al territorio del antiguo lago de Texcoco que recibe grandes cantidades de lluvia intentando regresar a su lugar de origen. El terreno donde se instalará el aeropuerto no es ajeno a esta condición es por ello que se corre el riesgo de hundimientos.
“Esto representa un impacto ambiental muy grande, de hecho ya no tenemos zonas ecológicas o de reserva aquí en el Estado de México y la única que nos queda es la del Lago de Texcoco. Entonces, si nos acabamos esta zona, ¿qué futuro le vamos a dejar a nuestros hijos?. Si bien es cierto que va a haber más empleo y se va a genera más dinero también tenemos que ver el impacto ambiental”, comenta Jesús Ramírez, quien es comerciante.
Las razones para votar a favor o en contra son muchas. Virginia Vázquez, por ejemplo, considera que la construcción del NAIM es benéfica para personas como ella que vivirán a escasos treinta minutos de la megaobra, por lo que podrán tomar el transporte público para llegar. Reconoce que no viaja mucho en avión, pero de hacerlo “solo necesitaría tomar una combi”. Para ella el llamado “ecocidio” es una mentira porque los terrenos no servían siquiera para la siembra, por lo que sostiene que habrá más beneficios en mantener la inversión que en retirarla.
En las casillas visitadas por este diario digital en Chimalhuacán, los funcionarios de casilla sostuvieron que contabilizaron más votos en favor de Santa Lucía. Sin embargo, el futuro de la obra parece incierto. Los argumentos se dividen entre la inversión, el trabajo, la ecología, las aves y el agua, dos alternativas encontradas en el primer gran ejercicio nacional de consulta ciudadana.
ATENCO
En un ambiente de cierta tensión y con opiniones enfrentadas, los vecinos del municipio de Atenco, cercano a las obras del NAIM, votan en el plebiscito.
Durante la segunda jornada de la consulta popular impulsada por el presidente electo, unos 200 vecinos desfilaron por el municipio reclamando mantener la construcción de la obra iniciada por el actual mandatario, Enrique Peña Nieto.
La manifestación resultó insólita en un pueblo caracterizado por los enfrentamientos de campesinos contra la policía para protestar contra el aeropuerto por considerarlo dañino con el medioambiente.
Encabezada por el Alcalde, Andrés Ruiz Méndez, la marcha transcurrió a lo largo de tres kilómetros de carretera hasta llegar a la plaza central de San Salvador Atenco, donde se ubica la mesa de votación de la consulta popular sobre el aeropuerto.
La alta afluencia en la mesa de votación demuestra el gran interés que genera el tema en este pueblo.
Jorge, un vecino de Atenco, explicó a Efe que cuando se proyectó el aeropuerto en 2014, la mayoría de habitantes estaban en contra pero «ahorita las opiniones están divididas totalmente».
Él votó por paralizar el aeropuerto por sus consecuencias ambientales y porque duda de las promesas de que generará empleo en el pueblo, aunque criticó que «la consulta no está muy bien organizada» e insinuó que «la decisión ya está tomada».
El ambiente que se respira en Atenco es de cierta tensión y de división entre los vecinos, por lo que la manifestación de partidarios del aeropuerto no ayudó a calmar las aguas y molestó a algunos habitantes.
Entre ellos, Blanca Isabel Cruces, que votó en contra del nuevo aeropuerto por «los despojos de tierras» acometidos por el Gobierno, quien «viene, despoja, se planta y no pide permiso» para impulsar macroproyectos como el aeropuerto.
Reconoció a Efe que el pueblo «está dividido» y lamentó que «mucha gente pierde la dignidad por unos cuantos pesos», en referencia a los vecinos que vendieron sus terrenos para la construcción del aeródromo.
José Luis Ramos es uno de los ejidatarios, miembro de un terreno comunal, que vendió gran parte de sus tierras al Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México y que hoy votó a favor de mantener la construcción del nuevo aeropuerto.
«Estamos a favor porque da beneficios a nuestra comunidad. La intención es acomodar a nuestra gente para que trabaje dentro del aeropuerto y no podemos negar que la obra siga creciendo», explicó a Efe.
Con información de Eduard Ribas i Admetlla, de EFE.