Comerciantes provenientes de diferentes estados del país llegaron desde temprano al Centro Histórico para poder vender sus productos, que vienen ofreciendo desde 15 días atrás: sombreros, banderas, matracas, gorras, playeras de mariachi, pelucas, bigotes, aretes… y hasta peluches del Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, son parte de la vendimia.
En tanto, desde mediodía, algunas personas ya empiezan a conglomerarse en la plancha del Zócalo capitalino para esperar el concierto previo al Grito.
Mientras en Tacuba y Palmas, como cada año, ya se ven camiones y patrullas estacionadas, las cuales transportan a elementos de la Policía Federal desde las primeras horas del día.
Ciudad de México, 15 de septiembre (SinEmbargo).- Entre música de organilleros, hélices de helicópteros y gritos de vendedores de lentes o perforaciones, puestos de productos patrios pintan de tricolor la Avenida Juárez y Avenida Madero en el Centro Histórico de la Ciudad de México a ocho horas del último Grito de Independencia de Enrique Peña Nieto, y tras la balacera en Garibaldi.
Los «comerciantes de temporada», como los de la «Unión de Artesanos y Símbolos patrios», vienen del Estado de México, Oaxaca, Chiapas o viven en la capital del país. Piden permiso a la Delegación Cuauhtémoc para poder comerciar durante los primeros 16 días de septiembre sombreros, banderas, matracas, gorras, playeras de mariachi, pelucas, bigotes, aretes… y hasta peluches del Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador. Ellos, artesanos, fabrican los aretes o pulseras y el resto lo compran en mercados como La Merced, Sonora o en el mismo Centro.
El resto del año venden artesanías en sus lugares de origen o mercados.
Mientras negocios establecidos alrededor de la plancha del Zócalo deciden bajar la cortina antes de la noche, hoy es el gran día para ellos al igual que mañana, cuando concluyen sus ventas tras el Desfile. En Avenida Juárez, el Hotel Hilton colocó gradas para que sus huéspedes puedan ver el espectáculo de este domingo… por 500 o 800 pesos, dijo una guía turística.
Los comerciantes empiezan desde las siete u ocho de la mañana y se retiran alrededor de las 12 de la noche mientras guardan el puesto en bodegas cercanas. Se mostraron esperanzados con la transición del Gobierno federal.
La Unión de Artesanos y Símbolos patrios es un grupo de vendedores con origen en Santa Ana Jilotzingo, Estado de México, zona montañosa otomíe cerca de Toluca. Algunos pertenecen al «Grupo Jiménez Barrios».
«Hay mucha gente y te aplastan; estamos mejor aquí afuera», dijo Regina sobre el Grito en la noche, vendedora originaria de Chiapas. Su esposo toluqueño es quien lleva 10 años en el negocio. Ella cuatro. «Está bien que ya sea el último (Grito de Peña Nieto). Lo bueno es que ya se va. A ver si el que viene hace las cosas mejores».
Lidia, que también viene desde Toluca a vender en esta temporada, tampoco le molesta no poder ir al Grito estando a unos pasos de la plancha, en Avenida Juárez.
«Estamos desde el inicio de septiembre. Ya terminas cansada y quieres ir a descansar, no ir a verlo», aseguró. «Es lo mejor que pudo haber pasado», agregó sobre el término del sexenio del priista, su paisano.
Cristina, que lleva seis años viniendo de Toluca a la CdMx a vender, percibe que las ventas han bajado. Ella sí quisiera poder acercarse a la fiesta. «Se ve que se pone bueno», comentó mientras arreglaba banderas en su puesto esquina con el Eje Lázaro Cárdenas frente a la Torre Latinoamericana.
Obdulia, colocada en la Avenida Madero, cuenta que como unión de artesanos venden por temporada productos para Navidad, Día de Muertos, Día del Amor y la Amistad y ahora el Día de la Independencia.
«No se nos dificulta hacerlos (productos). Somos varios; ya tenemos experiencia», aseguró mientras cargaba a su nieta.
«Las ventas andan bajas, pero Dios no nos deja. Aunque sea poquito ahí vamos».
Feliciana no es de esa unión. Ella es mazahua del Estado de México y vive en la capital. Sus productos los adquiere en mercados, pero, recordó, sus padres hacían cornetas o antifaces.
«Aquí nací. Estoy desde que me acuerdo», dijo sobre su puesto vistiendo orejas de conejo patrias. «Me dedico a los eventos».
Le da lo mismo que sea el último Grito de Peña Nieto.
«Todos son iguales. Mientras ellos están en su Presidencia, la gente no les importa. En pueblitos hay gente necesitada y no le toman importancia», opinó.
A unas calles de la plancha, antes de las vallas de seguridad, María Elena teje coronas de flores verde, blanco y rojo sentada en su silla de ruedas. Es ecuatoriana, pero vive en el Centro desde hace 40 años y vino a ayudarle a vender a su vecino.
«Tenemos que hacer la unión. En mi país hay mucha unión», dijo.
«NO TODOS SOMOS ACARREADOS»
En Tacuba y Palmas, como cada año, se ven camiones y patrullas estacionadas, las cuales transportan a elementos de la Policía Federal desde las primeras horas del día.
Otros años, después de las tres de la tarde, se ven personas de otros estados llegar en camiones y lunch para presenciar el evento presidencial.
Tras pasar las vallas de seguridad, con su respectiva revisión, al mediodía de este sábado ya hay gente esperando el concierto previo al Grito.
Se espera a la Sonora Dinamita, Mijares, Alicia Villareal…
Rosa María Uribe, originaria de Tamaulipas que vive en Ecatepec, Estado de México, está formada hasta el frente del escenario desde las 12 del día. Vino sola. Su familia le dijo que estaba loca. No le importa. En una semana es su cumpleaños 54 y quiso regalarse ir al Grito. Además, al término se irá a cenar a un restaurante y alrededor de las 6 de la mañana se formará en las gradas para el Desfile. No dormirá.
«Ya lo tengo todo planeado», aseveró vestida con botas rojas, jeans, camisa blanca y bufanda tricolor. No para de sonreír. A su lado hay una madre y sus hijas, con paraguas contra los rayos solares, formadas desde las 8:30 de la mañana.
El año pasado Rosa se coló a un camión de acarreados del PRI que traía acarreados, aseguró. No le gustó y este año prefirió venir sola para sentirse libre; sin protocolos.
«Mi país es bonito, nomás que hay gente fea», afirmó. De México, le gustan sus playas y el Zócalo.
«Cuando uno ama su país, en las buenas y en las malas. No todos son acarreados», dijo.
Sobre la transición de gobierno, Rosa María aseguró que ya se le acabó un ciclo a Peña.
«Bueno o malo, el pueblo lo juzgará».
