Arnoldo Cuellar
13/09/2018 - 8:34 am
¿Nuevos gobiernos? Los mismos vicios
Aquí y allá comienzan a registrarse visos de que los partidos políticos de Guanajuato no entienden mucho del lenguaje expresado por los ciudadanos en las urnas el pasado primero de julio.
Aquí y allá comienzan a registrarse visos de que los partidos políticos de Guanajuato no entienden mucho del lenguaje expresado por los ciudadanos en las urnas el pasado primero de julio.
La corrupción, el abuso, el uso patrimonial del recurso público parece un pecado venial en el que no importa recaer, una vez que se salvó el escollo de la elección.
Allí están los diputados salientes que, con tal de ahorrarles un dolor de cabeza a los entrantes, acuerdan la compra de nuevo parque vehicular y tratan de pasarlo como bola de humo sin acordarse de que son un “parlamento abierto” y a “great place to work”, o quizá por eso.
O véase al Alcalde electo de Guanajuato capital que sucederá a un gobierno al que desplomó la corrupción, las componendas y la ineficacia política, cayendo en el nepotismo más primitivo al colocar al cuñado en el sistema de agua, con la complacencia de un director genuflexo que quiere conservar la chamba.
Y ahí está el Gobernador saliente que no quiere ya saber nada de inseguridad, de compadres enriquecidos inexplicablemente y de personas desaparecidas y fosas ocultadas por sus instituciones de seguridad, pues lo único que anhela, antes de partir lejos, es sumar placas de inauguraciones y brindis de corte de listón, aunque sea de edificios a medias y carreteras inconclusas.
Mientras tanto, el Gobernador entrante se ha aplicado tan poco en asumir “el cargo más importante de su vida y en el que siempre soñó”, que no tiene empacho en repetirnos la dosis de medio gabinete de su antecesor, lo que hace aparecer el que viene como el séptimo año del sexenio.
Eso incluye al impresentable dueto del gabinete de seguridad, que tiene al estado sembrado de cadáveres, y donde la solución para evitar “el desgaste”, será que el gobernador no aparezca y mande a su secretario de Gobierno a hacernos beber el trago amargo. “Son unos genios”, diría el clásico de las frases certeras y los escasos votos.
Los panistas se regodean con cada escándalo mediático en el que se sumerge el Presidente electo Andrés Manuel López Obrador, lo que sin duda es perfectamente legítimo, pero que deja de funcionar cuando se cae en la lógica de creer que eso les da un bono para incurrir en sus propios errores.
En todo caso, parece que hoy por hoy, los ciudadanos solo nos tenemos a nosotros mismos. Bueno, en realidad ya lo sabíamos, así que, a darle.
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