Alejandro Calvillo
14/08/2018 - 12:00 am
PROFECO: ¿Seguirá como trampolín de Oro?
La PROFECO es una de las máximas expresiones del abandono de la función pública y de la entrega de una institución fundamental, esencial, para la protección de los consumidores, es decir, de todos nosotros, a los abusos de las empresas. PROFECO es la máxima expresión de la política de los chapulines, del uso de un cargo para saltar a otro y dejar una dependencia en la mediocridad y el caos.
La PROFECO es una de las máximas expresiones del abandono de la función pública y de la entrega de una institución fundamental, esencial, para la protección de los consumidores, es decir, de todos nosotros, a los abusos de las empresas. PROFECO es la máxima expresión de la política de los chapulines, del uso de un cargo para saltar a otro y dejar una dependencia en la mediocridad y el caos.
La administración de Peña Nieto inicio con el nombramiento de Humberto Benítez al frente de PROFECO, cargo que ejerció durante 6 meses hasta que surgió el escándalo de “LadyPROFECO”, cuando su hija llamó a inspectores de esa procuraduría para cerrar un restaurante que no le había otorgado la mesa que deseaba en el tiempo que quería. El segundo procurador nombrado fue Alfredo Castillo que permaneció en el cargo solamente 8 meses para ser nombrado Comisionado Federal de Seguridad en Michoacán. Después fue nombrada Lorena Martinez que estaría al frente durante el mayor periodo, 1 año y 10 meses, dejando el cargo para presentarse como candidata al gobierno de Aguascalientes. A Lorena Martinez, que se encarrilaba a ser la única verdadera procuradora, la sucedió Ernesto Nemer que ejerció el cargo solamente por un año para retirarse a coordinar la campaña de Del Mazo a la gubernatura del estado de México. Entró como interino Rafael Ochoa Morales y en agosto de 2017 el sexto procurador fue nombrado, Rogelio Cerda Pérez. El resultado de este chapulineo en PROFECO usted lo puede imaginar.
Debemos partir del principio de que toda la legislación nacional e internacional de defensa de los consumidores parte del principio de que los consumidores entran en una relación profundamente desigual frente a las grandes corporaciones en el mercado, y que el papel de estas leyes y organismos es balancear esa relación. Por lo tanto, su misión es estar del lado de los consumidores. De ahí que quien preside este organismo debe ser una persona que ha demostrado su vocación de defensa de los derechos de los consumidores. Sin embargo, no es así, es lo contrario, basta revisar como PROFECO ha violado el principio mismo de su misión si se revisa la representación que tiene la industria en su propio Consejo Consultivo.
Andrés Manuel López Obrador debe tener interés en recuperar el sentido de este organismo ya que él laboró como director de Promoción Social del Instituto Nacional del Consumidor (que posteriormente se convertiría en la Profeco), por lo que debe conocer la necesidad de este organismo y el potencial que tiene para defender los derechos de los consumidores, reconocidos ya por Naciones Unidas como derechos humanos. Lo que se requiere al frente de Profeco es una especie de Ombusman con poderes judiciales en una sociedad que ha pasado de sociedad del consumo a sociedad del hiperconsumo. En la sociedad de hiperconsumo el consumidor se enfrenta al superpoder y concentración de las grandes corporaciones globales.
En nuestra experiencia cotidiana: ¿Cuántas veces no hemos sido abusados con contratos que nunca leeremos ya que se presentan en letra pequeña en enormes documentos que nunca resaltan aquellos aspectos de interés fundamental para los consumidores?, ¿cuántas veces no hemos sido engañados por publicidad que da cualidades a un producto o un servicio que no tienen o que calla u oculta lo que no quiere que el consumidor se entere?, ¿Frente a estas situaciones cuántas veces usted se ha visto defendida por PROFECO de forma directa o indirecta?.
Al contrario, PROFECO se ha puesto del lado de la industria para que no tengamos información comprensible sobre los riesgos que representa la comida chatarra y las bebidas azucaradas, se ha puesto del lado de la industria cuando le hemos exigido información al consumidor sobre la seguridad y la eficiencia de los vehículos nuevos que se introducen al mercado, se ha puesto del lado de ciertas empresas para que el consumidor no tenga información sobre la adulteración de ciertos productos, etcétera.
Esta nula presencia de la PROFECO en nuestra vida diaria, en la cual como consumidores realizamos cientos de elecciones diarias de consumo, ha llevado a algunos a considerar que esta institución no tiene ningún sentido. Como ratas nacidas en un laberinto, nos cuesta ver más allá de una institución cooptada por la ineficiencia y los poderes económicos y, por lo tanto, ante su inexistencia en nuestra vida diaria pensamos que sería mejor que no existiera. He conocido casos de mexicanos que han recibido compensaciones económicas por servicios que contrataron fuera del país al demostrarse que esas empresas realizaron un fraude con sus clientes. Estos hechos, frecuentes en otros países, se cuenta con los dedos en México. Cuando sufrimos un fraude hacemos un cálculo entre el tiempo que perderemos en citas con PROFECO y la pérdida que hemos sufrido por ese fraude. La opción de las acciones colectivas existentes en otros países por más de tres décadas, han sido reconocidas recientemente en nuestro país, pero con los obstáculos suficientes para que los abogados pienses más de dos veces meterse en ellas. PROFECO puede llevar adelante las acciones colectivas, sin embargo, ha sido muy selectiva al hacerlo.
No se conoce aún el potencial que tiene Profeco como una efectiva procuraduría en defensa del consumidor. Se requiere compromiso con la defensa de los consumidores por quien presida esta institución. Tenemos excelentes ejemplos de instituciones similares en América Latina y el mundo. Se requiere fortalecerla y realizar reformas a la ley para que tenga más dientes: acabar con los contratos abusivos, la publicidad engañosa, volver efectiva la reparación del daño, claridad en los créditos que se aprovechan de los más pobre, hacer públicos los procesos, etcetera.
Es una gran oportunidad para rescatar esta institución.
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