Tomás Calvillo Unna
13/06/2018 - 12:00 am
Trump: “El poder soy yo”
Este es el mensaje del Presidente de Estados Unidos que ha estado enviando desde el primer día de su mandato, atrabancado, grosero, con tropiezos, no del todo convincente, hasta los recientes sucesos, donde se le aprecia realizado.
Este es el mensaje del Presidente de Estados Unidos que ha estado enviando desde el primer día de su mandato, atrabancado, grosero, con tropiezos, no del todo convincente, hasta los recientes sucesos, donde se le aprecia realizado.
Los dos eventos internacionales más relevantes de los últimos días, (el G7 y la cumbre con el presidente Kim Jong-Un) le han permitido explayarse y demostrarle a la comunidad internacional, pero sobre todo a sus votantes, que el poder lo tiene el Presidente de los Estados Unidos. El respeto que ello exige, de parte de los demás actores internacionales, y que se había perdido en los últimos gobiernos, él, Mr. President Trump, lo recuperó.
En la reunión del G7 en Quebec, Canadá, se lo dejó muy claro al anfitrión, el Primer ministro Trudeau, al que Trump, al despedirse, le enseñó que el guión, la producción, y el que marca los tiempos de las negociaciones es él.
El regaño fue para el actor canadiense que no había entendido con claridad las nuevas reglas del juego: este poder, el del Imperio, no se comparte, así sea con América del Norte.
Y para subrayar este axioma cruzó el océano Pacífico y estrechó la mano de quién representa un país enemistado con Occidente desde hace 70 años, y que en los últimos meses había decidido jugar a la pirotecnia nuclear. Trump lo comprendió, y aprovechó a sus servicios de inteligencia quienes le recomendaron que era el momento preciso para realizar un acuerdo de “paz” que hace poco se veía muy lejano [1].
Ciertamente, dicho encuentro entre el presidente norcoreano y el estadunidense, fue posible gracias al beneplácito de China, y de la incapacidad de Corea del Norte para seguir con sus pruebas nucleares en un territorio que pone en riesgo a su poderoso vecino, como lo han advertido los científicos chinos al señalar que el polígono de pruebas nucleares ya no es apto para realizar nuevos ensayos [2].
Sin duda la aplicación de la política exterior de Trump, encuentra su naturaleza y ritmo en su experiencia con el “reality show”, no solo en su práctica de empresario, si no en su teatralidad comunicativa.
Seguramente los dos eventos aún tendrán muchas historias que contar, tanto en el disminuido acuerdo del G7 y su conflicto protocolario con el anfitrión (por no calificarlo de abierta grosería) como el anunciado logro de un frágil acuerdo de paz donde el actor fundamental parece observarlo con una reservada neutralidad, explicable en el ámbito de una cultura donde el tiempo es un asunto milenario.
Estos dos acontecimientos, son apuntes relevantes para quién en México acceda a la presidencia de la República; no estaría mal del todo observar como el Presidente de Francia, Macron, ha lidiado con su contraparte estadunidense, utilizando cuidadosamente un protocolo que satisface esa urgencia de reconocimiento que un presidente como Trump exige, no solo desde los intereses nacionales que representa, sino también desde la abrupta geografía de su psique.
Eso no le ha impedido a Macron decir lo que tiene que decir, e incluso en el mismo seno del poder democrático, el Congreso de los Estados Unidos, sin necesidad de carearse con Trump sobre temas complejos y delicados; el Presidente francés, con su conducta política, subraya la relevancia de las instituciones democráticas de Estados Unidos y de sus actores que son los únicos que internamente podrán acotar los deslices y desmanes de su Presidente.
No solamente los asiáticos, como son las dos Coreas, China, el mismo Japón y los países del sudeste, están frente a un Koan que para la Unión Europea se ha convertido en un dilema inesperado que afecta el propio balance de sus poderes internos.
Los países europeos atraviesan un periodo donde surgen liderazgos y fuerzas políticas cargadas de esa “prepotencia”; expresión también, de los procesos disruptivos de la globalización en todos los órdenes, vinculados a la incertidumbre cotidiana de millones ante la velocidad de los cambios y la transmutación de sus localidades.
No será sencillo para el próximo gobierno de México, encontrar el balance en la relación con los Estados Unidos debido a la impulsiva y muchas veces agresiva personalidad de su actual presidente. No obstante como lo muestran otras experiencias, es posible identificar los principales trazos de dicha relación, y acotar los efectos negativos de un carácter en constante competencia por exhibir su poder.
[1] http://www.elfinanciero.com.mx/mundo/un-misterioso-agente-de-la-cia-es-clave-para-la-reunion-entre-trump-kim
[2] https://actualidad.rt.com/actualidad/269628-verdadera-razon-suspension-pruebas-nucleares-corea-norte
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