Los bosques primarios y áreas silvestres protegidas en Centroamérica están siendo amenazadas por el cultivo y trasiego de drogas, reportó un estudio realizado por la Fundación Neotrópica, la Universidad Estatal de Texas y la Universidad Estatal de Oregón. La narco-deforestación, que es la relación entre los movimientos de la cocaína y la deforestación, es la mayor amenaza del narcotráfico para los ecosistemas, informaron los especialistas.
San José, 19 de mayo (EFE).- Bosques, ecosistemas, áreas protegidas; todas se ven afectadas por un fenómeno que cada vez impacta más a Centroamérica: el narcotráfico, advierte un estudio regional.
Se trata del estudio «Impactos del Narcotráfico sobre la gobernanza de la conservación en las áreas silvestres protegidas de América Central», una investigación realizada en conjunto por la Fundación Neotrópica, la Universidad Estatal de Texas y la Universidad Estatal de Oregón.
«Existe poca conciencia del verdadero impacto ambiental del narcotráfico. Las consecuencias son poco conocidas y difícilmente identificadas a pesar de que el daño a la biodiversidad es extremadamente amenazador», manifestó la directora de la Escuela de Geografía de la Universidad de Costa Rica, Isabel Avendaño.
Los daños a la naturaleza, que ocurren principalmente en bosques primarios y áreas silvestres protegidas, son ocasionados por la construcción de pistas de aterrizaje clandestinas, caminos y otras infraestructuras necesarias para el traslado de la droga o producto del lavado.
«El tráfico de drogas se ha convertido en un causante de la deforestación en la región, lo que fundamentalmente se debe a que se han establecido rutas de transporte a través de la región Centroamericana», indicó el director ejecutivo de la Fundación Neotrópica, Bernardo Aguilar.
Agregó que ese establecimiento de rutas va acompañado de una serie de inversiones en actividades económicas que se relacionan con el narcotráfico y que permiten el lavado de dinero.
De acuerdo con los investigadores, esto es un fenómeno complejo en el cual cada uno de los países de la región centroamericana cumple un papel diferente.
«Por ejemplo, en el caso de Honduras, se trata de un gran embudo que se inicia desde el noreste de Honduras, en La Mosquitia, pasando por algunas de las regiones del centro y que continúa hasta Guatemala como un gran embudo terrestre que luego entra a México», explicó Aguilar.
Para entender la magnitud de esta actividad, los investigadores explican que puede generar entre el 3 y 15 por ciento del equivalente del Producto Interno Bruto (PIB) de la región.
Lo costos en términos de servicios de los ecosistemas que se estarían perdiendo por este efecto podrían ser equivalentes a un 93 por ciento del presupuesto nacional que dedican todos los sistemas de áreas protegidas de América Central anualmente.
La principal amenaza del narcotráfico para los ecosistemas es la llamada «narco-deforestación», que es la correlación entre los movimientos de cocaína y la deforestación.
La investigación se enfocó en los que se conocen como los cinco puntos calientes de la región: la reserva de la biosfera maya, el corazón del corredor biológico Mesoamericano entre Honduras y Nicaragua; el refugio de vida silvestre Jiquilisco (El Salvador); la región de ACOSA (Costa Rica) y el tapón del Darién (Panamá).
En estas zonas se analizó cada pérdida de bosque desde el año 2000 y se asignó a diferentes categorías, donde resaltó una: parches muy grandes dentro del bosque primario, al que llamaron pérdida forestal anómala.
La deforestación anómala es la que se da en cantidades extraordinariamente grandes y a una velocidad mayor a la que usualmente sucede.
Esto ocupa entre el 15 y 30 por ciento de toda la deforestación que se dio en la región entre el 2000 y 2014 y está concentrada en territorios indígenas y áreas protegidas.
De acuerdo con David Wrathall, de la Universidad Estatal de Oregón, hay dos fenómenos: el del tránsito de drogas y el del dinero ilícito.
«El dinero ilícito no es como el dinero normal, no se puede gastar en cualquier cosa, solo existen ciertas opciones para gastarlo, como en ganadería», indicó.
Deforestar grandes extensiones de bosques para mantener el ganado obtenido con dinero ilícito vendría a ser uno de los principales problemas del narcotráfico a la biodiversidad de Centroamérica, según la investigación.
«La narco-ganadería es responsable de la gran mayoría de la deforestación. Los narcos están lavando cantidades enormes de dinero a través de la ganadería, que es una industria no muy bien regulada en Centroamérica, y también la están usando para reclamar territorio», comentó Jennifer Davine, de la Universidad Estatal de Texas.
El problema podría sin embargo tener una solución: fortalecer el sistema de áreas de conservación, la gobernanza participativa comunitaria y una mayor coordinación con los grupos de Guardacostas y Policías Fronterizas, concluye el estudio.