Diego Petersen Farah
06/04/2018 - 12:00 am
Siempre lo mismo
Ya pasaron ocho días y no ha pasado nada. Los candidatos siguen empecinados en las mismas estrategias, para bien de uno y mal de todos los demás. Siempre lo mismo, como con Raúl Velasco.
Ya pasaron ocho días y no ha pasado nada. Los candidatos siguen empecinados en las mismas estrategias, para bien de uno y mal de todos los demás. Siempre lo mismo, como con Raúl Velasco.
Andrés Manuel juega a que ya todo está definido. Sin rubor, dice que va 20 puntos arriba, aunque esa diferencia no la tenga ni Obama. Meade dice que ya va en segundo, pero como en el viejo anuncio de Volkswagen, “aunque sea en su cabeza”. Anaya insiste en que ya solo quedan dos, pero la realidad es que él como segundo sigue más pegado al tercero que al primero. Y Margarita nos quiere hacer creer en que está crece y crece. Es más que evidente que el único que entiende de qué va una campaña electoral es López Obrador, que de eso sabe todo, mientras que los otros tres dejan ver que nunca hicieron campaña ni siquiera para representante de su salón.
Pero nada está cambiando entre otras cosas porque todos siguen haciendo lo mismo. La estrategia de Meade de provocar a los adversarios con el tema de los ingresos y la situación patrimonial ya no pegó. Nadie se va a montar en un debate que el electorado no está pidiendo. Su declaración 7de7 pasó sin pena no gloria porque nadie está discutiendo ese asunto. Si después de cinco semanas con la misma cantaleta no han podido posicionar el tema, es momento de que busque otro.
Ricardo Anaya tiene un problema grave: su discurso no emociona. Es plano, aburrido, repetitivo y muy pero muy lejano de los intereses y las emociones de los votantes. Se le olvida que el puesto en disputa es el de presidente de la república y no el de director de sistemas de una empresa de innovación. Qué bueno que tenga todas esas ideas y sea un geek. pero lo que los electores buscan es alguien que los represente. El voto no es racional, es emocional y Anaya aún no lo entiende.
Andrés Manuel sigue marcando la agenda e imponiendo su triunfo como un hecho inevitable. Eso en una campaña vale oro y es la mejor manera de mantenerse arriba. En lo que puede estar equivocándose es que si quiere que comiencen a verlo como presidente tiene que comenzar a comportarse como tal, esto significa sobre todo dejar se ser acomodaticio, mandar mensajes claros y tener un discurso coherente. Mientras siga enviando mensajes ambiguos sus adversarios seguirán vivos.
El punto de quiebre será el debate del 22 de abril. Si ahí Meade o Anaya logran romperle el saque a Andrés Manuel alguno de los dos puede regresar al partido. Pero si Meade y Margarita atacan a Anaya, y Anaya ataca a Andrés en su tono de Ted Talk, a López Obrador le bastará con hablar más despacio que de costumbre y dejar correr el tiempo para no equivocarse.
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