«Estamos perdiendo la memoria más antigua de la Tierra. Estamos perdiendo la oportunidad de tener un futuro mejor», las palabras son del cineasta David Jaramillo, autor del documental Cuatro Ciénegas. En él, muestra que la desinformación puede terminar con ecosistemas completos pero siempre existe una esperanza en la educación, la cultura y el turismo responsable, pues «nadie ayuda lo que no conoce».

Ciudad de México, 6 de abril (SinEmbargo).– Cuatro Ciénegas es una película documental que lo tiene todo. Los buenos, los malos, un mensaje y paisajes espectaculares. David Jaramillo, director y productor, se sumó al esfuerzo de un par de científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) para lanzar un llamado urgente: no estamos devolviendo nada a la naturaleza y podemos perder uno de los legados más antiguos del planeta.

«Hay mucho interés por parte de la gente, fue un acierto mezclar el arte con la ciencia y la parte social en escenarios biológicos sumamente bellos y el resultado es este cuestionamiento de qué vamos a hacer con nosotros mismos», dice David Jaramillo, director del documental en entrevista con Magazine.

El documental de 70 minutos se presentó recientemente en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara y se podrá ver próximamente en Cinema Planeta, muestra que se llevará a cabo en Cuernavaca. Después de ahí, David y su equipo planean inscribirlo a otros festivales nacionales e internacionales, para luego llegar a las salas comerciales y plataformas de streaming, aunque todavía no tiene fecha.

«Un lugar único en la Tierra donde hubo un mar y sólo quedaron pozas de colores que poseen los secretos de su antigüedad y del origen de la vida en el planeta. Una lucha incansable por protegerlo ante la crítica y el repudio de ejidatarios de un pueblo mexicano debido a la sequía en la región y las medidas tomadas para la protección ambiental. ¿Podrá este legado de México y la humanidad ser protegido por las nuevas generaciones a través del conocimiento y una nueva conciencia?», es como se presenta la obra, rodada por supuesto, en el valle de Cuatro Ciénegas, Coahuila.

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– ¿Qué podremos ver en Cuatro Ciénegas?

– Es un documental donde hay escenarios bellísimos que son un ecosistema único en el planeta, pero también vamos a encontrar una trama social donde los antagónicos piensan que el agua es para siempre y por el otro lado, vamos a encontrar a los científicos y otro tipo de personajes que defienden el agua en busca de la sostenibilidad y de la conservación del valle de Cuatro Ciénegas.

Pero hay que resaltar que lo más importante es que el documental no nada más muestra las partes encontradas, sino también las posibilidades para rescatar el valle a través de las alternativas que dirige la doctora Valeria Souza y su esposo, el doctor Luis Eguiarte, los cuales instauraron talleres de educación ambiental a los niños, por medio de la asociación civil «Concentrarte», para fomentar en su consciencia una idea de que los elementos naturales son parte de nosotros y que la naturaleza no está a nuestro servicio, que hay que cuidarla.

También resalto los pequeños esfuerzos que hay por el cambio de modelos de producción, como la sustitución de la alfalfa, que es la que genera esta crisis por la extracción masiva de agua por parte de los agricultores, llevan más de 50 años haciéndolo a través de canales abiertos a cielo abierto, lo único que ha generado es la pérdida del humedal a un 90 por ciento.

David dedicó más de cuatro años en hacer la película. Foto: Cortesía de David Jaramillo

Lo interesante es que los estromatolitos, que viven dentro de estas pozas en medio de un desierto a tres horas de Torreón y a una hora de Monclova, mantienen la memoria más antigua del planeta. Tienen el récord fósil de más de 3 mil 800 millones de años. Esos estromatolitos nos pueden decir cómo limpiar el dióxido de carbono, cómo limpiar la contaminación ambiental que tiene muy dañado a nuestro planeta, o por ejemplo, podría limpiar la radiación de Fukushima, esa planta nuclear que derramó contaminación al Océano Pacífico, este es un ejemplo de lo que puede otorgarnos este rescate ecológico que sólo nos queda un 10 por ciento, ya que el Valle de Cuatro Ciénegas  conservó estas bacterias unicelulares.

Estos estromatolitos nos pueden decir cómo reciclar los átomos y cómo generarlos en oxígeno y lo que es muy interesante es ver que estas bacterias lo han resistido todo, es decir, soportaron dos glaceaciones planetarias, cinco extinciones masivas, vieron nacer y morir a los dinosaurios pero lo que no están soportando es la extracción masiva de agua por parte de los ejidatarios, o sea, por la mano del hombre, en menos de 50 años.

Los estromatolitos son la evidencia de vida más antigua que se conoce en la Tierra. Foto: Cortesía de David Jaramillo

– ¿Cuáles son las acciones que se están llevando a cabo?

– Los doctores Valeria Souza y Luis Eguiarte instauraron un laboratorio de ecología molecular donde ahora los chavos del Centro de Bachillerato Tecnológico Agropecuario (CBTA) 22 tienen la posibilidad de entender y aprender cómo extraer el ADN de la tierra y con ello comprender sus componentes y sus procesos para cultivar en diferentes etapas del año y no sólo sobreexplotar la tierra como lo está haciendo el cultivo de alfalfa.

Todo esto está enfocado hacia generar la consciencia en las nuevas generaciones y en los que se dejen, porque también hay ejidatarios que ya cambiaron al modelo de producción al nopal verdura.

Nadie va a rescatar Cuatro Ciénegas más que los pobladores, ellos mismos son los que tienen la batuta en el cambio y en la erradicación de la depredación misma por parte del humano.

– Cuando mencionas estos ‘antagónicos’ ¿te refieres al pueblo ejidatario?

«Nadie va a rescatar Cuatro Ciénegas más que los pobladores». Foto: Cortesía de David Jaramillo

– Me refiero a los agroindustriales y obviamente también a los ejidatarios. La gente no es mala, los pobladores no son malos, el problema es que no les ofrecen la información adecuada para tener un método sostenible que genere un equilibrio económico entre los ejidatarios y el ecosistema. Al ecosistema hay que regresarle lo que se le toma y ese es el problema, que durante más de cuatro o cinco décadas no se le ha regresado a la ecología lo que ha ofrecido y por eso estamos perdiendo los recursos naturales.

Aquí resalto la problemática en el sentido de que hay un monopolio y los que son dueños del agua y de la tierra se están aprovechando de la demás gente que está desinformada y por eso están en contra de esos talleres de educación y de los cambios que pueden generar para poder conservar el valle de Cuatro Ciénegas.

– ¿Los cambios sólo vienen de iniciativas sociales y académicas o hay alguna por parte del Gobierno?

– Todas estas iniciativas son por parte de los investigadores del Instituto de Ecología de la UNAM, falta que el Gobierno se sume a esta lucha ecológica y por eso la doctora Souza y su esposo llevan la batuta. Vieron un avance científico ya que los efectos de la depredación humana son una consecuencia de la desinformación y del olvido de las instituciones gubernamentales al desarrollo social, económico y ecológico que requiere nuestro país.

Resalto el trabajo de los investigadores de la UNAM porque es un trabajo de corazón, ellos llegaron por parte de la NASA hace 17 años, eran los únicos mexicanos que sabían estudiar las bacterias y al descubrir a los estromatolitos se percataron que era algo muy importante lo que tenemos ahí, que es único en la Tierra, son bacterias endémicas, las más antiguas del planeta y nos pueden ayudar muchísimo no tan sólo a comprender nuestro pasado sino también entender el futuro del planeta.

«La gente no es mala, el problema es que no les ofrecen la información para tener un método sostenible con un equilibrio económico entre los ejidatarios y el ecosistema». Foto: Cortesía de David Jaramillo

– Como director, ¿cómo esperas que salga la gente del cine, con qué sentimientos o pensamientos?

– Son sentimientos encontrados, yo cada vez que veo la película percibo lo mismo. De que estamos perdiendo la memoria más antigua de la Tierra, estamos perdiendo la oportunidad de tener un futuro mejor pero a la vez, confronto esta emoción de que también hay una esperanza que son los niños, pero hay que seguirlos apoyando, hay que apoyar a sus familias ya que si no hay una economía estable, no puede haber un desarrollo sustentable.

El documental no muestra que ya se triunfó sino lo contrario, dejo la puerta abierta a las alternativas, a la discusión y sobre todo de no matar políticamente el proyecto de sostenibilidad de la doctora Souza, pues si dijera que ella ya lo arregló todo, ya nadie se adjuntaría a esta noble causa.

El documental seguirá participando en festivales y aún no tiene fecha de estreno en salas. Foto: Cortesía de David Jaramillo

– ¿Qué pueden hacer los ciudadanos para ayudar a que no desaparezca este ecosistema?

– Muy específico en Cuatro Ciénegas, es cambiar de modelos de agricultura, los ejidatarios pueden cambiar la alfalfa por la fresa o el nopal verdura y otros cultivos y modelos de producción mucho más amigables con el medio ambiente. También las instituciones como la Comisión Nacional del Agua (Conagua) deben destruir los canales revestidos de los años 60, es tecnología obsoleta.

En nuestro caso, desde dejar de usar popotes, bolsas de plástico, ir al supermercado y llevar una bolsita de las reciclables. Cuatro Ciénegas es un llamado de atención a la humanidad, a nosotros mismos, de cómo estamos haciendo uso indebido de los recursos naturales y cómo no estamos regresándole nada a la Tierra cuando ella nos lo da todo.

Dejar de consumir tanto, no tenemos necesidad de tener tanta ropa o usar tanta gasolina, podemos subirnos a la bicicleta. Son cambios pequeños que le afectan al ecosistema de una manera muy importante. Yo sé que no lo vamos a ver instantáneamente pero debemos de empezar a impulsar estos cambios desde nuestros actos, no nada más desde nuestras palabras.

– ¿A nivel turístico, visitar Cuatro Ciénegas es bueno, malo, ayuda o no?

– Nadie ayuda lo que no conoce. El proyecto de los investigadores no es cerrar Cuatro Ciénegas sino todo lo contrario, es conocerlo, amarlo, disfrutarlo, pero tiene que ver con un ecoturismo responsable con el hecho de que todo lo que tú lleves, regreses con tu basurita, no darle de comer a las tortugas alimento con ciertos químicos.

La gente quiere respuestas, quiere saber alternativas y lo importante es que el público se vaya con un sabor de boca de que tenemos que hacer algo al respecto y eso es un efecto muy importante para empezar o continuar haciendo cambios en la conservación.