Arnoldo Cuellar
15/03/2018 - 12:00 am
Miguel Márquez y el pacto de impunidad
El mandatario panista de Guanajuato que dio una férrea lucha por colocar a su delfín Diego Sinhue Rodríguez en la candidatura a Gobernador, pasando por encima de estructuras y liderazgos panistas, hoy no es capaz de reclamar la descarada intromisión del PRI en las decisiones del gobierno federal.
El mandatario panista de Guanajuato que dio una férrea lucha por colocar a su delfín Diego Sinhue Rodríguez en la candidatura a Gobernador, pasando por encima de estructuras y liderazgos panistas, hoy no es capaz de reclamar la descarada intromisión del PRI en las decisiones del gobierno federal.
Un Carlos Medina, un Vicente Fox, hasta un Juan Manuel Oliva, hubiesen sido más enérgicos de enfrentarse a una evidente maniobra de uso de recursos públicos para una campaña política, como la de ocupar las delegaciones de Sedesol y Sedatu con incondicionales del precandidato priista Gerardo Sánchez.
Probablemente Márquez no sea enfático en su protesta y solo haya producido una tibia “nota” diplomática ante Alfonso Navarrete Prida, porque sabe que su aparato de gobierno es más potente y efectivo que el federal y no quiere que lo cuestionen, a su vez.
Pero, probablemente también, Márquez no quiera enfrentar la estrategia federal porque no quiere broncas con José Antonio Meade ni con Enrique Peña Nieto después de ver el embate que sufre su correligionario Ricardo Anaya a quien no ha salido a respaldar en forma pública como tampoco lo hizo en su momento con Javier Corral, su colega de Chihuahua.
Conocedor del pacto de impunidad, que aplicó él mismo en beneficio de su antecesor Juan Manuel Oliva, y hasta dela exalcaldesa priista de León Bárbara Botello a quien en realidad no se ha investigado a fondo, Márquez busca lo mismo para sí: que le cuiden las espaldas aquí y a nivel nacional.
¿Hay temas que lo pueden preocupar? Desde luego. Se conocen hasta la saciedad y el Gobernador ha logrado rodearlos de una niebla y de un blindaje, en buena medida gracias a su estrategia de comprar a la oposición con prebendas, como ha ocurrido en el Congreso.
El programa Escudo entregará en las manos del próximo gobierno toneladas de basura tecnológica que será necesario reponer, no ya con una renta de 600 millones de pesos anuales, sino muy superior. Al final Guanajuato no será dueño de nada, apenas de una red de fibra óptica que a esta alturas ya debe estar sumamente deteriorada.
En el camino la empresa Seguritech se ha hinchado los bolsillos de recursos y de ser una modesta empresa casera en el Estado de México es hoy, gracias a Márquez y muchos otros gobernadores, una auténtica potencia empresarial. El tema es investigable en los términos del contrato, en los resultados arrojados y probablemente también en el manejo financiero.
Los medicamentos comprados a un precio criminal con recursos de la federación y el estado para surtir al seguro popular, es otro tema que cuando ya no esté Márquez en el poder, ni Juan Ignacio Martín, su tesorero, e Isabel Tinoco, su contralora, puede arrojar mucha pus. El pago de la distribución a un costo arbitrario que puede hacer costar una aspirina ¡hasta 10 pesos!, dará mucha tela para alguien que quiera investigar al exgobernador.
Los terrenos de Toyota se encuentran en la misma situación. Los subsidios otorgados a la fundación para el desarrollo de los pueblos mineros, en Pozos y en el Mineral de La Luz, que le acarrearon ¡tres días de castigo! al secretario de turismo Fernando Olivera, podrían arrojar otros resultados de ser revisados con lupa.
Incluso el despropósito de regalar tabletas, uniformes y mochilas a los educandos de nivel básico del estado, mediante las mismas empresas ganadoras de concursos altamente cuestionados, con sus nulos resultados en términos de elevación en la calidad, podría ser una importante veta para fiscalizar a un gobierno que solo buscó impactar en términos publicitarios y nunca apostó por transformar la realidad.
Como se ve en una revisión somera, Márquez no debe tener las menores ganas de entrar a un litigio de profundidad con el gobierno federal, como en el que se encuentran algunos de sus compañeros de partido.
Anaya deberá estar atento al comportamiento de un Gobernador al que le permitió manejar a su antojo las decisiones electorales, pero que aún así se muestra demasiado cauteloso para jugársela a fondo con su candidatura presidencial.
Y no es el único mandatario estatal que sigue deshojando la margarita en la carrera presidencial.
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