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Ricardo Ravelo

09/03/2018 - 12:00 am

Morelos: narcotráfico y corrupción

En Morelos se cuentan muchas historias del tabasqueño avecindado en Morelos. Se asegura que desde sus inicios en la política ha sido un hombre de traiciones, informante del gobierno, traidor de los movimientos sociales en los que ha militado con un objetivo claro: pasar información a la Secretaría de Gobernación y al presidente en turno.

Apoyado Por Peña Nieto Graco Ramírez Ha Dado Rienda Suelta a La Corrupción En Morelos Foto Cuartoscuro

El gobernador de Morelos, Graco Ramírez, ya es uno de los hombres más rico de México. Le ha bastado moverse en los carriles de la izquierda –“la izquierda progresista”, según él –y al mismo tiempo jugar para el PRI, para la derecha. La postura de hombre de izquierda es una máscara que usa desde que saltó a la escena pública, en los años sesenta, implicado en los movimientos sociales del país como fiel “oreja” del gobierno y de los grupos poderosos.

En Morelos se cuentan muchas historias del tabasqueño avecindado en Morelos. Se asegura que desde sus inicios en la política ha sido un hombre de traiciones, informante del gobierno, traidor de los movimientos sociales en los que ha militado con un objetivo claro: pasar información a la Secretaría de Gobernación y al presidente en turno.

Así lo hizo en 2012 cuando abandonó a Andrés Manuel López Obrador en su lucha de protesta por el fraude electoral que entronizó a Enrique Peña Nieto en la presidencia de la República. Acompañado de los llamados Chuchos, una fracción perniciosa dentro del PRD, le abrieron el camino a Peña Nieto para que tomara posesión en medio de las protestas por el fraude electoral que se cometió en la elección presidencial. El pago fue la gubernatura de Morelos.

Apoyado por Peña Nieto, Graco Ramírez ha dado rienda suelta a la corrupción en Morelos, entidad que actualmente está controlada por diversos grupos de criminales. Al menos tres cárteles operan ahí y sólo con uno, se asegura, hizo arreglos: con el cártel de Los Rojos, encabezado por Satiago Mazari, El Carrete, intocable hasta la fecha en esa entidad.

Otros cárteles que operan en Morelos son Guerreros Unidos y el cártel de Jalisco Nueva Generación, aunque la ola de secuestros y robo de autos también se le atribuye a la policía, encabezada por Jesús Alberto Capella, a quien en diversas narcomantas el crimen organizado ha acusado de recibir regalos de los criminales a cambio de protección.

Cuando asumió la gubernatura de Morelos, el propio Graco Ramírez se quejó que su antecesor, Marco Adame, le dejó células de narcotráfico enquistadas en el gobierno y en la policía. Pero ahora todo el mundo en Morelos se preguntan por qué no es detenido Santiago Mazari, El Carrete, líder del grupo criminal conocido como Los Rojos. Este criminal ha sido intocable en Morelos por Graco Ramírez y su jefe policiaco Jesús Alberto Capella, traído de Tijuana para combatir al crimen organizado en cuya misión no ha tenido éxito, aunque se asegura que en cuatro años si ha amasado una cuantiosa fortuna. Al menos dos fastuosas residencias de lujo se le atribuyen al jefe policiaco: un búnker en el Country Club y un rancho en el fraccionamiento La Herradura, cerca del stand de tiro. El jefe policiaco no ha explicado cómo le hizo para adquirirlas.

Y es que se asegura que uno de los más importantes acuerdos del gobierno de Graco Ramírez fue precisamente con El Carrete para controlar el sur del estado, particularmente los municipios de Mazapetec, Macatlán, Plan del Río y Temixco, ente otros, donde se mueve a sus anchas en temible narcotraficante.

En diversas entrevistas Capella ha dicho que el capo tiene una amplia movilidad entre Guerrero y Morelos y a ello atribuye que ni la Policía Federal ni la del estado lo hayan podido detener. Sin embargo, pobladores de Xochitepec, Puente de Ixtla y San Gabriel de Las Palmas –de este último municipio es oriundo El Carrete –aseguran que el narcotraficante es visto con frecuencia en esos lugares tan tranquilo como si nada debiera ni temiera.

Cuentan que muchas veces se disfraza de viejito y montado en un burro sale a recorrer las calles y ninguna corporación policiaca lo detiene, es más, se le protege muy bien porque ya es un secreto a voces que la organización encabezada por Santiago Mazari hizo arreglos con el gobierno de Graco Ramírez para no ser detenido. No existe otra razón para que este capo ande libre en Morelos.

La delincuencia ha prosperado en Morelos precisamente por la corrupción policiaca, pues a muchos hombres cercanos a Capella se le atribuyen delitos como el robo de autos, los secuestros y hasta el tráfico de drogas, uno de los negocios más prósperos. Por ello la violencia no ceja en el estado. Todos los días hay dos, tres y hasta cinco muertos. Los fines de semana la matazón de personas aumenta. Se han llegado a contabilizar hasta diez ejecuciones.

Las cifras no mienten. En el sexenio del panista Marco Adame, por ejemplo, hubo mil 700 ejecuciones del crimen organizado. En lo que va del gobierno de Graco Ramírez, quien presume honestidad y buenos resultados aunque nadie los vea, se han perpetrado 3 mil 600 crímenes. Hay 250 mujeres desaparecidas, cuyos casos siguen impunes porque en Morelos no hay justicia. Impera la corrupción y siguen intocadas las amplias redes de intereses perniciosos.

Los presuntos nexos de Graco Ramírez con el crimen organizado habrían comenzado desde su campaña política cuando entró en tratos con Federico Figueroa, hermano de Joan Sebastian, presuntamente ligado con el narcotráfico. Figueroa habría apoyado la campaña del perredista con dinero sucio. Luego Graco, como es costumbre, le dio la espalda. En el primer tramo de su gobierno Graco y Figueroa se encontraron en el restaurante El Faizán. Figueroa lo increpó, le mentó la madre a boca llena y le recriminó, palabras más o menos, “que no tenía madre su actitud de mierda y miserable porque lo apoyó con dinero en su campaña y no le cumplió”, según narró una fuente que solicitó el anonimato.

Los crímenes se han multiplicado tanto en Morelos como las rencillas de Graco Ramírez con Cuauhtémoc Blanco, alcalde de Cuernavaca, con quien existe una guerra sin cuartel por la guberntura del estado. El exfutbolista del América se registra este domingo como candidato de Morena al gobierno de Morelos y asegura que si gana las elecciones meterá a la cárcel a Graco Ramírez “por corrupto”.

Con el apoyo de diputados cómplices y del Poder Judicial, Graco Ramírez ha intentado frenar de diversas formas las aspiraciones políticas de Cuauhtémoc Blanco. Lo ha acusado de todo: de tener nexos con el narcotráfico, de no tener la residencia para ser candidato y, por otra parte, se afirma que un grupo de bandoleros relacionados con Rodrigo Gayosso –el hijastro de Graco que quiere ser gobernador –suelen contratar a grupos de porros para tirar basura en las calles de Cuernavaca para que la ciudad luzca sucia y abandonada. El problema no es menor: por diversas avenidas de Cuernavaca hay fugas de agua sin reparar, calles atestadas de basura. Los choferes de los autobuses urbanos son verdaderos cafres, circulan a altas velocidades y las autoridades de tránsito solapan estos excesos a cambio de “mordidas”.

A Cuauhtémoc Blanco también le han querido endilgar algunos muertos En el 2017, por ejemplo, fue asesinado el hijo del organizador de la feria de Cuernavaca. Un personaje le disparó a quemarropa y lo asesinó. De inmediato los operadores de Graco Ramírez le ofrecieron al asesino dinero y poco tiempo de prisión si incriminaba a Cuauhtémoc Blanco. La idea era que el criminal declarara que Blanco le había dado la orden de ejecutar el crimen.

Y mientras Graco echa mano de todos los recursos a su alcance para frenar a Cuauhtémoc Blanco, por otra parte proyecta a su hijastro, Rodrigo Gayosso, famoso por su prepotencia y la soberbia que lo atenaza. Impune gracias a su padrastro, Gayosso libró la cárcel después de haber fungido como secretario del Ayuntamiento de Cuernavaca, durante la administración de Manuel Martínez Garrigós.

En ese periodo, Gayosso y Garrigós fueron acusados de malversar unos 400 millones de pesos, pero el expediente fue archivado por órdenes de Graco Ramírez en complicidad con las autoridades del Ministerio Público. Es un secreto a voces que Gayosso se enriqueció de forma descomunal en el ayuntamiento de Cuernavaca: se apropió de toda la obra pública, la cual asignó tanto a familiares suyos como a sus amigos.

Entre otras obras importantes que desarrolló y que sirvieron para el usufructo están el distribuidor vial, el parque Acapatzingo, la construcción de camellones y la pavimentación de avenidas importantes. Como es costumbre, Gayosso y Garrigós exigían a los contratistas hasta el 30 por ciento de moches.

Desde entonces el hijastro de Graco construyó un importante corporativo, con oficinas lujosas en Polanco, y se adjudican las obras del gobierno del estado, entre otras, la del estadio de Zacatepec, el Coruco Díaz –con un costo de 500 millones –y otros negocios amasados a la sombra del poder, como los verificentros, cuya propiedad también se le atribuyen a Gayosso.

De igual forma, se ha involucrado en el negocio multimillonario del reciclaje de basura y le han impuesto a los Ayuntamientos la compra de luminarias para el alumbrado público, para lo cual les exigen a los alcaldes firmar contratos con empresas privadas ligadas al grupo en el poder.

Graco Ramírez ha cobrado fama como corrupto y por sus negocios a la sombra del poder. Las gente en Cuernavaca lo detesta y por todas partes circulan rumores que le incrementan la fama de que la gubernatura es manejada como una empresa privada. Le atribuyen la compra de muchas propiedades con dinero de dudosa procedencia. Hasta el hotel Las Mañanitas se lo atribuyen como propiedad.

Gran parte de su mala fama, se asegura, comenzó cuando pidió el apoyo de los presidentes municipales para solicitar, al inicio de su gestión, un préstamo de 2 mil 800 millones. A los alcaldes les pidió el respaldo y a cambio les dijo que parte de los recursos se usarían en los municipios. No cumplió. A seis meses de que concluya su gobierno, Morelos es un campo de batalla del crimen organizado y un nido de corrupción. Las dos obras emblemáticas de su gobierno son el estadio Coruco Díaz y el edificio del Congreso. Del uso de otros recursos cuantiosos nada se sabe.

Tras el temblor del 19 de septiembre pasado, el gobernador Graco Ramírez fue severamente cuestionado por sus abusos. Resulta que él y su esposa, Elena Zepeda, ordenaron que los tractocamiones que arribaron a Morelos con ayuda –despensas, alimentos, entre otros apoyos –eran desviados para descargar la mercancía en bodegas privadas.

La gente afectada se quejó de que las despensas no se entregaron, que las guardaron para usarlas en las campañas políticas y ahora que Rodrigo Gayosso está en precampaña buena parte de toda esa ayuda se está repartiendo con fines electorales. Gayosso tiene un grupo de operadores que disponen de las despensas para que sean repartidas en las colonias más necesitadas a cambio de amarrar el voto popular.

Cuando todo esto ocurría en medio de la desgracia social derivada del terremoto, la esposa del gobernador fue severamente cuestionada. Incluso las arremetidas en su contra llegaron al insulto y por esa razón la mujer del mandatario –que ejerce un poder sin límites en el estado –tuvo que dar de baja sus cuentas en las redes sociales porque no aguantó las acusaciones de la gente.

Esto y otros abusos provocaron que la administración de Graco Ramírez cayera hasta los últimos lugares. Actualmente el de Graco es evaluado como uno de los cinco peores del gobiernos del país. Le siguen Miguel Ángel Yunes (Veracruz) y Arturo Núñez (Tabasco). Con Graco Ramírez el estado de Morelos se colocó como uno de los territorios más peligrosos debido a la fuerte presencia de la delincuencia organizada.

Con fama de mentiroso, corrupto y cínico, Graco Ramírez incumplió su promesa de campaña respecto de que si no bajaba los índices criminales se iba de la gubernatura. Nunca lo hizo. No sólo eso: también se encargó de desaparecer de la Ley de Participación Ciudadana la figura de la revocación de mandato, con ello aseguró seis años de mandato irrevocables. De igual forma se ha enredado en fuertes pleitos, entre otros, con el rector de la Universidad Autónoma de Morelos, Alejandro Vera Jiménez, quien destapó el escándalo de las decenas de cuerpos humanos que fueron inhumados, sin cumplir con los protocolos de rigor, en fosas clandestinas de Telelcingo y Jojutla.

Graco Ramírez también se ha confrontado con diversos medios de comunicación porque ha resultado sensible a la crítica por sus malos manejos. Una forma de presionar a los medios es negándoles el pago de la publicidad bajo el argumento de que el gobierno no tiene dinero.

Su administración tiene cuentas pendientes con grandes cadenas de medios de comunicación a las que les adeuda varios millones de pesos. A MVS, por ejemplo, le adeuda cinco millones de pesos. Les prometió pagar y sólo entregó un millón de pesos y del resto se ha desentendido, como es su costumbre.

A la revista Variopinto le adeuda un millón de pesos de publicidad desde hace cuatro años, la cual contrató la Secretaría de Cultura. Por diversas formas se le ha recordado el adeudo pendiente y se ha hecho el desentendido. Esta fue la causa por la que el mensuario tuvo que cerrar sus puertas, arrastrando adeudos con colaboradores y proveedores por culpa del mandatario de Morelos que se niega a pagar lo que debe.

Sin embargo, al arranque de su gobierno, solapó las corruptelas de su primer jefe de prensa , Jorge López –y de otros más — quien solía autopagarse facturas millonarias para el diario de Morelos. Se asegura que López salió millonario del gobierno y con el dinero que dejó de pagar a los medios se compró un fastuoso rancho en la cabecera municipal de Yautepec. De esta forma, el dinero de la publicidad no pagada sirve para comprar propiedades.

Así premia Graco Ramírez la corrupción.

Ricardo Ravelo
Ricardo Ravelo Galó es periodista desde hace 30 años y se ha especializado en temas relacionados con el crimen organizado y la seguridad nacional. Fue premio nacional de periodismo en 2008 por sus reportajes sobre narcotráfico en el semanario Proceso, donde cubrió la fuente policiaca durante quince años. En 2013 recibió el premio Rodolfo Walsh durante la Semana Negra de Guijón, España, por su libro de no ficción Narcomex. Es autor, entre otros libros, de Los Narcoabogados, Osiel: vida y tragedia de un capo, Los Zetas: la franquicia criminal y En manos del narco.
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