Alejandro Calvillo
20/02/2018 - 12:05 am
¿Les darías cáncer a tus hijos?
Todos los estudios han demostrado que el riesgo de cáncer disminuye en una dieta con mayor cantidad de verduras y frutas, así como el riesgo de sobrepeso, obesidad y cardiopatías.
Lo que había usted pensado alguna vez, que el alto consumo de las bebidas y alimentos ultraprocesados, lo que conocemos como chatarra, con altos contenidos de azúcares añadidos, grasas saturadas, sal y colorantes, saborizantes, aglutinantes y conservadores artificiales, entre otros muchos ingredientes, varios de ellos sintéticos (productos químicos que simulan un elemento natural), no sólo se asocian a las emergencias epidemiológicas de obesidad y diabetes que vivimos los mexicanos, se asocian también al desarrollo de cáncer.
De acuerdo a la Organización Panamericana de la Salud, México es el mayor consumidor en América Latina de productos ultraprocesados, lo que se relaciona directamente con ser el país con la mayor incidencia de obesidad en la región ( http://bit.ly/2C4wapD ). Y la obesidad es la mayor causa de diabetes en nuestro país, más del 80 por ciento de los casos de diabetes son causados por la obesidad que también se relaciona con cardiopatías y más de una decena de tipos de cáncer.
La semana pasada, una de las más destacadas revistas científicas, el British Medical Journal, dio a conocer un estudio realizado en base a la información de 104 mil 980 personas con un promedio de 42.8 años de edad. El consumo de alimentos fue colectado a través de un recordatorio de 24 horas para registrar el consumo habitual de 3 mil 300 diferentes productos. Estos alimentos fueron clasificados de acuerdo al grado de procesamiento.
El estudio encuentra que un incremento del 10 por ciento en la proporción de ultraprocesados en la dieta, de los productos que llamamos comida chatarra, está asociado con un incremento significativo mayor a 10 por ciento en cáncer en general y cáncer en seno, de manera particular ( http://bit.ly/2GgWo6u ). El estudio “Consumo de alimentos ultraprocesados y cáncer” señala la necesidad de realizar más estudios para entender mejor cuáles son los aspectos que pueden causar este aumento en la incidencia de cáncer, si se trata de la composición nutricional, si son los aditivos en los productos, el contacto con diferentes materiales, los empaques, etcétera.
La sustitución de alimentos no procesados y de las dietas tradicionales por los alimentos ultraprocesados se ha identificado como uno de los factores determinantes de la epidemia de obesidad y diabetes. La obesidad se asocia a la diabetes, a las enfermedades del corazón y a más de una decena de diferentes tipos de cáncer. Lo que hace este estudio es encontrar una relación entre el mayor consumo de estos productos y el cáncer, de manera más directa.
Los alimentos ultraprocesados, además de presentar altas cantidades de azúcares añadidos, grasas y sodio, utilizan cientos de aditivos para dar color, sabor, textura y conservación a los mismos. Muchos de estos aditivos son artificiales, productos de la industria química cuyo impacto en la salud es desconocido y menos, cuando se trata de su efecto sinérgico. Este sería el efecto que puede significar que unos Choco Krrispis que se desayuna el niño todos los días tenga tres colorantes artificiales, rojo allura, amarillo ocaso (amarillo 6) y tartrazina (amarillo 5), colorantes asociados con hiperactividad y déficit de atención, además de saborizantes artificiales, y el 36 por ciento del producto consistente en azúcar añadida. Y si en el desayuno toma una bebida de fruta industrializada con más colorantes, más azúcar, más saborizantes y algunos otros aditivos, el niño se estará exponiendo a un coctel de aditivos. Unas generaciones antes, el niño desayunaba una avena y fruta o un jugo de fruta elaborado en ese momento.
Existe una serie de aditivos que en su momento fueron clasificados como GRAS (generalmente reconocidos como seguros) por la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos y que después fueron reconocidos como un riesgo a la salud y removidos del mercado. También, cuando uno piensa en la seguridad de estos aditivos en quién debe confiar, en cuál nación. En unos países están autorizados unos aditivos que en otros están prohibidos por ser un riesgo a la salud. Como ejemplo pongamos el caso de los colorantes artificiales Rojo 40, Azul 1, Azul 2, Amarillo 5 y Amarillo 6, por mencionar algunos, la mayor parte de ellos derivados del petróleo. Estos colorantes han sido identificados como generadores de hiperactividad y déficit de atención en los niños en el Reino Unido y se han dejado de utilizar y si llegan a usarse en las naciones europeas es común que contengan un mensaje de advertencia. Estos colorantes son usados con mayor intensidad en los alimentos y bebidas que se dirigen a los niños y en México son altamente consumidos.
Hace 11 años, en 2007, los más destacados expertos del mundo en cáncer y sus causas fueron reunidos por el World Cancer Research Fund, el American Institute for Cancer Research y la Organización Panamericana de la Salud. Después de un arduo trabajo de 5 años, revisando la literatura científica internacional publicaron el reporte “Alimentos, nutrición, actividad física y la prevención del cáncer: una perspectiva mundial” ( http://bit.ly/2EFEQEM ). Para los expertos, los cambios en la dieta eran una de las principales causas del cáncer en la población mundial, centrándose en cómo el consumo de estos productos aumenta la obesidad y ésta diversos casos de cáncer.
El panel de expertos recomendó cambios en la dieta para reducir el riesgo de cáncer, como: “consuma pocos alimentos de alta densidad calórica”, “evite el consumo de bebidas azucaradas”, “consuma poca ´comida rápida´ o evítela del todo”. Otra recomendación en el mismo sentido fue la de “no consuma carnes procesadas”. Por otro lado, recomendaron: “consuma por lo menos cinco porciones diarias (como mínimo 400 gramos) de hortalizas no feculentas y frutas”, “consuma cereales (granos) y leguminosas (legumbres) relativamente sin procesar con cada comida”, “limite el consumo de alimentos ricos en almidón refinado”.
Todos los estudios han demostrado que el riesgo de cáncer disminuye en una dieta con mayor cantidad de verduras y frutas, así como el riesgo de sobrepeso, obesidad y cardiopatías.
El reporte de 2007 como la investigación publicada en el British Medical Journal la semana pasada muestran la necesidad de bajar el consumo de alimentos ultraprocesados, la comida rápida y las bebidas azucaradas. El cambio que hemos sufrido a escala global en el abasto de alimentos hacia productos altamente procesados contribuye, de manera determinante, a las tendencias crecientes en la incidencia de enfermedades no transmisibles que son la principal causa de enfermedad y muerte en el mundo.
México es un ejemplo del deterioro de la alimentación, de la sustitución de los alimentos no procesados y mínimamente procesados por alimentos ultraprocesados. La invasión de estos productos con su enajenante publicidad y presencia han convertido a nuestra población en una con las mayores incidencias de obesidad y muertes por diabetes. El alto consumo de alimentos ultraprocesados y de bebidas azucaradas, que se consideran parte de estos, tiene un efecto directo en las enfermedades cardiovasculares y varios tipos de cáncer. Es todavía imposible medir el alcance del daño de este cambio en la dieta.
Se vuelve un imperativo urgente, ante los colapsos de los sistemas de salud pública por el alto costo de estas enfermedades y por la pauperización que viven las familias al cubrir gran parte de los gastos en salud provocados por estas enfermedades, que los gobiernos usen todas las políticas posibles, las legislaciones, las regulaciones, como: impuestos a los productos no saludables para convertirlos en subvenciones a los alimentos saludables, prohibir la publicidad de los alimentos y bebidas no saludables a la que se exponen los niños, desarrollar etiquetados de advertencia en los productos para que cualquier consumidor reciba la información a la que tiene derecho, que los espacios escolares estén libres de estos productos, establecer cadenas cortas entre productores del campo y las ciudades, fortalecer los mercados locales. Políticas para revertir el reemplazo que han sufrido los alimentos naturales, poco procesados, elaborados en las cocinas tradicionales, por alimentos ultraprocesados y bebidas azucaradas.
El poder de la industria de los alimentos y bebidas ultraprocesados ha logrado secuestrar políticas fundamentales para enfrentar las emergencias epidemiológicas de obesidad y diabetes que vivimos los mexicanos. Los etiquetados frontales para que supuestamente todos los consumidores mexicanos pudiéramos tener información sencilla, son incomprensibles e inducen a un alto consumo de azúcares añadidos, como ya se lo advirtió la Organización Mundial de la Salud a las autoridades mexicanas ( http://bit.ly/2lqtwyc ) . Se estableció una supuesta regulación de la publicidad de estos alimentos y bebidas no saludables con el fin de que no llegara a los niños, toda una simulación elaborada en contubernio con la industria, para permitirse seguir aprovechándose de la vulnerabilidad de los niños frente a la publicidad.
La estrategia contra la obesidad ha estado secuestrada por la propia gran industria de alimentos y bebidas que carga con la mayor responsabilidad en esta situación. Los tentáculos de estas corporaciones están ya presentes en los primeros círculos de los candidatos a la presidencia de la República, con toda la intención de socavar cualquier intento de política que pueda impactar en sus ganancias, con el propósito de desviar la discusión y sembrar las dudas sobre su responsabilidad.
Desde el riesgo que existe en la izquierda de quedarse en una visión salubrista que no vea los determinantes sociales de las enfermedades y se enfoque en el acceso a los servicios de salu y su calidad, hasta la visión más neoliberal que, al igual que la industria, pone la responsabilidad en las elecciones individuales, las epidemias de obesidad, diabetes y todas sus enfermedades asociadas, seguirán avanzando en México como lo han hecho en los últimos tres sexenios.
El país no es viable en estas condiciones, no solamente por la salud de la población (se proyecta que uno de cada dos niños mexicanos nacidos a partir de 2010 desarrolle diabetes), también por sus impactos en las finanzas públicas (la diálisis ya no la cubre el seguro popular, si lo hiciera se llevaría cerca del 80 por ciento de su presupuesto) y en el bolsillo de las familias que actualmente cargan con alrededor del 50 por ciento de los costos en salud.
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