En Chihuahua los contrincantes fuertes son PAN y Morena, y este último fin de semana midieron su capacidad de convocatoria y para manejar recursos.

Un gran número de analistas políticos han observado que el PAN, con su doble moral, está repitiendo las estrategias de campaña del exgobernador Duarte al sustituir la obligación de informar a los ciudadanos por la capacidad de publicitar su Gobierno con fines electorales.

Aunque personalmente no me gusta la mojigatería política (creo que en el quehacer político se debe respetar la libertad de los ciudadanos a decidir por cuenta propia por cuál partido militan y por cuál candidato votan), lo criticable de los nuevos gobernantes son las acciones perversas que realizan al llegar al poder.

Uno de estos actos abusivos es la limpia que llevan a cabo, mediante despidos injustificados, de antiguos empleados de la Administración anterior y su posterior sustitución por individuos simpatizantes que además deben jurarle fidelidad al partido por haberles conseguido el puesto.

Aunque esto se queda en el tintero de la investigación hasta tener suficientes elementos cuantitativos y cualitativos que permitan identificar las políticas clientelares del PRI y el nuevo Gobierno, y mientras son peras o manzanas, debemos reconocer que en Chihuahua el PAN Gobierno hizo un muy buen acto al arrancar su campaña electoral.

Al día siguiente Andrés Manuel López Obrador se presentó en la misma ciudad buscando que los delegados de Chihuahua al Consejo Nacional Electoral de Morena se comprometieran a apoyar su candidatura única, lo que resultó en un evento como no acostumbraba la izquierda chihuahuense desde hace mucho tiempo.

Por cierto, este acto público tuvo que superar muchos obstáculos; el Gobierno estatal aprovechó un error del presidente estatal de Morena, que «pidió permiso» para hacer el evento, para obstruir su realización, y las reglas de financiamiento del INE dificultaron la contratación de servicios normales y honestos, dando la impresión de que vigilan a cárteles de la delincuencia organizada.

El PRI por su parte, desde su derrota electoral y ante la persecución policiaca que sufren los que metieron mano al cajón del dinero, se encuentra arrinconado sin sacar la cara y esperando la visita de Meade para que pida disculpas por el dinero que el tricolor robó para consolidar un banco y los ranchos y casas que pudo, y que trianguló unos 250 millones de pesos durante su pasada Administración.

Podríamos decir que en Chihuahua ya se presentaron los dos verdaderos competidores y plantearon los temas que serán parte de la discusión durante la campaña: ¿Se considera evento de campaña uno organizado por el Gobierno del Estado? ¿El Gobierno estatal utilizó recursos propios para un evento partidista?

¿Morena debió aceptar la negativa del Gobierno a usar la plaza Francisco Villa? ¿Realizar el acto ahí, reduciendo el trámite a un simple aviso fundado y motivado, fue un desacato a la autoridad y a la Ley?

¿Tenemos un Partido Acción Nacional que utiliza recursos y fuerzas del Gobierno como el PRI lo hizo antes? Y, ¿tenemos un frente de Morena que ejerce sus derechos desde sus perspectivas aunque la autoridad se lo prohíba?

Ya hay dos partidos en la arena mientras el PRI no se decide si salir a la calle o tramitar un amparo.

Gustavo De la Rosa

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Es director del Despacho Obrero y Derechos Humanos desde 1974 y profesor investigador en educacion, de la UACJ en Ciudad Juárez.

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